Por Kenneth Roth -IF (Español)
He aquí los países con los que Obama debería endurecer su postura.
Durante la campaña presidencial estadounidense, el aspirante republicano Mitt Romney divulgó la famosa acusación de que Obama había "lanzado bajo un autobús a aliados como Israel". Se trataba de una extraña descripción de una política que presenció cómo el presidente realizaba solo un breve, y abandonado, intento de limitar la expansión de los asentamientos, la ausencia de esfuerzos serios para detener el trato discriminatorio (bajo el principio de "separados y no iguales") de los palestinos en las zonas bajo control israelí de Cisjordania y un decidido impulso encaminado a garantizar que el Tribunal Penal Internacional no tendrá jurisdicción sobre crímenes de guerra cometidos en territorio palestino.
Pero sí hay gran cantidad de gobiernos que merecen, sino ser empujados bajo el autobús, al menos que se les muestre la puerta de salida cuando de lo que se trata es del apoyo incondicional de EE UU. Los denominados realistas ofrecerán su habitual racionalización para ignorar este consejo. Su concepción de lo que constituye el interés nacional, no obstante, está pasada de moda en un mundo en el que las comunicaciones modernas facilitan que la gente se una alrededor de quejas comunes y hacen que sea peligroso para los Estados ignorarlas. Si algo enseñó la primavera árabe es la locura que supone confiar en figuras autoritarias para lograr la estabilidad.
En este nuevo mundo, defender los derechos humanos no solo refleja los valores de Estados Unidos sino también sus intereses. Es algo que debería estar en el mismo centro de la política estadounidense, no convertirse en una opción de conveniencia. Si Obama desea reforzar su legado en su segundo mandato, podría, y debería, endurecer su postura ante algunos de los amigos y aliados más desagradables del país. Este sería un buen comienzo:
JIM WATSON/AFP/Getty Images
|
Durante la campaña presidencial estadounidense, el aspirante republicano Mitt Romney divulgó la famosa acusación de que Obama había "lanzado bajo un autobús a aliados como Israel". Se trataba de una extraña descripción de una política que presenció cómo el presidente realizaba solo un breve, y abandonado, intento de limitar la expansión de los asentamientos, la ausencia de esfuerzos serios para detener el trato discriminatorio (bajo el principio de "separados y no iguales") de los palestinos en las zonas bajo control israelí de Cisjordania y un decidido impulso encaminado a garantizar que el Tribunal Penal Internacional no tendrá jurisdicción sobre crímenes de guerra cometidos en territorio palestino.
Pero sí hay gran cantidad de gobiernos que merecen, sino ser empujados bajo el autobús, al menos que se les muestre la puerta de salida cuando de lo que se trata es del apoyo incondicional de EE UU. Los denominados realistas ofrecerán su habitual racionalización para ignorar este consejo. Su concepción de lo que constituye el interés nacional, no obstante, está pasada de moda en un mundo en el que las comunicaciones modernas facilitan que la gente se una alrededor de quejas comunes y hacen que sea peligroso para los Estados ignorarlas. Si algo enseñó la primavera árabe es la locura que supone confiar en figuras autoritarias para lograr la estabilidad.
En este nuevo mundo, defender los derechos humanos no solo refleja los valores de Estados Unidos sino también sus intereses. Es algo que debería estar en el mismo centro de la política estadounidense, no convertirse en una opción de conveniencia. Si Obama desea reforzar su legado en su segundo mandato, podría, y debería, endurecer su postura ante algunos de los amigos y aliados más desagradables del país. Este sería un buen comienzo:
Afganistán
Ahora que el Pentágono se retira, cuenta con el presidente afgano
para que colabore con la transición planificada para 2014. Pero la
Administración Obama no ha utilizado su considerable capacidad de
influencia para disuadir a Karzai de que deje de quebrantar los derechos
de las mujeres, nombre a un presunto torturador como responsable de los
servicios de inteligencia, tolere la corrupción desenfrenada o bloquee
los intentos de hacer que los señores de la guerra que tiene como
aliados respondan por sus acciones.
Uzbekistán
Durante el levantamiento de 2005 en la ciudad de Andijan, el
presidente uzbeco, Islam Karimov, ordenó a las tropas que rodearan a los
manifestantes y dispararan a todo lo que se moviera. Cientos de
personas fueron asesinadas. Su Gobierno tortura a los disidentes de
forma sistemática y los encarcela por periodos de 15 a 20 años. Algunos
han sido hervidos vivos. A pesar de todo, la Administración Obama
minimiza sus brutales prácticas —y levantó sus restricciones para
venderle equipamiento militar— porque Uzbekistán proporciona una
alternativa a Pakistán para el reabastecimiento de las tropas en
Afganistán. Especialmente, en la medida en que desaparezca esta razón
fundamental, este pacto con el diablo debería llegar a su fin.
