Por Marcelo Cantelmi - Diario Clarín
La batalla por Libia. Fueron 110 misiles lanzados por EE.UU., Francia y Gran Bretaña. Destruyeron 20 blancos en los sistemas de defensa del régimen libio. Actúan por mandato de la ONU para proteger a la población civil. Kadafi prometió que habrá venganza.
En una ciudad aterrada la gente bloquea las calles y las rutas en el desorden de su huida. El ataque de ayer del régimen sobre Bengazi desplazó una multitud hacia el este que corría por su vida, mientras las tropas de la dictadura avanzaron con fuego de artillería sobre esta capital del gobierno rebelde. Hubo al menos una docena de muertos y más de un centenar de heridos según diversas fuentes médicas, la mayoría civiles no combatientes
Había escenas espantosas en los hospitales. Uno de ellos recibió numerosos cadáveres, algunos totalmente quemados, otros que se podían ver despedazados, sin extremidades o carentes de otras partes del cuerpo debido al tamaño de la metralla utilizada. También heridos con gravísimas mutilaciones.
El pánico de la población se combinó con la sorpresa del golpe que inauguró una guerra de alcance internacional y complejo pronóstico después de que un caza francés destruyó con fuego de misiles un vehículo militar del régimen, poniendo en marcha la operación aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el día anterior que busca crear una zona de exclusión del espacio aéreo y evitar que aviones de Kadafi ataquen a la población civil. Todo parecía ya precipitarse.
El siguiente paso lo dieron barcos y submarinos de Estados Unidos y Gran Bretaña que, desde sus posiciones en el Mediterráneo, lanzaron 110 misiles de crucero Tomahawk contra los sistemas de defensa antiárea libios y alcanzaron 20 objetivos, según precisó luego el portavoz del Pentágono, Bill Gortney. No hubo aviones estadounidenses en la operación, sobre la que el propio Obama fue muy claro al confirmar su respaldo en Brasil, donde está de gira: “No podemos quedarnos inmóviles cuando un tirano le dice a su propio pueblo que no tendrá misericordia’’ con ellos, dijo.
Desde Trípoli, entretanto, cuyos alrededores fueron castigados también por una lluvia de misiles aliados, Kadafi amenazó con atacar “objetivos civiles y militares” en el Mediterráneo, y dijo que ese mar “se convirtió ahora en un verdadero campo de batalla”. En esos mismos momentos, la TV estatal denunciaba que los cohetes aliados habían atacado objetivos civiles.
Pese a que la dictadura denunció ayer que “la agresión (aliada) es bárbara”, su pelea por mantener el poder que retiene desde hace 42 años comenzó ayer temprano en la mañana de Bengazi con tandas de disparos que fueron creciendo y no eran sólo de fusiles, sino estruendos fuertes de artillería que se escucharon desde toda la ciudad. El golpe principal vino desde el mar con soldados que desembarcaron y por el oeste con blindados del ejército regular que fueron desplazados desde el frente en Ajdabiya, a unos 120 kilómetros al sureste de aquí. Pero también participaron patrullas que, según le dijeron testigos a este enviado, abrieron fuego en los suburbios de la ciudad entre ellos el de Goreshi y acribillaron a civiles en sus casas en una operación claramente destinada a generar pánico.
En cercanías del hotel donde hasta hace unos días se alojó este enviado, hubo fuego de armas largas en un incidente que obligó a una mudanza generalizada de los hombres de prensa. La mayoría de los habitantes de la ciudad fueron conociendo con el curso del día los detalles del ataque. El sábado es equivalente al domingo en Occidente y no había gente en las calles, además porque todos se acostaron tarde en la noche del viernes celebrando en la plaza de la Liberación el ultimátum de Obama a Kadafi. El norteamericano le había exigido al líder libio que desistiera de avanzar sobre Bengazi y retrocediera sus tropas bajo amenaza de una respuesta militar.
Ayer, después de que el dictador libio ignoró ese ultimátum, Francia y Gran Bretaña dijeron que se había terminado el tiempo de la diplomacia y se pusieron al frente, con EE.UU., de una coalición integrada además por Italia, España, Canadá, Dinamarca, Polonia, Noruega, Bélgica y Qatar. Después se supo que al menos tres aviones militares franceses ya sobrevolaban el cielo del territorio Libio y uno de ellos destruyó al menos cuatro blindados del régimen. Al caer la noche, Kadafi dijo que el mandato de la ONU es inválido y pidió una reunión de la ONU.
La escena más espectacular del combate de ayer fue el derribo de un caza presumiblemente rebelde, golpeado por un misil tierra–aire de las tropas del líder libio. El avión se incendió en el aire frente a una multitud de gente que vio el suceso y cayó en picada en segundos desintegrándose con una enorme explosión en una zona de viviendas. El piloto se eyectó demasiado tarde y no logró que se abriera a tiempo su paracaídas.
Desde Trípoli, el cuartel del régimen, los funcionarios del gabinete de Kadafi sostenían que respetaban el cese del fuego que ordenó la ONU y que habían anunciado el viernes. “Ni una bala fue disparada contra un libio”, afirmó el vocero del gobierno. La operación “Odisea del amanecer” durará “días, no semanas” y no incluirá despliegue de tropas. Este enviado pudo comprobar, como muchos otros periodistas, que la ofensiva no fue en absoluto detenida. Bengazi tenía ayer completamente el aspecto de una ciudad en guerra. Retenes con posiciones antiaéreas fueron dispuestos en casi todas las avenidas alrededor de los edificios donde está la sede del gobierno. Y también frente a la costa del Mediterráneo por donde se esperan nuevos y más furiosos ataques.
En la plaza de la Liberación había muy poca gente al atardecer de ayer, después de la multitud que participó en los actos de la noche del viernes. Todos con quienes habló este enviado sostenían que la ciudad no va a caer pero será una lucha difícil. “El combate de hoy fue el anticipo”, dice Fouzi Dihoum, un especialista en administración de hoteles que acaba de llegar desde el oeste.
En las avenidas, después de los retenes principales custodiados por nidos de ametralladoras, se dispusieron posiciones a cargo de jovencitos, algunos apenas adolescentes, todos con armas largas, y hasta niños.
El golpe de la mañana conmovió a Bengazi. Una recorrida que hizo este periodista mostró un espectáculo tremendo con columnas interminables de automóviles en caravana escapando hacia Egipto. A unos 80 kilómetros de aquí, la acumulación de vehículos bloqueaba el tránsito y la gente intentaba marchar también en contramano. Muchos milicianos con la bandera tricolor y armas largas intentaban ordenar ese caos que no hacía más que crecer debido a la certeza local de que Kadafi irá todo lo que pueda sobre esta ciudad para intentar conservar el poder.
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