viernes, 28 de octubre de 2011

Escondidos bajo tierra: desaparecieron los coleros de la city porteña y las "cuevas" cerraron hasta nuevo aviso

Por Ruben Ramallo - iProfesional.com
El batallón de inspectores que salió a las calles provocó la huída de quienes se dedicaban a la venta de dólares en el circuito paralelo. Los departamentos, transformados en rudimentarias oficinas, quedaron vacíos. ¿Cómo es el negocio y cuando ganan estos "prestanombres" e intermediarios?
"La gente del 3º no está. Desde el martes que la oficina permanece cerrada". "Toque timbre, pero hace días que no vienen". Estas son algunas de las frases que hoy por hoy repiten hasta el hartazgo los encargados de varios edificios de la city porteña. Y son en respuesta a las visitas que reciben diferentes pisos de departamentos que -en vez de tener un hall de entrada y un cómodo living con un sofá- están "decorados" con escritorios, planillas de cálculos y computadoras. Sucede que las famosas "cuevas" cerraron hasta nuevo aviso.

Los motivos saltan a la vista: desde la semana pasada un enjambre de inspectores y funcionarios de diferentes reparticiones oficiales -Banco Central, AFIP, UIF, Prefectura Naval y Gendarmería- desembarcó en el microcentro para "identificar" a "todo sospechoso" que esté en busca del tan codiciado billete verde destinado a ser transaccionado en el circuito informal.

Y el temor que genera este accionar hizo que estas cuevas, que se dedican a operar con el dólar "blue" o marginal, decidieran bajar la persiana y apagar la luz. Su estrategia es la de tomarse un respiro hasta que pase el temblor para luego ver qué hacer. Otras, en cambio, decidieron mudar su centro de atención a barrios alejados del centro porteño, para así seguir operando con la mayor discreción posible. 
Quedó en claro que la "profundización del modelo" tiene, como uno de sus ejes, frenar una fuga de capitales que pone en riesgo varios de los pilares de la actual gestión económica.

¿Cuáles son los puntos que preocupan?
1. En primer lugar, que puede quebrar la hasta ahora pacífica convivencia entre "dólar y consumo". Es decir, en los meses previos a los comicios los argentinos pudieron darse ambos gustitos a la vez. Ahora, el desmedido crecimiento en la compra del primero (se proyectan u$s3.600M sólo en octubre) amenaza con resentir al segundo, con todo lo que esto significa. El siguiente cuadro muestra la aceleración de esta salida de divisas, que ya supera el pico registrado en la crisis campo Gobierno:
2. En segundo término, el riesgo que representa que el Banco Central siga "desangrándose" de divisas. Como dato, cabe recordar que, desde 2008, Brasil pudo aumentar un 90% sus reservas y Latinoamérica un 70%. La Argentina, junto a Venezuela, fueron los únicos que perdieron.
"El nivel de fuga actual es incontinuable. El tema es tan prioritario que en la Argentina no se puede hablar de ningún programa económico si no se detiene primero la salida de dólares", señala Carlos Melconian con rotunda contundencia.

3. En tercer orden, se calcula que la fuga rondará los u$s24.000 M en 2011, para un ingreso por saldo de balanza comercial (exportaciones menos importaciones) de unos u$s9.000 M. A este rojo, que podría ascender a unos u$s15.000M se suma una brecha a financiar en 2012 que, según Rodrigo Alvarez, analista de Ecolatina, alcanza los u$s10.000M. "La principal preocupación de los inversores es de dónde van a salir esos dólares". De modo tal que erradicar (o minimizar) el volumen de divisas operado en el mercado del dólar paralelo se transformó en unos de los objetivos clave del Gobierno, si bien este circuito mueve sólo una pequeña parte del total.

¿Por qué la demanda no cede?
La psicosis por el verde billete se sustenta en unos pocos puntos clave.
En primer lugar, porque para quien ya compró su LCD, recambió algún equipamiento del hogar o renovó su auto (puesta al día del consumo) la compra de dólares se presenta como mejor opción ante el plazo fijo.
En segundo término, por la sencilla razón de que la divisa quedó barata frente a las subas salariales y a la inflación. Y esto hace que muchos argentinos perciban que se dará un lento y progresivo ajuste del tipo de cambio. Finalmente, porque sirve como activo de resguardo ante los temores que trae la crisis global.

Ellos son, según la visión de los operadores consultados por iProfesional.com, los factores que ayudan a explicar por qué las empresas, los bancos y el público minorista aceleraron el ritmo para hacerse de billetes.
No obstante, en lo que se refiere al circuito paralelo, se suma otra cuestión. Y es el mayor interés por parte de ahorristas e inversores de pagar un sobreprecio (0,24 centavos) para no caer en la lupa oficial.
Así las cosas, el "blue" cotiza a $4,50 (frente a los $4,26 del valor pizarra).

