Editorial del diario La Nación
La Argentina debe volver a ser un país respetuoso de las reglas que caracterizan el Estado de Derecho
La publicación del índice oficial de precios minoristas de enero de 2007 puso por primera vez en obvia evidencia la manipulación realizada en su elaboración. El incremento mensual del 1,1 por ciento informado por el Indec era sustancialmente menor que cualquier percepción de la realidad para ese mismo mes. La apertura más detallada de la información puso de manifiesto que se habían utilizado algunos precios que respondían a listas oficiales, que el Gobierno había intentado imponer pero que no se acataban, y que además se había introducido algún caprichoso cambio metodológico. La maniobra no le fue fácil al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, su impulsor obediente y mano ejecutora.
Las presiones sobre el Indec se venían produciendo desde mediados de 2006, cuando Moreno emplazó y amenazó fuertemente a la entonces directora nacional de Condiciones de Vida del organismo, Clyde Trabuchi, y comenzó a requerir información a Graciela Bevacqua, responsable de los índices de precios. Después de enero de 2007, ambas funcionarias fueron desplazadas al resistirse a manipular las estadísticas y a entregar información amparada por el secreto estadístico y requerida por el Gobierno para verificar el cumplimiento de los controles de precios. Muchos otros profesionales del organismo también reaccionaron, resistiendo la maniobra y denunciándola públicamente. De la misma forma pagaron las consecuencias al ser trasladados a funciones menores o forzados a renunciar y ser reemplazados por personas leales al secretario Moreno.
Desde entonces, la medición del índice de precios minoristas sistemáticamente ha mostrado un evidente alejamiento de la realidad. Este falseamiento contaminó otras mediciones del Indec, como las de pobreza e indigencia y las de crecimiento de la actividad económica.
Las denuncias se multiplicaron y varias de ellas ingresaron en la Justicia. La causa fue tomada por el juez Rodolfo Canicoba Corral e impulsada por el entonces fiscal Carlos Stornelli. La Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, conducida entonces por Manuel Garrido, inició una investigación. Esta avanzó recogiendo pruebas importantes, llegando a solicitar que el Indec fuera intervenido. También actuó la Defensoría del Pueblo, entonces a cargo de Eduardo Mondino, reclamando la normalización del organismo. Sin embargo, nada de esto fue efectivo. Garrido renunció en marzo de 2009 agraviado por las limitaciones de todo tipo que le impusieron desde el Poder Ejecutivo. El fiscal Stornelli salió de la causa convocado a funciones en el gobierno de la provincia de Buenos Aires. La causa judicial transcurre lentamente, con peritajes y declaraciones, pero después de cuatro años sigue aún sin sentencia.
Intentando probablemente alguna conclusión exculpatoria, el Gobierno convocó a cinco universidades nacionales a realizar un análisis de las metodologías y procedimientos del Indec. El informe fue presentado en noviembre de 2010 con severas críticas y observaciones no sólo a la metodología empleada desde enero de 2007, sino también a la forma de relevar y utilizar los datos ingresados en la medición del índice de precios. Las universidades recomendaron corregir estos graves desvíos y normalizar el organismo, dándole la autonomía que lo preserve de las actuales manipulaciones.
La pérdida total de confianza en las estadísticas oficiales trajo como consecuencia lógica la elaboración de índices de precios por instituciones y consultoras privadas. Una sociedad organizada no puede funcionar sin un índice confiable de inflación. Se requiere en miles de relaciones contractuales, en la proyección de los negocios, en las discusiones salariales y en casi todas las mediciones económicas. Varias provincias llevan también índices de inflación. Algunas de ellas fueron presionadas por el gobierno nacional para acompañar la manipulación, otras se mantuvieron independientes y continuaron reflejando la realidad. Los índices elaborados por estas últimas y los de consultoras privadas han mostrado una gran similitud, exponiendo desde diciembre de 2006 hasta enero de 2011 una inflación minorista del orden de 120%, contra un 40% del Indec. El último acto autoritario del secretario Moreno ha sido amenazar a estas consultoras con la aplicación de severas multas recurriendo en forma inapropiada a la ley de lealtad comercial para amedrentarlas.
El fraude en el Indec es causa de enorme desprestigio externo y descalificación de nuestro país. Las estadísticas publicadas por los organismos internacionales llevan una nota aclarando que la información oficial sobre inflación en la Argentina es sensiblemente distinta y menor que la medida por entidades independientes. El falseamiento de los índices de precios es considerado un factor principal de ausencia de seguridad jurídica. Piénsese si no en lo que esto significa para todos los tenedores de títulos públicos nominados en pesos y ajustados por el índice de precios oficial.
Es inaceptable que hayan transcurrido cuatro años de esta situación sin que existan señales de que será corregida. Unimos nuestra voz al reclamo de volver a ser un país respetuoso de las reglas que caracterizan el Estado de Derecho. La cuestión del Indec es, además, de orden moral.
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martes, 22 de febrero de 2011
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