Por Fernando Bertello - LA NACION
En Sudáfrica, en una zona de mínimas lluvias, una firma donde se desempeña el argentino Francisco Lafuente obtiene más de 8000 kilos
En el medio de Sudáfrica, en una zona desértica donde apenas llueven 280 milímetros por año, hay un milagro. Allí, contra el Orange River, un río que representa el límite con la república de Namibia y en cuyas cercanías del pueblo de Hopetown se encontró el primer diamante sudafricano importante, el trigo rinde entre 8000 y 8200 kilos por hectárea.
Foto: Desde el aire, una imagen del trigo bajo riego en Sudáfrica. / GENTILEZA FRANCISCO LAFUENTE.
Esa hazaña viene siendo realizada con un planteo bajo riego en un campo de 1800 hectáreas con 57 pivotes y uno de sus protagonistas es Francisco Lafuente, un argentino que allí se desempeña como gerente de operaciones de Russell Stone, un fondo de inversión. Si bien habitualmente el trigo rinde en promedio entre 8000 y 8200 kilos por hectárea, el año pasado el clima frío afectó el llenado y el promedio fue de 7500 kilos. En total habían implantado 1530 hectáreas con el cereal. "El trigo y todos los cultivos de este campo son bajo riego. Las lluvias casi no le aportan al trigo, porque los 280 milímetros caen desde noviembre a mayo", comentó Lafuente a La Nacion.
Ante esa situación, allí proyectan una contribución de 650 milímetros con riego bajo el período del cultivo. El trigo que se observa en la foto de esta nota fue sembrado entre el 27 de julio y el 17 de julio pasado, después del cultivo de maíz, que también se hace con riego y donde se aportan 900 milímetros. De hecho, cuando la empresa donde trabaja Lafuente se hizo cargo del campo, ya venía de una rotación trigo/maíz con rendimientos de 13.500 kilos por hectárea para el caso del maíz.
"En trigo usamos variedades de dos semilleros locales. Son trigos semiduros con muy alto rendimiento en proteína. El año pasado fue en promedio de 15,5%. La industria molinera es la que determina qué variedades son las que quieren y ningún semillero larga nada al mercado sin que ellos lo aprueben previamente", contó. En materia de ciclos, utilizan variedades de intermedias a cortas con una densidad de 150 kilos por hectárea promedio. "Arrancamos con los ciclos más largos con 120 kilos y terminamos en julio con 170 kilos en los ciclos más cortos", indicó.
El riego viene de la mano del otorgamiento de permisos de agua. Como Sudáfrica tiene generalmente un déficit hídrico, el uso del agua está regulado. "Uno tiene que comprar un permiso de extracción de agua para cada hectárea cuando uno obtiene agua de cuencas hídricas (ríos, represas, por ejemplo). Si sacás agua de pozo no necesitás permiso, pero el tema es que no hay agua de pozo salvo en algunas pocas zonas", afirmó.
En Sudáfrica, el permiso de agua es independiente de la tenencia de la tierra. En ese contexto, puede ser vendido o alquilado a otro productor. Para tener en cuenta, desde 2001, con el fin de promover la participación de personas de color en el negocio agrícola (la mayoría del país es de comunidad negra) sólo se venden permisos de explotación de agua a empresas que clasifican como BEE Score 3 (con 35% en mano de inversores negros).
Además, los permisos se dan según la cuenca de riego. En algunas se venden los metros cúbicos usados, en otras milímetros por hectárea y en otros casos directamente se paga un canon una sola vez. "Los permisos expedidos previos a 2001 y en manos de empresas 100% de color blanco son respetados a rajatabla, pero no pueden solicitar agua adicional. Nosotros tenemos una empresa en el grupo con BEE Score 4 (71% de color) que estamos en proceso de registrar permisos de explotación de agua", comentó.
Entre los costos que más gravitan figuran fertilizantes y la electricidad. "El fertilizante es nuestro principal insumo. Gastamos US$ 632 en trigo y 810 dólares en maíz. Luego no le aportamos nada de vuelta al suelo, ya que quemamos todo el rastrojo y esterilizamos el suelo quemando la materia orgánica", señaló.
¿Por qué se queman? "Se queman para poder sembrar con máquinas que no tienen cuchillas corta rastrojo. No podemos usar cuchillas ya que las piedras (hay muchas piedras) las destruyen por lo tanto usamos púas abresurcos. Estas púas se empastan con todo el rastrojo y es imposible sembrar. Por eso se queman", dijo.
"Estamos buscando la vuelta con otro tipo de sembradoras y limpiando las piedras con máquinas para poder entrar con cuchillas corta rastrojos que nos permitan sembrar en directa (allí ya hacen soja en lotes limpios de piedras que fueron quitadas con equipos finlandeses y dinamarqueses para este fin)", agregó.
A Lafuente también le preocupa el costo en electricidad. Más aún, como en Sudáfrica hay un plan de inversión para construir usinas de carbón y nucleares que va a ser financiado por los consumidores, las tarifas van a subir el 85% en los próximos tres años. "Por eso, el costo por hectárea de riego se nos va a casi duplicar", remarcó.
Sobre un costo total de 1404,73 dólares por hectárea, 632 dólares se lo lleva el rubro fertilizantes y US$ 205 los 650 mm de riego. Entre otros rubros, allí gastan también 117,14 dólares de semilla, US$ 43 de herbicidas y 23,6 de fungicidas e insecticidas.
En la cuenta final, el margen resulta interesante. En la última campaña, el margen bruto en trigo fue de 1070,27 dólares. A diferencia de los productores argentinos, que entre retenciones y las trabas oficiales tienen un fuerte descuento, allí tuvieron un precio de venta de 330 dólares que aprovecharon con el rinde promedio de 7500 kilos por hectárea.
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domingo, 27 de febrero de 2011
El milagro de hacer trigo en el desierto
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