Si bien su principal destino sigue siendo el forrajero, crece más como consumo fabril
El maíz se ha convertido en un insumo clave para una creciente variedad de industrias en el mundo. Si bien el consumo forrajero sigue siendo el principal destino, el consumo industrial viene creciendo a un ritmo mucho más acelerado. En la última década aumentó un 84%, mientras que el consumo del cereal como insumo para la alimentación animal se incrementó en un 15 por ciento.
Foto: La cadena de maíz argentina tiene excelentes oportunidades para los próximos años. / SANTIAGO FIOROTO.
El maíz tiene múltiples usos industriales. Se utiliza en la fabricación de bebidas (en muchos lugares del mundo la Coca-Cola se endulza con fructosa de maíz, por ejemplo), de biocombustibles (etanol), productos farmacéuticos y cosméticos, papel, textiles, preparaciones alimenticias (copos, aceite, sémolas, golosinas, etc.), pegamentos, entre otras. Asimismo, se están desarrollando nuevos usos, como plásticos biodegradables.
Estas conclusiones, entre otras, surgen de un trabajo coordinado por la Fundación Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI) y encomendado a la Asociación de Maíz y Sorgo Argentino (Maizar) en el marco del Programa de Inserción Agrícola (PIA). El trabajo realiza un extenso y completo análisis de las oportunidades que presenta el mercado mundial para los productos de la cadena del maíz y analiza el posicionamiento de la Argentina, frente a sus competidores.
Dado que la Argentina está en una etapa de búsqueda de su desarrollo industrial, debería aprovechar la ventaja de contar con una producción eficiente de maíz para el desarrollo de alguna de estas industrias. De esa manera conseguiría potenciar la generación de valor agregado en origen.
Según el estudio del PIA, la cadena del maíz argentina enfrenta excelentes oportunidades para los próximos años. Las razones para que esto ocurra son el aumento del consumo mundial de ese cereal (que fue del 35% en la última década) y sus derivados, la posible incorporación de China al conjunto de países importadores de maíz, las excelentes perspectivas de crecimiento que tiene el etanol, las posibilidades que se les pueden abrir a la ganadería y a la producción avícola frente a las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur y el creciente desarrollo de industrias que utilizan el maíz como insumo.
El grado de ventaja que se pueda sacar de esta situación dependerá de la sinergia con la que trabajen los distintos eslabones de la cadena y su interacción con el sector público. En los últimos años, a la par del crecimiento del consumo del cereal, los actores que participan en el comercio internacional están cambiando lenta pero sustancialmente. China podría comenzar a ser importador del cereal y dejar de abastecer una importante cantidad de mercados en la región como son República de Corea, Malasia, Japón, Indonesia e Irán. Ya a partir de julio de 2010 China dio indicios de ello y podría incrementar sus compras en el futuro. La UE, en cambio, uno de los principales mercados del maíz argentino, podría convertirse en un comprador poco dinámico, e incluso en caída de sus compras, debido especialmente a la entrada de nuevos países en el bloque europeo que son fuertes productores de maíz.
También hay mucho margen de crecimiento en las producciones nacionales que utilizan al maíz como insumo. Por ejemplo, según proyecciones de la FAO-OCDE, en los próximos 10 años el consumo mundial de leche en polvo crecería un 31%; el de carne aviar, 29%; manteca, 28%; carne de cerdo, 23%, y el de carne vacuna, un 15%. Todos derivados del maíz forrajero. Sin embargo, también podría abrirse oportunidad para el desarrollo y/o crecimiento de otras industrias locales que utilizan el maíz como insumo.
En este contexto, se debe tener en cuenta la eficiencia demostrada por la Argentina en la producción de maíz: fue el país que más avanzó en materia de rendimientos a nivel mundial. Su tasa de crecimiento de 2000 a 2010 fue del 49%. En ese período, el rendimiento promedio fue de 6700 kg por hectárea. La media más alta se consiguió en 2009, con 8400 kg/h, seguida por la cifra alcanzada en 2010, unos 8080 kg/h. De esta manera, se acorta la brecha respecto de los rendimientos alcanzados por el principal productor mundial de maíz, Estados Unidos, que genera el 40% de la producción. En el mismo período, esa potencia incrementó su rendimiento en un 19%, con un promedio de 9339 kg/h en los diez años.
El estímulo a la producción de maíz parece clave para el mundo, esperemos que también lo sea para la Argentina.
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