Descartaron dos nuevos indicios, uno a 2.100 metros de profundidad y otro a 1.800.
Mientras los rastrillajes se alejan cada vez más del continente, se hunden en las profundidades del mar y el centenar de contactos realizados no encuentran ningún vínculo con el ARA San Juan, los interrogantes sobre el operativo para dar con el submarino se multiplican. ¿Cuales son los parámetros que guían el operativo? ¿Pierde peso la hipótesis del evento anómalo informado el 23 de noviembre, consistente con una explosión? ¿La nave pudo haber implosionado? ¿Los tres intentos de comunicación que el buque realizó tras su última contacto y que la Armada habría ocultado, son tenidos en cuenta ahora para orientar las operaciones?
Solo Ocean Infinity tiene la facultad para responder, ya que cuenta con "absoluta libertad" para diseñar sus maniobras, dijeron a Clarín desde el Comando de Operaciones de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (COAA) en Puerto Belgrano. Allí cada día, durante la mañana y la tarde y a veces al mediodía, reciben el parte de novedades desde el buque Seabed Constructor, donde viajan dos submarinistas y un oficial hidrógrafo de la fuerza como veedores.
Sin embargo, la empresa es la que decide dónde y cómo buscar. Y el parámetro para determinar si un indicio se convierte en un punto de interés para verificar en el lecho marino con un ROV, ya no es que lo que detecten los sonares, tenga forma de submarino, como ocurrió durante la primera fase de búsqueda que coordinó el COAA. Ahora no descartan que el buque haya colapsado y no se encuentre entero, "por lo que cualquier elemento extraño que aparezca se investiga" dijeron a Clarín desde el buque Seabed Constructor.
Expertos que siguen a diario la búsqueda remarcan que las últimas dos zonas incorporadas y la próxima a rastrillar, tienen en común una elipse. Sus límites están determinados por la "onda expansiva" del "evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear" que la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por su sigla en inglés) reveló el 23 de noviembre.
En un principio la Armada informó que ese evento, detectado con micrófonos subacuáticos, era "consistente con una explosión". Si eso fue lo que ocurrió, probablemente por una diferencia de presión, la nave se habría expandido. Sin embargo, luego la misma fuerza lo calificó como una "implosión", que representa el proceso opuesto, cuando un elemento de gran volumen, se comprime y eso genera un ruido. Esta situación puede darse cuando un submarino se sumerge más allá de sus posibilidades y genera un colapso. Entre las hipótesis del operativo, no se descartó que tras el cortocircuito en las baterías, tras el ingreso del agua, el capitán del buque haya decidido la inmersión de la nave.
Uno de los observadores que representa a la tripulación del ARA San Juan, Luis Tagliapietra, descree de la hipótesis del CTBTO. "Las certezas que nos viene dando este operativo es que el submarino no está en lo que fue marcado como epicentro del evento hidroacústico; tampoco está en cercanías de la última posición que se dio según la última comunicación. Es una zona que se revisó una y otra vez y no está” remarcó el abogado, uno de los querellantes en la causa que instruye la jueza de Caleta Olivia Marta Yáñez. Otro dato volcado recientemente a ese expediente es tenido en cuenta para la búsqueda del submarino, según admitió Tagliapetra a Clarín. Se trata de las tres comunicaciones que el buque intentó realizar después de su último contacto, a las 7:36 de la mañana del 15 de noviembre. "La Armada nunca los tuvo en cuenta y ahora son considerados para determinar una posición alternativa del submarino" reveló.
De los dos contactos descartados este miércoles, uno se encontraba a 2100 metros de profundidad, nivel nunca antes alcanzado hasta ahora en la búsqueda. El ROV necesitó tres horas para bajar al lecho del mar y generar la imagen hacia la cubierta del buque para que se comprobara que era una formación rocosa. Igual resultado arrojó el análisis de otro contacto, también en el área 8, desechado por la tarde, a 1800 metros. Ambos habían sido categorizados como C, de probabilidad fuerte, como los 16 anteriores descartados durante la fase de las operaciones iniciadas el 7 de setiembre por Ocean Infinity. Mientras el operativo lo coordinó la Armada, se habían desechado 81 contactos.
Mientras tanto, cuatro vehículos autónomos submarinos (AUV) del Seabed Constructor comenzaron a rastrillar desde el martes a la noche el área 9, ubicada al este de la 8, esto es, mar adentro. Ambas zonas, como la 10, aún más alejada del continente. El quinto AUV del buque barrió en tanto la zona de cañadones (ríos submarinos) del área 5, mientras a bordo seguía el análisis de los datos recogidos por los vehículos submarinos en las últimas áreas relevadas, la 7 y la 8, para la determinación de nuevos puntos de interés.
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