Por Pablo Tomino para lanacion.com
"Como no tengo casa, tomo una; como no quiero líos, no me opongo. Como no hay castigos, vale todo; como no existen las reglas, soñamos con un país más serio". Este encadenamiento de realidades define hoy con absoluta precisión el pulso cotidiano de una sociedad porteña con puertas abiertas a la usurpación de viviendas. Una policía pasiva; un Estado que se mueve por intereses propios y una minoritaria sociedad que invade en la desidia.
El dato es revelador: en 2010, hubo en la Capital 961 hechos de usurpación investigados por el Ministerio Público Fiscal, un promedio de casi tres por día. Sí, tres casas tomadas por día en la ciudad si no fueron edificios o predios, como ocurre hoy enVilla Soldati con un complejo de nuevas viviendas.
Tal como sostiene el fiscal general adjunto de la ciudad, Luis Cevasco, hay usurpaciones organizadas por sectores políticos y por bandas delictivas que venden drogas, y que ocupan casas abandonadas para distribuir los estupefacientes. Asegura, también, que es un delito difícil de prevenir, porque las personas actúan desde la clandestinidad y con cuidadosos movimientos.
En ese oscuro escenario, el gobierno nacional y el porteño protagonizan un prolongado duelo verbal a causa de la toma de viviendas en Soldati. En la Casa Rosada decidieron no cumplir con la atinada orden de la Justicia Federal, encarnada en la figura del juez Luis Armella, de desalojar el complejo habitacional usurpado por cientos de pobres le robaron a otros pobres. Es más: días atrás, la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré, decidió que se retire toda la custodia a su cargo de ese predio tomado, donde sólo quedaron los agentes de la Policía Metropolitana, tras aducir que no es su responsabilidad.
Esta fuerza de seguridad de Macri tampoco actúa en cumplir con el desalojo, y se escuda en que no cuenta con un grupo de infantería especializado en tales fines. "Sólo es una policía de proximidad", dijo Macri, quien abrió interrogantes sobre la preparación que tiene su fuerza para combatir el delito. Realidad que lo obliga a un replanteo: ¿La ciudad invierte en una policía propia endeble para evitar la inseguridad o su tarea quedará reducida a ser cordiales y diligentes con los vecinos?
Se dirá que no fue casual el levantamiento de la custodia de los predios tomados en Soldati por parte de las fuerzas de seguridad que controla la Casa Rosada. Es cierto. De ninguna manera pretende el kirchnerismo cargar con una acción violenta que en términos políticos le cueste muy caro. Y, de paso, obtiene otros dividendos: dejar al descubierto las debilidades de la joven policía porteña. Que vaya si será inexperta y nueva que a los agentes que custodian el predio tomado de Soldati les entregaron, días atrás, los flamantes cascos para enfrentamientos en cajas cerradas delante de periodistas y usurpadores. Aquellos los abrieron como regalos de Navidad, para luego ponérselos... ¿Qué pensará "el enemigo" ante ese hecho consumado? ¿Podemos esperar que esta policía porteña participe en la liberación de una vivienda tomada? No lo parece, todavía.
Mientas, las fuerzas de seguridad que dirige el Gobierno Nacional incurre en desobediencia con impunidad y desparpajo. Los hechos sientan inmejorable precedente para un país del vale todo. Vale tomar una casa ajena; vale destruirla si nos sacan; vale no hacer cumplir con las reglas si conviene en tiempo de elecciones y vale, también, desoír a la Justicia. Así van mutando los pilares del apego a la ley, el respeto por el otro y la buena convivencia. Empujado por un Estado cegado de poder y que impone las nuevas reglas del juego. O mejor dicho, de un juego sin reglas. Vaya paradoja.
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martes, 29 de marzo de 2011
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No tengo la certeza de como terminará todo esto que tan crudamente se relata en el artículo. Lo que sí tengo claro es YA este es un país sin ley. Donde los ciudadanos comunes somos reenes de políticos acomodaticios, de patotas comandadas por piqueteros y punteros ligados al poder, funcionarios públicos corruptos, gobernantes que cambian su discurso de acuerdo a la intención de voto, fuerzas de seguridad comandadas por inexpertos civiles, dinero del pueblo que se destina a fines populistas y que fomentan la vagancia, trabajo solo para el que tiene relaciones "carnales" con el Gobierno, etc. En fin, estamos en lo mas bajo de la escala humana. En la época de las cavernas, el hombre mataba animales para comer, hoy nos matamos entre nosotros para poder sostener posiciones de poder. Lamentablemente auguro un futuro nefasto para nuestro querido país. Espero equivocarme.
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