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martes, 20 de febrero de 2018

La mayor cooperativa industrial del mundo busca negocios en la Argentina

Ander Etxeberría (Grupo Mondragón) y Eduardo Sancho (Fecovita)Por  XIMENA CASAS - Cronista.com
EL GRUPO MONDRAGON FACTURA 12.000 MILLONES DE EUROS AL AÑO 
Más de 100 cooperativas españolas nucleadas en el grupo Mondagrón firmaron un acuerdo con las vitivinícolas de Fecovita para explorar acuerdos comerciales.

Ander Etxeberría (Grupo Mondragón) y Eduardo Sancho (Fecovita)

Con una facturación anual de 12.000 millones de euros, el grupo español Mondragón con sede en el País Vasco es hoy la principal cooperativa industrial del mundo, con presencia también en finanzas, consumo, innovación y educación. Agrupa a 102 cooperativas, con 140 filiales en el exterior, y 74.000 trabajadores.

"Cada una de las cooperativas es autónoma, las decisiones las toman sus socios, y el 85% de los trabajadores son socios propietarios, no importa si es una cooperativa industrial, de crédito, de consumo o un centro de investigaciones", explicó Ander Etxeberría, a cargo de la difusión cooperativa del grupo, que llegó a la Argentina para intercambiar conocimientos con miembros de la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita) y también abrir la puerta a posibles negocios.

Etxeberría también se reunirá con autoridades del ministerio de Agricultura y visitará cooperativas de Mendoza. "La idea es buscar un ámbito en este primer momento educativo y luego lo podemos potenciar en otros ámbitos", destacó Eduardo Sancho, presidente de Fecovita.

Mondragón, por ejemplo, cuenta con una red muy fuerte de supermercados (Eroski) con más de 1600 sucursales. "Podemos aprovechar una cooperación a más largo plazo para fortalecernos comercialmente", agregó Sancho.

Etxeberría explicó que el modelo de socios de Mondragón funciona como una democracia directa, ya que cada socio que trabaja en la empresa tiene un voto en la Asamblea General, donde anualmente se toman las decisiones más importantes del grupo. "En el día a día tenemos una democracia representativa donde aquellos compañeros que hemos elegido en Asamblea General componen el Consejo de Administración", señaló.

De los beneficios que obtienen las empresas, al menos el 10% se destina a actividades sociales grupos deportivos, culturales y ONGs mientras que la mayor parte queda en la empresa como reserva y el resto se reparte entre los trabajadores.

"Lo hacemos de una manera mucho menos desigual que las empresas no cooperativas. En nuestras empresas, el director general gana como mucho seis veces más que el que menos gana", detalló. Muchas de las cooperativas están situadas cerca de la ciudad de Mondragón, en el País Vasco, en el valle del Alto Delva, que según precisó Exteberría, es la región con más bajo desempleo de España, menor desigualdad y mayor índice de inversión en investigación y desarrollo.

"Otro de los grandes compromisos dentro del grupo es que el 14% del beneficio bruto de cada cooperativa va a la corporación y esos fondos se usan para crear nuevos negocios para ayudar a cooperativas sin ánimo de lucro (universidad, escuelas y centros de investigación) y a las cooperativas que están en crisis. Una empresa puede desaparecer, pero el Plan B es recolocar a todos sus empleados en el grupo".

En diálogo con El Cronista, Etxeberría explicó las posibilidades que encuentra en la Argentina para este modelo:

¿Cómo evalúa la situación económica de la Argentina?
Entiendo que la cosa va mejor y que está en un momento propicio para que se cree mas empleo.

¿El modelo de cooperativas se puede aplicar en mercados muy concentrados?
Nuestras empresas, allá donde estén, tienen que ser competitivas, si no desaparecen.

¿Cómo atravesaron las compañías del grupo la crisis de España?
Afortunadamente, antes de la crisis, nuestras empresas (sobre todas las industriales) venían exportando mucho y se vieron menos afectadas. Hoy, en el grupo Mondragón, la media de exportaciones es 70% fuera del Estado español. Los datos macroeconómicos dicen que la crisis se ha superado, aunque la gente dice yo no lo noto.

¿Qué desafío tiene hoy el modelo cooperativo?
Tenemos desafíos permanentes. Uno es la financiación. Al ser cooperativa, el dinero viene de lo que hemos ahorrado o de lo que le pedimos a los banco, no salimos a la Bolsa porque si nos dan dinero, los mercados financieros piden poder y en nuestro caso es un socio un voto. Siempre tenemos que pensar alternativas. Otro es la educación y el problema demográfico, cada vez hay menos jóvenes que encajan con los perfiles que necesitamos.

viernes, 15 de enero de 2010

Renovado, el kibutz cumple 100 años

Por Sibila Camps para diario Clarín
Un modelo de colonias socialistas, unico en el mundo y clave en la creación del Estado de Israel
En 1910, un grupo de judíos rusos que un año antes había llegado a Israel como parte de la segunda aliá (inmigración), fundó Degania, el primer kibutz. Esos diez hombres y dos mujeres se propusieron "crear una sociedad agraria que no se basara en la propiedad privada, sino en la cooperación y la fraternidad", subraya Moshé Korin, director de Cultura de la AMIA. Cien años después, los kibutz siguen existiendo, aunque reconvertidos en fábricas, casi privatizados y con servicios tercerizados.

