Der Spiegel Hamburgo - Por Stefan Schultz
Una empleada de la empresa alemana Bosch Solar Energy en la
inauguración de la central solar de Arnstadt (Alemania), en agosto de 2010. - AFP
Era uno de los motores de la renovación energética alemana. Pero
Q-Cells, la cuarta empresa especialista en energía fotovoltaica, se ha declarado
en quiebra. La culpa es de la competencia china, pero también de la política de
subvenciones adoptada por Berlín.
No hace mucho tiempo, Q-Cells parecía una empresa de futuro. Hubo un tiempo en el que
esta empresa era el mayor fabricante de paneles solares del mundo. Incluso en
plena tormenta financiera, Q-Cells seguía siendo una empresa rentable y una
buena inversión. Alrededor de su centro de producción, en Bitterfeld-Wolfen, en
una antigua región de producción de carbón en Sajonia-Anhalt, se desarrolló el
"Solar Valley" apodado así en referencia al Silicon Valley
de California.
Pero, debilitado desde hace algún tiempo, el Sonnental atraviesa por sus horas más bajas con la quiebra de Q-Cells. La empresa ejemplar de la energía del futuro podría no tener ningún futuro en absoluto: en 2011, Q-Cells registró unas pérdidas de 846 millones de euros. El "Solar Valley", donde trabajan aún cerca de 2.200 empleados de Q-Cells, podría sufrir drásticos recortes.
Y eso no es todo, porque el proceso se acelera. En diciembre de 2011 desaparecieron dos gigantes del sector: el berlinés Solon y la empresa de Erlangen [en Baviera] Solar Millenium. Una empresa india, Microsol, retomó la base del negocio de Solon y sigue empleando a 400 de los 1.000 empleados de Solon. La quiebra de Solar Millenium ha afectado a miles de pequeñas empresas.
Otras empresas también se han declarado insolventes en marzo de 2012, entre ellas Scheuten Solar, que tiene el mayor panel solar del mundo en Friburgo desde hace ocho años.
La crisis de la energía solar alemana afecta a todas las empresas que han hecho malas elecciones, a aquellas que, a pesar de la desaceleración récord del mercado, reaccionaron demasiado tarde o sin demasiada decisión.
La política de estímulo dirigida por el Gobierno era un modo excelente de desarrollar el sector de las nuevas tecnologías ecológicas, pero cada vez es menos pertinente en un mercado actualmente ya maduro. La limitación de estas subvenciones no cambia gran cosa y no podía salvar a las empresas que han ido acumulado errores de gestión desde hace años.
Q-Cells es el mejor ejemplo de ello. En verano de 2011, esta empresa comenzó a deslocalizar gran parte de su producción hacia Malasia. Entonces, ya estaba claro que los trabajadores alemanes no podrían rivalizar con sus homólogos asiáticos.
Por otro lado, el sector solar se encuentra entre las prioridades de Pekín, que ofrece a los fabricantes créditos con tipos de interés muy ventajosos.
Las empresas que, como Q-Cells, tenían un centro de producción en Alemania, estaban condenadas desde hace tiempo por haber subestimado a la competencia mundial. La promoción de la energía solar acabó haciendo estallar la demanda entre 2009 y 2011. La demanda es tal que incluso las empresas más rezagadas han logrado vender sus productos en grandes cantidades.
Esta aceleración de los últimos años cambió el destino de los fabricantes alemanes del sector solar, ya que llevó a los industriales a producir en masa y sobre todo en China.
Por otro lado, el Gobierno alemán redujo significativamente el 1 de abril las subvenciones públicas al sector solar. A medio plazo, la competencia mundial afectará a otras partes de la industria solar alemana, como a Centrotherm, que fabrica máquinas que sirven en la producción de células fotovoltaicas. Si bien es cierto que estas máquinas son cada vez más sofisticadas, en el sector en general los fabricantes asiáticos presentan más modelos.
No obstante, cabe destacar que existen empresas alemanas que no se han contentado con cobrar subvenciones y que han desarrollado un modelo competitivo. Un ejemplo de ello es Juwi, que imagina grandes parques solares y que también apuesta por la energía eólica.
Por lo tanto, en el mercado alemán deberían surgir nuevas empresas, sobre todo entre los proveedores de servicios. Podría tratarse de empresas encargadas del mantenimiento de los parques solares o de intermediarios con los que los proveedores podrían vender su energía en bolsa. A pesar de ello, en el "Solar Valley" se apagarán muchas luces.