Camboya
En sus 28 años como primer ministro, Hun Sen, ha dirigido el
exterminio de innumerables oponentes políticos mientras incrementaba su
control sobre el Ejército, la policía y los tribunales. Pero la
Administración Obama no ha hecho casi nada para disuadirle de que cree
un Estado de partido único —por ejemplo insistiendo en que se permita
regresar al líder de la oposición en el exilio Sam Rainsy sin temor a
ser detenido— y no ha establecido condiciones para aumentar los lazos
militares o la ayuda. Camboya es el lugar en el que el presidente
estadounidense debería demostrar que su eje asiático no es en
realidad una competición con China por la lealtad de los autócratas de
la región, sino una visión para la democracia asiática.
AFP/Getty Images
|
Ruanda
Liderado por el presidente Paul Kagame, el Gobierno ruandés lleva
mucho tiempo beneficiándose del sentimiento de culpa de Washington por
el genocidio (la Administración de Bill Clinton se quedó de brazos
cruzados durante la masacre en 1994 de más de medio millón de personas) y
de la admiración por sus avances en la reconstrucción del país. Pero el
propio Frente Patriótico Ruandés, que se convirtió en el Ejército
Ruandas, asesinó a decenas de miles de civiles en la década de los 90;
el Ejecutivo usa las detenciones y la violencia para callar a la
oposición política y los militares, pese a las persistentes negaciones
del Estado, ha apoyado activamente a una sucesión de grupos rebeldes en
la vecina República Democrática del Congo. Ante la insistencia del
Congreso estadounidense, Washington ha suspendido, finalmente, parte de
la asistencia militar a Ruanda, pero aún continúa entrometiéndose de
forma política a favor del Gobierno y restando importancia a sus
crímenes. Como se ha visto con su apoyo militar a la sanguinaria
rebelión del M23 en el Congo oriental.
Etiopía
Washington se ha mostrado ciego a la, cada vez más dura, represión
que llevó a cabo el difunto primer ministro etíope, Meles Zenawi, que
falleció en agosto. A cambio de la ayuda de Etiopía para luchar contra
el terrorismo y combatir a los militantes de Al Shabab en Somalia, la
Administración Obama sofocó sus críticas a los crímenes de guerra de las
fuerzas de seguridad y las restricciones del Gobierno sobre la sociedad
civil, la detención de periodistas, la violencia contra manifestantes y
la puesta en marcha de políticas de desarrollo que perjudican a la
oposición política.
Arabia Saudí
Sí, tiene enormes cantidades de petróleo, pero los saudíes, que
necesitan dinero en efectivo para alimentar su Estado del bienestar, van
a venderlo independientemente de cómo les trate Obama. Mientras la
monarquía saudí retiene a miles de personas con detenciones arbitrarias,
impone restricciones arcaicas a las mujeres, suprime gran parte de la
disidencia, maltrata a su minoría chií e insiste en que el vecino
Bahréin aplaste a su movimiento a favor de la democracia, Obama se ha
mantenido en silencio.
AFP/Gettyimages
|
Bahréin
El país es la más patente excepción a la postura de Obama, en general, de apoyo hacia los manifestantes de la primavera árabe.
La familia Al Khalifa, que ostenta el poder, utiliza fuerza letal,
torturas y arrestos arbitrarios para reprimir las protestas. No
obstante, por deferencia a la sensibilidad saudí y temor a perder la
base para la Quinta Flota de la Marina estadounidense, la Administración
estadounidense ha permitido que una relación guiada por sus intereses
de seguridad se imponga a su preocupación por los derechos de los
ciudadanos de Bahréin —un criterio selectivo que socava su apoyo general
a la libertad árabe—.
México
Los cárteles de la droga del país han cometido crímenes horribles,
pero también lo han hecho las fuerzas de seguridad que el ex presidente,
Felipe Calderón, envío para combatirlos. Obama elogiaba de forma
sistemática la "gran valentía" de Calderón en su lucha contra los
narcotraficantes sin dirigir una palabra a los extendidos abusos de la
policía y el Ejército. La Administración ha enviado cerca de 2.000
millones de dólares para apuntalar la lucha antidroga de México, a pesar
de las amplias evidencias de violaciones de los derechos humanos y de
la existencia de unas fuerzas de seguridad tan corruptas que el Gobierno
mexicano ha tenido que recurrir a su Marina para luchar contra los
cárteles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.