El origen de los kibutz –entonces kvutzá (grupo), por ser más reducidos– es más complejo. Formó parte de un sostenido movimiento de retorno de los judíos a Palestina, donde fueron comprando parcelas, a menudo con el apoyo de la Organización Sionista Mundial. Implicó también la vuelta a la tierra, ya que en Europa, los judíos tenían prohibidos los oficios agrícolas.
La escasez de agua y de tierras fértiles– alentaron el desarrollo de estas colonias socialistas, únicas en el mundo. "La fusión más certera de la redención nacional y la redención social, donde no haya explotación del hombre por el hombre", describe Korin.

Entre 1920 y 1939, cuando Gran Bretaña tomó el mandato de la Sociedad de las Naciones para formar un Estado judío en Palestina, los kibutz constituyeron la avanzada. Y si bien al estallar la II GM, el gobierno británico puso severas restricciones al ingreso de judíos, un número importante logró hacerlo en forma clandestina. "Cualquier hectárea que cultivamos, la convertimos en nuestra. Se trataba de una lucha por cada metro cuadrado –describe Lior Bendor, consejero de la embajada de Israel–. Fue algo heroico. Los kibutzim diseñaron el mapa de Israel de 1948", cuando se fundó el Estado.

Moshé Korin tenía 18 años en 1956 cuando, de vacaciones, fue a convivir dos meses en el kibutz Bet Hashitá. "Elegí el trabajo más pesado: juntar la bosta de los establos para que fermente y abone la tierra. Se trabajaba durísimo, 9 a 10 horas por día. Todas las casas –en el primer tiempo, prefabricadas– tenían una sola pieza y una antesala. La educación era colectiva, y los chicos dormían en casas de niños, por edades. Los padres, cuando terminaban de trabajar, iban a buscarlos, hasta la cena. Se comía en un solo plato, de aluminio. Después, la gente se reunía alrededor de un fogón, y se cantaba, y se bailaba, y se festejaba de una forma muy laica; y se hablaba de política, sobre los sueños de estar construyendo una vida más igualitaria".

Korin decidió revivirlo en 1971, ya casado y con tres hijos pequeños, en el kibutz Kabri. Se dedicó a árboles frutales, sobre todo palta y chirimoya. "Empezábamos a trabajar a las 6. Los chicos todavía dormían en casas colectivas, pero no sé si en la ciudad, uno se dedica tres horas diarias tan intensas a los hijos. Me sentí muy bien", resume. Un año después lo llamaron de la Argentina, para dirigir la Escuela Scholem Aleijem. Pero su hijo mayor, Abi, quedó marcado por esa experiencia, y desde hace 20 años vive en el kibutz Holit.

Instalado en Israel en 1973, Kito Hendler (51) comparte la vida en el kibutz Yifat desde hace 26 años. "El kibutz es una de las flores más bellas del movimiento sionista de Israel, más allá de que ha cambiado mucho". El Yifat alberga a 350 miembros adultos, tiene un gran tambo, un criadero de aves, y cultivos de trigo, maíz y palta. Otros trabajan en los servicios. Y otros lo hacen afuera, y "reciben un salario que entra al kibutz y se reparte en forma diferencial. Se valora el esfuerzo que uno hace, y también la responsabilidad".

Los kibutz fueron pasando de la agricultura a la industria en los '70, "cuando nos dimos cuenta de que para sustentar una sociedad kibutziana debíamos entrar en una economía de mercado", admite Hendler. "Resultó más lucrativo hacer que otros cultiven la tierra –resume Bendor–. Por ejemplo, producen semillas mejoradas, que venden a otros países con más agua y mano de obra, a los cuales compran la producción". Con tecnología de avanzada, las fábricas abordan rubros muy diversos.

De los 256 kibutz existentes, sólo 60 siguen repartiendo sus ingresos en forma igualitaria. La mayoría, 170, son los llamados "renovados", como el Yifat, y permiten en parte la propiedad privada. ¿Son, entonces, barrios cerrados? "Aún mantienen algunos valores de igualdad y humildad –señala Bendor–. Hay reglas que no permiten construir casas grandes. Y aún prefieren comer juntos y compartir eventos culturales".

Comentario:
¿Es una buena idea, para las familias que no poseen trabajo en todo el país?. Si ya funcionó, ¿por que no se puede aplicar el mismo método cooperativo en Argentina?, acaso, ¿no existen miles de hectarias vacias y sin aprovechar?. ¿O sera que se prefiere vivir en una villa miseria y no trabajar?. Envia tu comentario, si deseas...
Cecilio Bartolome

viernes, 30 de noviembre de 2007

La Cooperativa Agraria (Kibutz)


La cooperativa agraria es una excelente solución para solucionar el grave problema de la desocupación y pobreza. Implementado hace años en Israel, en casos evolucionó de una estructura socialista hacia una S.A.

