Por Pablo Novillo - Diario Clarín
El espacio volvió a funcionar luego de una pelea de siete años que lo dejó inutilizable. También se hicieron obras en la plaza seca de la planta baja, afectada por un acampe.
Las obras están a cargo de la escenógrafa y vestuarista Julieta Ascar, ganadora del concurso para el diseño y la realización del telón del Teatro Colón, y responsable del nuevo escenario de la Feria de Mataderos. También participó el artista plástico Guillermo Kuitca.
Se instalaron 144 nuevas butacas, más los sistemas eléctricos y de iluminación, que se manejan desde una nueva cabina. Además, reformaron el escenario y recuperaron los revestimientos originales de las paredes, que sirven para mejorar la acústica. Construyeron nuevos camarines y recuperaron el hall de ingreso y dos salas laterales. En tanto, en la planta baja construyeron nuevas boleterías, arreglaron los pisos rotos y colocaron nuevos vidrios. Además, recuperaron la reja perimetral de la plaza seca. Y cinco esculturas fueron restauradas y limpiadas, y para protegerlas hubo que cerrar el patio y armar una puerta de ingreso.
Por ahora, los arreglos de los daños por la ocupación demandaron casi $ 4.000.000.
La segunda etapa, con obras en la sala de prensa y sanitarios, terminará en marzo.
El conflicto en la sala Alberdi comenzó en 2006, y de a poco se fue convirtiendo en una disputa tan surrealista como violenta. En diciembre la Justicia ordenó liberar el lugar, pero 4 personas comenzaron una toma que duró 80 días y fue acompañada por un acampe en la plaza seca de la planta baja.
Los ocupantes dormían, comían, defecaban y orinaban en las instalaciones de la sala, donde habían armado una barricada con las butacas que arrancaron del piso. Además, se robaron las consolas y equipos de audio y luces, y hasta los cables de electricidad. El panorama en la planta baja no era mejor. En el acampe había unas 40 carpas, y las cinco esculturas del patio central terminaron vandalizadas. Rompieron los pisos y saquearon boleterías y oficinas, entre otras barbaridades.
“El funcionamiento de todo el edificio se vio afectado. La gente tenía que entrar por una puerta de emergencia”, contó Gabriela Ricardes, directora del Centro Cultural, y agregó: “Tuvimos que suspender la programación y hasta se demoró la reparación del teatro San Martín porque no había por donde pasar los materiales”. En el Centro Cultural trabajan 700 personas y lo visitan unas 1.500 por día.
Ahora, la sala reabrió con el espectáculo coreográfico “La Wagner” y continuará a partir de este viernes con la obra “Melancolía y Manifestaciones”, de Lola Arias. La idea es que sirva como un espacio para artistas jóvenes de danza, teatro, música y artes digitales. “Esto es un ejemplo de que no hay que ceder ante el vandalismo. Un grupo de okupas pretendía robarse un espacio que es de todos los vecinos y la comunidad artística, y nosotros logramos recuperarlo”, afirmó el ministro porteño de Cultura, Hernán Lombardi.
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