Estimado Gustavo te agradezco tu colaboración:
Por Gustavo E. Andrés*
Al analizar el comportamiento de la sociedad argentina con las fuerzas
armadas, resulta interesante destacar que en general, desconoce entre
cuestiones de defensa y asuntos militares, quizás por ignorancia
racional. Si se recuerda el cierre del artículo anterior “los asuntos militares son cosas de militares”,
posiblemente se comprenda que a los políticos desde la restauración de
la democracia, este principio les ha servido para desentenderse de estas
cuestiones. A diferencia de la mayoría de países anglosajones o
europeos, en Argentina hablar de este tema para un político, es el
camino seguro a perder votos y sin ellos, no existe futuro en la
política.
¿Cómo se resolvería este conflicto?
Primero es bueno entender que la política es un intercambio de ideas
abiertas donde valorizamos intereses, jerarquizándolos en fines (lo que
queremos) y medios (lo que tenemos) con la idea de transformar
conflictos en problemas comunes. Por tanto el sistema político como
conductor nacional, es el encargado de diseñar la política tendiente a
terminar con esta situación.
Si realmente el poder civil aspira a sostener instituciones militares
integradas al sistema democrático, la conducción nacional debe
establecer las directivas que permiten al Ministerio fijar un plan
militar acorde a las necesidades. En otras palabras, así como el
Ministerio de Economía prepara su plan económico, se debería tener un
plan de defensa claro, preciso, no retórico y vacío de contenido. El
ciudadano común debe percibir que sus impuestos, están dirigidos a
solventar un bien público como son la salud, educación, o transporte,
que en definitiva es, una póliza de seguro, cuya prima constituye la
inversión que está dispuesta a realizar una Nación, para asegurar que
sus activos tangibles e intangibles estén al mismo nivel de riesgo que
el país más seguro o con menores riesgos del mundo. Para llevar a cabo
esta función debe existir una organización de profesionales entrenados y
dotados del equipamiento necesario, para actuar ante una amplia gama de
situaciones complejas que incluyen como opción teórica, un acto de
fuerza para preservar la seguridad nacional.
Nunca habrá recursos suficientes para satisfacer todas las necesidades
del estado. Por ende, debe observarse opciones, establecer
requerimientos, determinar prioridades, tomar decisiones para asignar
los recursos limitados a las necesidades más críticas, para todos lo
bienes públicos incluidos el sector, a pesar que en este caso, sus
beneficios solo se perciben en circunstancias extremas. El planeamiento
en la materia es un proceso destinado a establecer requerimientos
militares sobre la base de una evaluación de las necesidades de
seguridad nacionales y a seleccionar fuerzas militares que satisfagan
los requerimientos dentro de los límites fiscales. La misión militar
debe tener como propósito, los objetivos nacionales a los que contribuye
y como tarea, los objetivos específicos que determinan su rol.
La ley Nº 23.554 promulgada en 1988, es un documento que encuadra a la
Argentina en realidades propias de la primera mitad del siglo XX, en
otros términos describe escenarios afines con las llamadas guerras de II
generación, cuyo elemento distintivo era la capacidad de movilización
de un país y su poder de fuego o quizás de III generación, las guerras
de maniobras y superioridad tecnológica. Hoy el mundo vive inmerso en
las llamadas guerras de IV generación, caracterizadas por la baja
seguridad nacional frente al terrorismo ideológico, la existencia de
guerrilla de orientación política con conexiones en el narcotráfico
internacional y donde la población civil queda altamente expuesta sin
existir una guerra declarada. Se generan así conflictos de baja
intensidad y asimétricos, en los cuales una organización militar
estatal, debe neutralizar a grupos radicalizados que se valen de todos
los métodos a su alcance para equiparar el combate.
En la actualidad el instrumento militar argentino es una organización
burocrática, que responde a los impulsos de un ministerio, integrado por
funcionarios políticos ignorantes de la especialidad, acompañados por
un staff de burócratas preparados para confeccionar anualmente el
Sistema de Planeamiento Estratégico Conjunto (JSPS) y el Sistema de
Planificación, Programación y Presupuestos (PPBS), copiando la dinámica
de los países evolucionados en este aspecto, pero vacíos de contenido
práctico. Una simple observación permite ver el fracaso por caso, de las
operaciones logísticas para asegurar el funcionamiento de las bases
antárticas, las cuales siempre contribuyeron a afianzar un objetivo
nacional sobre un interés vital como es la soberanía territorial.
