martes, 29 de julio de 2014

¿Para qué tantas evoluciones?

Por Josep Baqués (Mosaico) - Eso es lo que deben pensar algunos cuando observan que un avión cuyo diseño se remite a principio de los años 50 sigue en servicio, en primera línea, en las fuerzas aéreas más importantes del mundo.

En efecto, el B-52H amenaza con jubilar a todos los modelos diseñados a posteriori para reemplazarlo. Los casi 80 aparatos de este modelo, fabricados entre 1961 y 1962, van a permanecer en servicio hasta el año 2030, o algo más (de hecho, se ha manejado el año 2040 como fecha tope). Se trata de aviones que no son capaces de romper la barrera del sonido pero, pese a ello, se disponen a romper la más difícil de todas las barreras: la barrera del tiempo.

Estos cuatrimotores, cuyo diseño está a caballo entre el de los bombarderos del final de la segunda guerra mundial (pero equipados con reactores) y el de algunos aviones de pasajeros de los años 50 y 60, no son especialmente virtuosos. Ni son tan rápidos como el B-1, ni son tan sigilosos como el B-2. Pero hacen muy bien su trabajo, sobre todo tras recibir la capacidad para lanzar armas guiadas. Sobre todo, los misiles AGM-86 que han sido objeto de un programa, aún vigente, de mejoras constantes. Lo cual relativiza el impacto de la provocativa pregunta con la que encabezaba este comentario, por supuesto. 
Pero eso no obsta nada al hecho de que la plataforma sea exactamente la que es. De esto pueden dar buena cuenta las operaciones de bombardeo llevadas a cabo en Irak, en 2003. Sorprendentemente, su disponibilidad sí supera -con creces- las ratios de esos modelos más sofisticados: más del 80% en el caso del B-52H, frente a menos del 50% en el caso del B-1 y del B-2. Lo cual da a entender que, en muchas ocasiones, la fiabilidad de los equipos (o de los "sistemas") puede resultar tan interesante, o más, que unas prestaciones aparentemente espectaculares.


Por otra parte, tampoco podemos obviar que una parte de la extraordinaria longevidad del B-52H es debida a que las guerras han cambiado. Como suena. Un avión diseñado en los comienzos de la guerra fría "aguanta" gracias a que la guerra fría ha terminado y ha sido sustituida por las "nuevas guerras". ¿Cómo se explica eso? Muy sencillo. Si se hubiera prolongado la situación existente antes de 1991 es muy probable que todas las versiones del venerable B-52 ya hubiesen terminado convertidas en chatarra o, siendo muy, muy benevolentes, en los cementerios de aviones que poseen los estadounidenses y que, en realidad, son más parecidos a los corredores de la muerte.
Básicamente, porque los B-52 tendrían muy difícil salir con bien de acciones de bombardeo contra ejércitos dotados de buenos sistemas de radar/alerta temprana, de modernos cazabombarderos de cuarta generación o de abundantes sistemas de misiles antiaéreos. Ese temor es lo que en su día animó a los planificadores de los Estados Unidos a lanzar los programas que dieron pie al B-1 o al B-2. En cambio, en situaciones como las de Irak o Afganistán, o tantas otras similares, esos problemas suelen ser escasos y pueden ser eliminados en los primeros días de combate. Después, el B-52 puede (suele) recuperar todo su brío con la máxima eficacia.

¿Moraleja? Cuidado con enterrar antes de tiempo los medios de la anterior RMA. Por cierto, ¿se imaginan una recuperación de los aviones helimotores de escasas dimensiones para combatir las guerras del futuro?

1 comentario:

  1. Sería bueno aclararle al autor de la nota, que los B-52 no es un cuatrimotor.

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