Pero, debilitado desde hace algún tiempo, el Sonnental atraviesa por sus horas más bajas con la quiebra de Q-Cells. La empresa ejemplar de la energía del futuro podría no tener ningún futuro en absoluto: en 2011, Q-Cells registró unas pérdidas de 846 millones de euros. El "Solar Valley", donde trabajan aún cerca de 2.200 empleados de Q-Cells, podría sufrir drásticos recortes.
Miles de pequeñas empresas afectadas
Esta quiebra es un nuevo golpe para el sector solar alemán. Q-Cells es la cuarta empresa del sector que se ha declarado en quiebra y su desaparición podría aumentar en gran medida la dependencia de los fabricantes de paneles solares alemanes de sus competidores asiáticos. Y todo ello a pesar de los miles de millones de euros de ayuda repartidos por el Gobierno y mientras la energía solar es cada vez más competitiva.Y eso no es todo, porque el proceso se acelera. En diciembre de 2011 desaparecieron dos gigantes del sector: el berlinés Solon y la empresa de Erlangen [en Baviera] Solar Millenium. Una empresa india, Microsol, retomó la base del negocio de Solon y sigue empleando a 400 de los 1.000 empleados de Solon. La quiebra de Solar Millenium ha afectado a miles de pequeñas empresas.
Otras empresas también se han declarado insolventes en marzo de 2012, entre ellas Scheuten Solar, que tiene el mayor panel solar del mundo en Friburgo desde hace ocho años.
La crisis de la energía solar alemana afecta a todas las empresas que han hecho malas elecciones, a aquellas que, a pesar de la desaceleración récord del mercado, reaccionaron demasiado tarde o sin demasiada decisión.
La política de estímulo dirigida por el Gobierno era un modo excelente de desarrollar el sector de las nuevas tecnologías ecológicas, pero cada vez es menos pertinente en un mercado actualmente ya maduro. La limitación de estas subvenciones no cambia gran cosa y no podía salvar a las empresas que han ido acumulado errores de gestión desde hace años.
Q-Cells es el mejor ejemplo de ello. En verano de 2011, esta empresa comenzó a deslocalizar gran parte de su producción hacia Malasia. Entonces, ya estaba claro que los trabajadores alemanes no podrían rivalizar con sus homólogos asiáticos.
Productos fáciles de copiar
Hacía ya unos años que algunos advertían a la empresa de esta situación. Las células fotovoltaicas no son productos tecnológicos muy sofisticados y se pueden copiar fácilmente. Si la producción se automatiza en gran medida, todo lo necesario para establecer una fábrica resulta mucho más económico en un país como China, desde las paredes hasta los equipos de limpieza.Por otro lado, el sector solar se encuentra entre las prioridades de Pekín, que ofrece a los fabricantes créditos con tipos de interés muy ventajosos.
Las empresas que, como Q-Cells, tenían un centro de producción en Alemania, estaban condenadas desde hace tiempo por haber subestimado a la competencia mundial. La promoción de la energía solar acabó haciendo estallar la demanda entre 2009 y 2011. La demanda es tal que incluso las empresas más rezagadas han logrado vender sus productos en grandes cantidades.
Esta aceleración de los últimos años cambió el destino de los fabricantes alemanes del sector solar, ya que llevó a los industriales a producir en masa y sobre todo en China.
Transformarse en proveedores de servicios
Sólo en 2011, el precio de un panel fotovoltaico se redujo entre un 30 y un 40%, mucho más rápido que los costes de producción en Alemania. Y este año se espera incluso una gran subida de estos mismos costes de producción. El resultado es que los países asiáticos aumentan su ventaja competitiva. En 2008, China fabricaba el 33% [de los paneles solares] mundial y en 2011, esta cifra ascendía al 57%.Por otro lado, el Gobierno alemán redujo significativamente el 1 de abril las subvenciones públicas al sector solar. A medio plazo, la competencia mundial afectará a otras partes de la industria solar alemana, como a Centrotherm, que fabrica máquinas que sirven en la producción de células fotovoltaicas. Si bien es cierto que estas máquinas son cada vez más sofisticadas, en el sector en general los fabricantes asiáticos presentan más modelos.
No obstante, cabe destacar que existen empresas alemanas que no se han contentado con cobrar subvenciones y que han desarrollado un modelo competitivo. Un ejemplo de ello es Juwi, que imagina grandes parques solares y que también apuesta por la energía eólica.
Por lo tanto, en el mercado alemán deberían surgir nuevas empresas, sobre todo entre los proveedores de servicios. Podría tratarse de empresas encargadas del mantenimiento de los parques solares o de intermediarios con los que los proveedores podrían vender su energía en bolsa. A pesar de ello, en el "Solar Valley" se apagarán muchas luces.
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