El hecho tuvo lugar en Niterói, una ciudad del estado de Río de Janeiro, cuando una caravana castrense recorrió las calles en medio de festejos y algarabía de los militantes de Bolsonaro, congratulados por el triunfo del excapitán.
Asimismo, frente a la casa del excapitán del Ejército en una zona acomodada de Rio de Janeiro, los gritos de emoción y alegría y los abrazos se mezclaron con un gran alboroto de fuegos pirotécnicos.
"No tengo nada que temer en un gobierno de un exmilitar. Este país necesita orden, y peor nunca podrá estar, con tanta corrupción e inseguridad", exclamó al borde las lágrimas Jaz Lima, profesora jubilada de 60 años.
Los gritos de triunfo apenas daban paso a los insultos contra el izquierdista Partido de los Trabajadores, del candidato perdedor Fernando Haddad y del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Un muñeco inflable con la imagen de Lula en vestido de presidiario fue levantado sobre la calle. "Aquí está este pueblo indignado, disconforme con la corrupción y la inseguridad, acompañando a Bolsonaro. Este pueblo habló. Es la primera vez que me siento representado", expresó André Luiz Lobo, un empresario de 38 años.
Envuelto en la bandera de Brasil, Daniel Reunieri, un abogado de 43 años, salió a celebrar la victoria con cuatro amigos en la Avenida Paulista, la principal arteria de Sao Paulo, capital económica y financiera del pais, fuertemente custodiada por las fuerzas de seguridad. "Bolsonaro está dando vuelta la página de la corrupción en Brasil", dijo Reunieri a la AFP.
Bolsonaro, un exparacaidista de 63 años, logró capitalizar la decepción y la rabia de una población golpeada por años de recesión y estancamiento y hastiada de los escándalos de corrupción.
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