Durante décadas, esta tradicional operación era solo noticia en los
diarios, cuando el rompehielos amarraba en dársena norte finalizando la
campaña. Esta como otras innumerables coyunturas que podrían
describirse, son una muestra patética de la degradación del sistema, que
ya no puede llevar a cabo ni estas periódicas operaciones conjuntas.
Se requiere que el conocimiento sobre la Defensa Nacional, bien público
puro, difunda en la cultura ciudadana. Debe formarse una sólida
comunidad de expertos que puedan aportar al debate y cooperar en el
desarrollo del conocimiento sobre esta ciencia integradora de varias
disciplinas. Es requisito clave que no solo el mundo académico militar
sea el ámbito para la discusión de estos temas. La universidad y los
centros de posgrados civiles también deberían ser espacios de estudio de
esta temática. La misma como en varias oportunidades se expresó, es un
bien público a pesar que no es visible y raramente consumido por la
gente, como son la infraestructura vial o la justicia, las cuales
generalmente no pasan un día sin que las empleemos. Pero es
imprescindible, que esta póliza cuyo costo asume el Estado con nuestros
impuestos para seguridad de todos, sea en esencia útil para los
argentinos. Actualmente en nuestro país es cara, no confiable y por
sobretodo no cubre el menor riesgo.
A modo de paradigma, España luego de quince años de democracia desde el
derrumbe de Franco logro una supremacía civil activa en las esferas de
defensa, resultado de un conocimiento documentado sobre la organización
militar, la educación, doctrina y la asignación de recursos. Las
potencias militares occidentales, EE.UU, Reino Unido, Francia y
Alemania, y otros países europeos con una alta calidad institucional
estatal como Noruega, Suecia y Holanda, tienen muy claro la importancia
de esta área, contribuyendo a afianzarla no solo con un destacado gasto
asignado en el presupuesto nacional para equipamiento y entrenamiento de
sus fuerzas militares, sino también con un nivel de conocimiento
académico de los civiles, que contribuye a una mejora continua del
sistema.
Sin el compromiso del poder civil es difícil que la sociedad asuma al
sector y a las organizaciones que conforman el área, como un bien
público y considere a las instituciones militares un componente más de
la institucionalidad democrática y a sus integrantes, profesionales de
la función pública, en la máxima jerarquía ya que son los argentinos que
en trances críticos, deben exponer sus vidas para cumplir los objetivos
nacionales. Sería muy valioso enterrar el fantasma del golpe militar
para gobernar en forma autoritaria el país y el castigo crónico a una
organización como las fuerzas armadas que se equivocaron, como también
lo hicieron los partidos políticos al apoyar de forma directa o
indirecta gobiernos autocráticos.
Aun en forma orgánica como administradoras de recursos específicos,
nuestras fuerzas armadas, son una de las pocas organizaciones en el
territorio doméstico, quizás la única, capaz de hacer viables, los
objetivos estratégicos nacionales que la conducción del quehacer
nacional necesita materializar en tiempos de paz, contribuyendo al
desarrollo económico. Se podría mencionar, actuar frente a inesperados
cataclismos, llevar a cabo obras públicas de infraestructura,
compitiendo con el sector privado a costos relativos inferiores, generar
empleo útil y estable, sin olvidar por cierto su preparación especifica
y primaria para monopolizar la violencia en caso de requerirse su uso.
Resulta necesario dotar al Ministerio y a su conducción de equipos de
trabajo, con los grados de libertad de acción en tiempos de paz, para
tomar decisiones orgánicas y operacionales que le permiten salir a las
organizaciones militares de su letargo para transformarse en un vector
de crecimiento nacional ya sea, por sus operaciones de vigilancia y
control, por adquisiciones, investigación científica, como vector del
desarrollo industrial o por generar empleo capacitado, entre varias
opciones más que podemos mencionar.
