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martes, 29 de enero de 2013
La peculiar lógica de la guerra en Malí
Por Dmitri Kósirev, RIA Novosti
Inesperadamente se libra una guerra en un lugar que no será encontrado a la primera en el mapa por todos los europeos: Malí. Hoy continúa la lucha por el control de la ciudad más grande en el norte de Malí, Gao. El actor principal es la aviación francesa. Francia goza del apoyo de Alemania y de Gran Bretaña, que el pasado 13 de enero anunció que también participaría en la operación contra los militantes islamistas en el país africano, ofreciendo sus aviones de transporte.
Lo más difícil ahora es pronosticar el desarrollo de los acontecimientos. No está claro si se trata de un episodio que finalizaría en breve o de una nueva página peligrosa en la historia mundial.
A quién apoyan los europeos
Se puede aplicar un enfoque propagandístico y acusar a los europeos de que su conducta carece de lógica en los últimos años. El quid del conflicto en Malí se explica simplemente como la lucha contra los islamistas, contra los guerrilleros armados supuestamente vinculados con la red terrorista de Al Qaeda, que últimamente decidieron ampliar la zona que estaba bajo su control en el norte del país y se dirigieron hacia el capital de Malí, hacia el sur.
Así las cosas, los europeos se unen para oponer resistencia a la llamada “amenaza terrorista”, una lucha que se ha convertido casi en la tarea principal de la política mundial desde 2001, cuando se libró la guerra en Afganistán contra el movimiento radical talibán y la anunciada Al Qaeda. Esto es explicable y lógico.
Pero ¿qué hicieron los europeos y, ante todo, los franceses en Libia hace más de un año? ¿Por qué contribuyeron a la toma del poder por las personas cuyos intereses son afines con los insurgentes de Malí?
¿Y por qué los europeos, aunque se abstienen de librar la guerra en Siria, no apoyan el régimen del presidente sirio Bashar Asad sino a los islamistas? Se puede recordar también los bombardeos de la antigua Yugoslavia en 1999, cuando Europa y EEUU volvieron a apoyar a los islamistas y terroristas que conquistaron tierras ajenas (en Kosovo).
Dentro de un par de años después de esto, tuvo lugar un caso similar. Europa respaldó a los terroristas chechenos en vez de a Moscú, que luchaba contra ellos.
Por otro lado, los europeos participaron activamente en la operación antiterrorista en Afganistán que llega hoy a su fin. Aunque la comunidad europea se pronunciaba, en su mayoría, por la salida de aquella guerra, ésta continuaba.
Ahora no se debería esperar una actividad militar de los europeos, teniendo en cuenta la crisis financiera que azota a Europa. Además, EEUU que hace poco se echaba a la espalda la carga principal de las guerras gozando sólo de apoyo por parte de otros países, ahora hace todo lo posible para evitar operaciones militares de gran escala.
Así fue en el caso de Libia. EEUU participaba en la operación a distancia. Por otro lado, Europa no suele manifestar su independencia en los asuntos relacionados con los conflictos bélicos. Y si ya se podría imaginar que el anterior presidente francés, Nicolas Sarkozy, librase una guerra, es difícil hacerlo con el actual líder galo, François Hollande, que parece un hombre de suaves maneras.
¿Dónde está la tradicional lógica europea en las guerras actuales, en las que con cada vez más frecuencia los islamistas radicales luchan contra otras fuerzas políticas?
No se debe olvidar de África
Dejemos aparte las conclusiones generales. La actual guerra en Malí tiene motivos concretos sin cualquier lógica.
Se trata de la costumbre de tomar a los franceses como rehenes que tienen los insurgentes de este país africano, que provienen de Argelia y actúan en el territorio de varios países. Mientras se libraron combates en Malí, una operación de menor escala tuvo lugar en Somalia. Los franceses hicieron un intento de liberar a su oficial capturado hace más de tres años por los islamistas de este país. Parece que no tuvieron éxito.
Además, Malí pertenece a los países africanos de habla francesa, es decir, anteriormente fue una de las colonias de Francia. En tales países que son los más pobres de los más pobres esto tiene importancia, y el presidente de Malí, Dioncounda Traoré, pidió la ayuda a Francia.
Cabe mencionar que se trata de una operación militar legal desde el punto de vista del Derecho Internacional, una operación que hasta inspira respeto. Y se puede pasar por alto que el presidente sirio Bashar Asad, atacado por las mismas fuerzas, puede hacer lo mismo: pedir la ayuda de alguien.
No se debe olvidar a EEUU. Las autoridades de Malí fueron socios importantes de Washington en un programa cuyo coste ascendía a 600 millones de dólares y que debía frenar la extensión del Islam radical hacia nuevos países. Que Francia sea el actor principal en esta guerra pasó por mera casualidad. En otra coyuntura, EEUU podría encabezar la operación militar en este país.
La guerra en Malí sólo acaba de empezar. Podemos hacer pronósticos respecto a sus consecuencias. ¿Quizás los que consideraban que se podían ignorar los acontecimientos en África no tuviesen razón? ¿Quizás el futuro del mundo dependa de lo que pase en África?
Se oía hablar más de 100 veces de que una guerra de envergadura es la mejor salida de una crisis. Y tanto Europa como EEUU y muchos otros países siguen experimentando la crisis cuyo origen no está bien claro.
Se decía hasta que las propias crisis provocan guerras, al menos porque muchos países empiezan a actuar de manera imprevisible durante las crisis. Así es el caso de Francia.
En todo caso, ¿no es una nueva guerra mundial que se libra como resultado de la crisis? Y que esta vez la guerra se haya librado en Malí es mera casualidad. Está también Somalia y Yemen, que no se distinguen mucho de Malí.
Existe un Oriente Próximo azotado por las revoluciones, donde todas las revueltas empiezan con habladurías sobre la necesidad de derrocar a los dictadores y posteriormente todo se reduce con frecuencia al extremismo islámico.
Además, hay una nueva realidad. Europa anteriormente estaba en contra de su participación en la operación militar en Afganistán y otros conflictos bélicos, pero ahora la situación ha cambiado.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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