viernes, 11 de enero de 2013

Un plan esperado, pero muy tardío


Por Diego Cabot - LA NACION

Fue un anuncio revolucionario para el alicaído sistema ferroviario metropolitano, digno de un gobierno que ha decidido hacer de la renovación de los trenes un eje de la gestión. La pregunta que surge inmediatamente es la siguiente: ¿por qué no lo hizo antes?

Pasaron nueve años desde que, primero Néstor y después Cristina Kirchner, se hicieron cargo de la administración del sistema de transporte metropolitano. Durante ese tiempo, los trenes se llevaron $ 4700 millones de lo que pagaron todos los que consumen gasoil con cada litro que cargan. Sólo para ilustrar el tamaño de la partida ferroviaria, el Estado entregó para subsidios en los primeros 11 meses de 2012 $ 5514 millones o, lo que es lo mismo, $ 15 millones por día.

Desde 2003 se sucedieron actos donde se anunció la compra de formaciones en estado de chatarra a España y Portugal por $ 1500 millones; se licitaron obras varias veces; se adjudicó un tren de alta velocidad que no pasó de la etapa de proyecto; se inauguraron ramales que nunca corrieron y se licitaron reparaciones de vagones viejísimos por varios centenares de millones de dólares. De los 18 años que pasaron desde que los trenes se concesionaron, casi 10 estuvieron gestionados por el kirchnerismo.

Durante ese tiempo, varios centenares de pasajeros, peatones o automovilistas murieron por fallas en las barreras o en los frenos de los coches o por la demora en obras necesarias como los pasos bajo nivel. Jamás se podrá remediar esa pérdida.

Pero la memoria kirchnerista es muy selectiva. A tal punto que, en el anuncio de ayer, el hasta hace meses responsable del transporte, Julio De Vido, estaba sentado en el escenario del anuncio. De Vido miraba como invitado a una fiesta ajena. Seguramente rogaría por lo bajo que la Presidenta no hiciera una retrospectiva de la política ferroviaria reciente.

El ministro Florencio Randazzo, ahora responsable de los transportes, tiene una triple misión: mejorar un sistema aniquilado, mostrar gestión y deambular por laberintos discursivos para decir que el sector está arrasado, pero que sus antecesores nada tienen que ver con el asunto.

Por el contrario, hubo retos varios para el jefe de gobierno, Mauricio Macri. A él sí la Presidenta le recordó la historia al mencionar los negocios de su padre en la década del 80. Tiene razón Cristina Kirchner cuando dice que los coches que se instalarán en la línea A fueron comprados por la Nación. Pero debiera también recordar que el estado actual de la red de subterráneos, la ecuación financiera de la concesión desquiciada y el bajo nivel de inversión de la red no tienen su origen en los 80, sino en su gobierno y en el de su marido..

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