Por Roberto Seifert - LA NACION
Según Ildefonso Pla Sentis, la Argentina orienta bien sus planteos agronómicos en áreas afectadas
Ildefonso Pla Sentis y Roberto Casas. Foto: SOLEDAD AZNAREZ
Que haya 13 millones de hectáreas afectadas en distintos grados por procesos de salinización en la zona húmeda y subhúmeda de la Argentina es motivo suficiente de preocupación, más aún si se considera que ese daño podría ir en aumento si no se hace un uso racional del suelo. Es un porcentaje importante de tierras si se tiene en cuenta que en el país son 34 millones las hectáreas cultivadas.
El problema tiene su origen a fines de la década de los 70 como consecuencia de inundaciones y, luego, de años excesivamente húmedos. Superada esa contingencia comenzó una etapa de intensificación agrícola que fue deteriorando los suelos, que trajo aparejada procesos de salinización.
Desde entonces el Instituto de Suelos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrolla ensayos con gramíneas tolerantes para recuperar suelos en campos que el organismo tiene en General Villegas, Carlos Tejedor -representativos de los suelos del noroeste bonaerense- y en Chascomús, que sirve de testigo para una parte importante de la pampa deprimida del río Salado.
Para tener una visión de cómo se está trabajando y enriquecer el conocimiento sobre esta problemática, el INTA invitó al experto español en suelos Ildefonso Pla Sentis, quien dictó un curso en la Estación Experimental Castelar y recorrió los ensayos. "Están bien orientados en la recuperación de suelos", dijo Pla Sentis en una entrevista con La Nacion, a la que concurrió acompañado por el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, Roberto Casas.
Pla Sentis es ingeniero agrónomo y tiene un doctorado en la Universidad de California y actualmente es catedrático de la Universidad de Lleida, en su Cataluña natal. Asimismo, desarrolló actividades en distintos países de América.
Pla Sentis y Casas aclararon que en general todos estos procesos se denominan de salinización, pero dentro de éstos, un caso particular es la sodificación. En los primeros hay en los suelos presencia de cloruro de sodio , que no crea problemas tan graves como el bicarbonato de sodio que está en el agua freática de la zona subhúmeda y húmeda de la Argentina. Esto último se denomina sodificación y es lo que provoca la destrucción del suelo.
"Siempre se ha considerado a la Argentina uno de los países del mundo con más reservas de tierras agrícolas de calidad y eso ha llevado muchas veces a creer que nunca iba a haber problemas", dijo el experto español, tras lo cual advirtió que estas tierras "por muy buenas que sean no aguantan cualquier tipo de uso y poco a poco se pueden ir deteriorando".
Es así como, según el ingeniero agrónomo Casas, en el área húmeda y subhúmeda argentina hay alrededor de 13 millones de hectáreas afectadas en distintos grados por proceso salino-sódicos, que están en proceso de recuperación y empiezan a cobrar importancia para la producción ganadera, desplazada por la agricultura de las tierras con mejores aptitudes, y que ahora busca expandirse alentada por los mejores precios.
No obstante, Pla Sentis advirtió que si no se manejan adecuadamente las tierras para evitar el escurrimiento de agua e inundaciones, las regiones afectadas podrían ser más. Tras recorrer los ensayos Pla Sentis tuvo una impresión positiva en los trabajos observados. "Van en la dirección correcta: la recuperación comienza por allí, utilizando variedades de gramíneas, cuyas raíces van recuperando la estructura del suelo, aunque es un proceso lento", dijo el investigador.
No obstante, Pla Sentis advirtió que esta problemática debe tener un enfoque integral. "No sólo hay que atender los suelos deprimidos, sino que también hay que ocuparse de las áreas agrícolas más altas, como, por ejemplo, las lomas, que aparentemente no tienen problemas", dijo el experto. En tal caso, advirtió Pla Sentis que si estos suelos se manejan mal (falta de rotaciones, monocultivo, ausencia de cultivos de cobertura) "se degradan, pierden su estructura, el agua no se infiltra y termina escurriendo a las zonas bajas, agravando el problema de salinización de estos suelos".
Acerca de las pasturas tolerantes usadas en los ensayos, Casas dijo que en otoño se emplea básicamente agropiro alargado y en primavera Grama rhodes (especie megatérmica), Melilotus albus y Melilotus o fficinales y L otus tenuis. "Para producir biomasa se utiliza el maíz de Guinea, que se pica y con su rastrojo se hace cobertura que sirve de base para implantar una pastura como agropiro", señaló el experto. Al respecto, Pla Sentis explicó que esa cobertura de residuos vegetales es importante para cortar la evaporación.
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miércoles, 26 de octubre de 2011
Avanza la recuperación de suelos salinos
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