Por Eleonora Gosman - Diario Clarín
Anunciará un crédito por US$ 1.000 millones para proyectos petroleros.
El presidente Barack Obama aterriza hoy en Brasil, el primer país sudamericano a visitar. Es una opción natural: se trata del mayor mercado de la región , hay nuevas y abundantes fuentes de petróleo y se avecina un momento de grandes obras para la Copa del Mundo de 2014 y las Olimpíadas de 2016. Si estos son los grandes temas de la agenda, no quiere decir que esté ausente el factor político. Al jefe de la primera potencia mundial no se le escapa el cambio que representó la salida de Lula da Silva y la entrada de Dilma Rousseff en el Palacio del Planalto.
No son apenas diferencias de estilos sino también de concepciones de cómo posicionarse en el continente y en el mundo. Dilma y su equipo, con el canciller Antonio Patriota a la cabeza, son más propensos a aproximarse a las propuestas del gobierno estadounidense que Lula y su ex ministro Celso Amorim. Para la presidenta la llegada de Obama, junto con su esposa Michelle y sus dos hijas, representa “una conciencia progresiva del papel internacional que asumió Brasil”.
“Por nuestros vínculos históricos con EE.UU., y por estar en la misma región, podemos ser un socio importantísimo”, dijo la presidenta Rousseff. Obama viene con compromisos de créditos y con una nutrida caravana empresarial . Anunciará un crédito del Eximbank por 1.000 millones de dólares para proyectos vinculados con la explotación petrolera en las nuevas reservas submarinas.
Ese es tal vez el asunto estratégico más destacado. Dilma y el canciller Patriota dijeron que quieren convertir a Brasil en el gran proveedor sudamericano de petróleo . Pero también hay dinero para otros negocios. El mismo banco otorgará una línea semejante para obras de infraestructura a construir para el mundial de fútbol y las olimpíadas. Ambos jefes de Estado cerrarán un encuentro empresarial brasileño-norteamericano. Los estadounidenses vienen a “vender” como declararon participantes de la comitiva y se encontrarán en Brasilia con empresarios que buscan “que nos compren”.
¿Qué espera Brasil desde el punto de vista político? De acuerdo con Rousseff, su gobierno pretende que se reconozca “el gusto por el consenso y por la conversación” que tiene este país. “Eso caracteriza la contribución que Brasil puede dar para la construcción de la paz mundial”. Pero al mismo tiempo quiere que Washington no los trate como “un país de la época de la Alianza para el Progreso”. “No precisamos ese tipo de ayuda”, subrayó Dilma. Fue el titular del Senado brasileño, el ex presidente José Sarney (un aliado firme del ex presidente Lula y ahora de Rousseff), quien colocó la visita de Barack Obama en términos realistas: “Prestigia al país, pero la importancia es sobre todo simbólica”.
Claro que las relaciones en el mundo se construyen con simbolismos. Y si no, basta observar el enojo que produjo entre vecinos de Brasil no ser incluidos en esta primera gira sudamericana. Obama eligió Santiago de Chile como segunda escala (la tercera y última es en El Salvador); es decir, evitó otros dos grandes países del continente: Argentina, en primer lugar y luego Colombia. Ser excluidos produjo una fuerte irritación tanto en Buenos Aires como en Bogotá.
Esta es casi la única razón que explica la visita de Dilma a Buenos Aires, el 31 de enero pasado, cuando desembarcó en Aeroparque para entrevistarse con Cristina Kirchner. Hasta ahora, fue su primer y único viaje presidencial al exterior. En Brasil saben que las relaciones con Estados Unidos constituyen “un equilibrio delicado” en la región. Este es un dato de la historia.
Sarney, con un ojo político muy aguzado, sostuvo ayer: “No creo que haya resultados inmediatos ni cambios fundamentales en la política de Brasil con los Estados Unidos”. Recordó que ya en el gobierno de Lula “se construyó una política madura y estable”. En Washington sostienen que la gira de Obama, que se inicia hoy por la noche en Brasilia y termina el domingo en Río de Janeiro, es un “reconocimiento” del estatus regional de Brasil “y una muestra del compromiso con nuestro propio hemisferio”. Pero nadie se ilusiona con algo más concreto como sería el reconocimiento de Obama de que Brasil debe integrar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro permanente.
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sábado, 19 de marzo de 2011
Obama llegó a Brasil con una millonaria agenda de negocios
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