El presidente Mauricio Macri y su par de China, Xi Jinping, en mayo de 2017.
El ministro de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere, suscribió en Beijing un histórico protocolo que garantiza la apertura al mercado chino de carnes argentinas congeladas y enfriadas con hueso. Fueron casi quince años de arduas negociaciones. Y no es el único avance alcanzado últimamente para expandir el comercio con China: en diciembre se había logrado la apertura de arándanos y arvejas secas, entre otros productos alimenticios.
Detrás de estas excelentes noticias para nuestro sector agropecuario, es llamativo que la Argentina todavía no parece tener claro cuál es el lugar de China en la política exterior. El ascenso del gigante asiático es imparable, camino a convertirse en la mayor potencia económica en pocos años. En ese contexto, América Latina se ha vuelto estratégica para China, que busca decididamente aumentar su presencia en la región mediante la expansión del comercio, las inversiones y la cooperación financiera. En el caso de Argentina, China ya es nuestro segundo socio comercial, con un potencial enorme aún por explorar.
No obstante, todo indica que para el gobierno argentino la relación con China no sería prioritaria. El foco predominante de la política exterior parece puesto en los Estados Unidos y en las eternas negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea. El viraje hacia el Pacífico vía mayor vinculación con Chile, algo que Mauricio Macri esbozó 2016, por ahora sigue siendo una interesante idea, con escasos avances concretos.
Con China pasan dos cosas: Por un lado, todo lo bueno que se logra en materia agropecuaria no podemos capitalizarlo. Se abren mercados, como el de la carne, pero insólitamente no tenemos producto para vender. Tampoco hay interés de nuestros empresarios en apostar a ese y a otros mercados emergentes de Asia, altamente complementarios. Esto se nota con claridad al observar las escuálidas comitivas argentinas en los foros asiáticos. Eso sí, nos seguimos quejando del déficit comercial y de la mitológica "invasión" de productos chinos.
Por otra parte, la Argentina no exhibe una postura clara respecto a qué tipo de sociedad queremos con china en materia de inversiones y cooperación financiera. Con relación a lo primero, la Argentina acaba de anunciar a China la postergación de las obras por la cuarta y la quinta central nuclear, por u$s 9.000 millones. Tras la primer "turbulencia" financiera, rompimos un contrato clave de nuestra relación bilateral. Dicho sea de paso, del cual China había aceptado su revisión en 2016, frente a las exigencias del nuevo gobierno.
En paralelo, surge la incógnita de qué pasará ahora con las obras del Ferrocarril San Martín, mega-proyecto estratégico para la logística argentina. Se trata de una inversión por U$S 2.400 millones, a cargo de la empresa la china CRCC, con financiamiento del Eximbank. Otras obras con participación china, como las del Belgrano Cargas y las polémicas centrales hidroeléctricas santacruceñas, tampoco han avanzado en los plazos esperados.
Lo positivo en materia de inversiones es que se nota un creciente interés de firmas chinas para invertir en minería, principalmente en litio. Los minerales son un sector clave para ayudar a equilibrar nuestra balanza comercial, deficitaria con China en más de u$s 5.000 millones. Por esa vía lograron superávits con China países vecinos como Brasil (hierro) y Chile (cobre). También ha sido una buena señal la inauguración del mayor parque solar de Latinoamérica, en Jujuy. Contó con participación mayoritaria de empresas y financiamiento chino.
Respecto a la vinculación de Argentina con entidades financieras chinas, lo más relevante ha sido la reciente incorporación de nuestro país al Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB). Otros seis países de la región ya se sumaron. No obstante, aún no hemos pagado la primera cuota de suscripción de capital, necesaria para comenzar a acceder a financiamiento. Previo a la corrida cambiaria, el AIIB tenía planes de desembolsar hasta u$s 500 millones en nuestro país. Habrá que ver cuál es la perspectiva a partir de ahora.
Al mismo tiempo, los swaps de yuanes a disposición del Banco Central siguen representando un porcentaje interesante de las reservas totales. Eventualmente, podrían ampliarse. China se ha mostrado proclive a expandir su cooperación financiera con la Argentina. Pese a la falta de constancia en nuestras posiciones, China inmediatamente expresó total apoyo a la Argentina en las negociaciones con el FMI.
Para ellos, no caben dudas que somos un socio estratégico, destinado a ocupar un lugar cada vez más relevante en Latinoamérica. Lo que falta es definir con mayor claridad de nuestra parte, qué es China y qué puede llegar a ser para el futuro del país. Algunos de nuestros vecinos resolvieron esta cuestión hace años.
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