También es imprescindible que el sector comience a proporcionar
beneficios tangibles. El instrumento militar es una parte eminente, pero
no la única en la defensa y seguridad de un estado y además debe ser
bien administrado. A diferencia de EE.UU, Reino Unido, Francia,
Alemania, Italia, España o recientemente China, Brasil o Sudáfrica, la
industria bélica argentina no genera una cantidad sustancial de empleos
para la población. Por ende los políticos no pueden beneficiarse de los
votos obtenidos, verbigracia con la instalación de polos industriales
del sector, gestionando que las inversiones se realicen en sus
distritos. Por lo tanto una aproximación al principio de la ignorancia
racional, expresaría: los políticos no adquieren información, porque el
costo de hacerlo excede el beneficio esperado.
El área comprende igualmente investigación, tecnología e innovación que
se derrama sobre la economía de un estado, en conocimiento básico, a
nivel de laboratorio, desarrollo a escala piloto y producción industrial
específica. Asimismo sus aplicaciones indirectas son el medio para la
motorización de una variada gama de actividades industriales y de
servicio. En la actualidad un país no solo importa por su dotación de
recursos naturales, su valor relativo está dado por el núcleo de
habilidades empresariales o “kernel of know how” que lleva en su matriz.
Por su naturaleza, el sector constituye un “cluster” fundamental de
adelanto tecnológico.
La Argentina reclama soberanía sobre las islas del Atlántico sur,
Malvinas, Georgias y Sandwich, el continente Antártico y necesita
controlar y defender actualmente 950 mil km2 de mar que comprende su
zona económica exclusiva y en un futuro serán 1, 5 millones de km2,
siendo esta región una de las principales reservas en recursos naturales
del mundo. Por ende llama poderosamente la atención, que el octavo país
del mundo en cuanto a superficie territorial, piense que expresando en
forma vehemente en los foros regionales y mundiales “paz y democracia”,
tiene garantizado no verse afectada por la anarquía, que es frecuente
observar en la construcción del orden internacional.
Para superar esto es necesario que el gobierno considere a las fuerzas
armadas un pilar esencial del sostenimiento de la república como
institución y defensoras actuales de los valores universales que
contribuyeron al progreso del hombre, reflejados en la Revolución
Francesa, la Declaración de los Derechos del Hombre o de Naciones
Unidas. Estos principios “liberté”, “égalité” y “fraternité”, “peace,
freedom, democracy” o unión, justicia, paz, defensa, bienestar y
libertad, son palabras que contienen conquistas, por las cuales también
deben velar las fuerzas armadas de una Nación democrática y soberana.
Pero aún más significativo es que el poder político encuentre en sus
instituciones armadas, el medio natural para proveer a la defensa común
que expresa, el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional. Las fuerzas
armadas son el instrumento adecuado para asegurar la forma
representativa, republicana y federal de gobierno y respaldarla en todas
las provincias del territorio y reponer si es requerido, a las
legítimas autoridades en caso de ser depuestas por la sedición. Sin sus
fuerzas armadas será muy difícil a la Nación mantener su identidad y
cohesión para asegurar su supervivencia como estado soberano.
Por último si la política argentina no consigue cohesionar a todos los
actores internos, entre los cuales están las instituciones armadas, no
logrará la necesaria libertad de acción para enfrentar los intereses
externos. Sería adecuado que recordemos que la Asamblea General de la
ONU se refirió en el año 1986, respecto al concepto de seguridad
nacional, expresando que "es una condición en la que los Estados
consideran la inexistencia de peligro alguno para que se produzca un
ataque militar, presión política o coerción económica, por lo que puede
libremente continuar con su desarrollo y progreso...".
Quizás esta frase de Ayn Rand sintetice el fundamento del porque “un
estado nación, una fuerza de defensa”. “Todas las razones que hacen que
el inicio de fuerza física sea un mal absoluto, hacen que el uso
defensivo de la fuerza sea un imperativo moral. Si una sociedad
"pacifista" renunciase al uso defensivo de la fuerza, quedaría indefensa
a merced del primer matón que decidiese ser inmoral”.
Notas relacionadas: El conflicto de las fuerzas armadas argentinas (Primera Parte)
* Escuela de Defensa Nacional. MS en Defensa Nacional.
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