Este valor muestra un empinamiento con respecto a los registros anteriores, coincidente con la presión oficial sobre el mercado marginal, tal como se muestra en el siguiente cuadro:

"Tarde o temprano, cuando aumentan los controles, los precios de la escasez suben", afirma off the récord, un veterano cambista.

¿Cuánto ganan las cuevas y los coleros?
Por hacer media hora de cola y comprar con su DNI unos u$s2.500, la "tarifa de mercado" del colero es de unos 120 pesos. La operatoria es simple: adquieren dólares en las casas de cambio a precio pizarra que luego son vendidos en el mercado negro a un mayor valor. Con la diferencia de cotización actual, de unos $0,24, (4,50 vs. 4,26), la ganancia "bruta" de la cueva es de unos $2.400 por cada 10.000 dólares.
Aquellas que mueven unos u$s100.000 por día obtienen unos 24.000 pesos. De ese monto, deben restarle el pago que efectúan a los coleros y a los punteros.

Estos últimos son los encargados de:
• Regentearle a las cuevas a este verdadero "ejército" de personas "prestanombres", que son los que van con su DNI a las casas de cambio.
• Repartir las grandes sumas de dinero que reciben de las cuevas -fuentes del mercado hablan de u$s100.000 diarios- entre unos 40 o 50 coleros.
• Recolectar los dólares comprados por éstos y llevarlo a las cuevas.

Hasta antes de los controles oficiales, estas reuniones (puntero-coleros) solían ser a las 10 de la mañana, en una esquina de la city, para encontrarse -una hora más tarde- en otro punto ya con los billetes verdes adquiridos y el comprobante de la operación. Al mediodía regenteaban a otra tanda de coleros. Y así hasta las 15 horas, que es cuando dejan de operar las casas de cambio.

Según fuentes del mercado, se ha llegado a detectar que "hay grupos con tantos coleros que pueden mover hasta un millón de pesos diarios". Sin ir más lejos, el lunes pasado -cuando se realizó un amplio control en la city- trascendió que la Prefectura Naval inhabilitó a 40. Y el viernes anterior la Gendarmería Nacional había detenido a 85. Claro está que muchas veces no son fáciles de detectar.

Presiona, presiona, que el mercado se achicará
La presión sobre las agencias y los bancos ha sido de tal magnitud que llevó el volumen negociado en este mercado informal a tocar su registro mínimo en mucho tiempo. Quienes transitan a diario el microcento reconocen que los coleros ahora están "escondidos bajo tierra". Y algunos rostros que hasta hace poco eran "figuritas repetidas" de visualizar -en particular en las calles Sarmiento, Reconquista y San Martín- ahora brillan por su ausencia. "Quien transita las calles habitualmente observa que hoy el paisaje es de una tranquilidad que hace una semana era inimaginable", afirma Gustavo Giraldez, director de ZonaBancos.com.

En cuanto al volumen de dinero que opera el circuito informal fuentes del sector reconocen que el mercado marginal puede mover entre 25 y 30 millones de dólares diarios. Una cifra menor si se la compara con lo que se transacciona en el ámbito formal, si bien su dimensión se agiganta al considerar quiénes conforman las negociaciones.

Pero el freno en la actividad no se limita a las cuevas y a los coleros. De hecho, muchas casas de cambio debidamente autorizadas realizan, al margen de su actividad principal, este tipo de negocios. Son las que en estos días no pueden operar de manera habitual pues tienen a las fuerzas de seguridad custodiando las puertas de los locales. "Prácticamente este jueves no hubo negocios. Los controles fueron nuevamente muy severos", señala un cambista. "Ello explica por qué muchos les dieron vacaciones a las secretarias y se fueron unos días afuera. Por lo menos, hasta que todo esto pase, si es que pasa", agrega.

También se ha dado en estos días que, al no poder comprar divisas, entonces muchos se han dedicado a vender. Vale decir, que ahora buena parte de quienes operan en el circuito informal "cambiaron de bando" y se convirtieron en "arbolitos", desarrollando esta tarea sobre la calle Florida y algún tramo de la Avenida Corrientes. Con su nueva actividad compiten centavo a centavo con los históricos, bien conocidos por su firme presencia en la puerta de locales en los que la venta de los productos exhibidos en vidriera queda muchas veces en un segundo plano. Su target por lo general son turistas, que buscan transformar sus verdes billetes en moneda local. La ruta final de ese dinero suele ser, también, alguna de las cuevas de la zona, ahora cerradas hasta nuevo aviso.

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