El kibutz (palabra hebrea para "asentamiento comunal") es una singular comunidad rural; una sociedad basada en la ayuda mutua y la justicia social; un sistema socio-económico que tiene como principio básico la propiedad conjunta de los bienes, la igualdad y la cooperación en la producción, el consumo y la educación, el cumplimiento de la idea "de cada cual conforme a sus posibilidades, a cada cual conforme a sus necesidades"; un hogar para aquellos que lo han elegido como forma de vida.

Van de 40 hasta 1.000 miembros cada uno. La mayoría de ellos cuenta con 300 a 400 miembros adultos y una población de 500 a 600 personas. El total de almas que viven en kibutzim alcanza aproximadamente los 130.000, alrededor del 2,5 por ciento de la población de Israel. Cada kibutz pertenece a una de las tres federaciones nacionales de kibutzim, cada uno de ellos identificados en una ideología específica.


La mayoría de los kibutz están ideados de acuerdo a un plan similar que incluye un área habitacional situada en un entorno de jardines, con las cuidadas casas de los miembros, las casas de los niños con zonas de juegos para cada edad, instalaciones recreativas y culturales y diversos servicios comunitarios. Junto a ella se encuentran los establos y los modernos gallineros, además de una o más plantas industriales. Los campos agrícolas, los huertos y las piscinas se ubican en las afueras, un corto viaje en tractor. Para llegar de un lugar a otro dentro del kibutz la gente lo hace a pie o en bicicleta, y se proporcionan pequeños vehículos con motor eléctrico para los ancianos o inválidos.

El kibutz funciona como una democracia directa. La asamblea general de todos sus miembros formula la política, elige los funcionarios, autoriza el presupuesto del kibutz y aprueba la admisión de nuevos miembros. Sirve no sólo como ente de toma de decisiones sino también como foro en el que los miembros pueden expresar sus opiniones y puntos de vista.
Los asuntos cotidianos son tratados por comisiones electas, que se ocupan de temas como educación, vivienda, finanzas, salud, planificación de la producción y cultura. Los titulares de algunas de esas comisiones, junto con el secretario del kibutz (que representa la más alta posición dentro de la comunidad) forman el ejecutivo del kibutz. Los puestos de secretario del kibutz, tesorero y coordinador de trabajo son, como norma, funciones de jornada completa.
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Con el paso de los años los miembros de los kibutzim transformaron yermos en vergeles, con campos cultivados, huertas, avicultura, ganadería, piscicultura y, más recientemente, agricultura orgánica, transformándose en sostén de su economía. Los miembros más antiguos son asignados a trabajos apropiados a su estado de salud y vitalidad.
A través de una combinación de trabajo arduo y métodos tecnológicos agropecuarios avanzados, lograron resultados extraordinarios, constituyendo hoy en día un gran porcentaje de la producción agrícola del país.

Las actividades de producción del kibutz están organizadas en varias ramas autónomas. La mayoría de ellas todavía están en el campo agrícola, sin embargo hoy en día todos los kibutzim se han volcado a varios tipos de industria. Aunque la industria fabrica una amplia gama de productos, desde modas a sistemas de irrigación, la mayoría de la industria kibutziana se concentra en tres ramas principales: metalurgia, productos plásticos y procesamiento de alimentos. La mayoría de las fábricas son más bien pequeñas, con menos de cien trabajadores cada una.

En muchas zonas, los kibutzim han unido sus recursos, estableciendo empresas regionales como desmontadoras de algodón y plantas de empaque de aves, además de proporcionar una ser de servicios que van desde la compilación computarizada de datos hasta el mercadeo y la adquisición de productos en forma conjunta.
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Las escuelas primarias normalmente se encuentran en el marco del kibutz, mientras que los niños mayores asisten a una escuela secundaria kibutziana regional, que sirve a varios de los kibutzim de la zona, para adquirir una gama más amplia de asignaturas académicas y de contactos sociales. A todos los niveles de edad, se presta gran atención a los jóvenes con talentos o necesidades especiales. Alrededor del 40 por ciento de todos los jóvenes nacidos en el kibutz vuelve a radicarse en el kibutz después de completar el servicio militar. Así, la mayoría de la población creció en el kibutz y decidió construir allí su futuro.

Resultado de imagen para kibbutz israelLa actividad cultural abunda; frecuentemente se proyectan películas y se realizan presentaciones artísticas profesionales en los auditorios del kibutz, además, durante varias horas al día se transmiten por circuito cerrado programas de televisión destinados a los intereses y gustos de los miembros. Reuniendo a los talentos de los miembros de kibutzim de todo el país, los movimientos kibutzianos patrocinan a varios grupos profesionales, incluyendo una orquesta sinfónica, conjuntos de cámara, grupos de danza moderna y folklórica, coros y una compañía de teatro, que actúan regularmente en Israel y en el exterior.

Independientemente de lo que depare el futuro, mientras el kibutz mantenga su naturaleza democrática y el espíritu de voluntarismo, entrega e idealismo y siga motivando a sus miembros, tendrá suficientes recursos creativos para responder a las exigencias del futuro.
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