Por Alcadio Oña - Diario Clarín (En Foco)
Estaba cantado que el Gobierno iba a aumentar las partidas destinadas a subsidiar la energía y el transporte de pasajeros, tal cual hizo esta semana. Y eso era tan previsible como lo es que la ronda no concluirá aquí: habrá que poner más .
Los $ 5.660 millones agregados ahora son una derivación del agotamiento de los recursos previstos para aquellos fines. Y habían sido computados en planillas previas del Ministerio de Economía, o sea, la resolución oficial blanqueó gastos ya ejecutados.
La cuenta Formulación de la Política Energética es una de las que Julio De Vido exprime para bancar los subsidios a las tarifas de luz y gas y las importaciones que demanda una estructura frágil por donde se mire. Incluidos los nuevos fondos, canta 20.573 millones y hay 18.363 millones comprometidos, nada menos que el 89,3 % : no sería un gran acierto decir que los recursos disponibles son insuficientes.
Esos 20.573 millones duplican al monto que existía en junio y el contraste revela la velocidad a la que corren las necesidades del sector. Un ejercicio similar muestra que se ha consumido el 78 % del presupuesto anual previsto para subsidiar el transporte automotor. Otro tanto pasa en el caso de trenes y subtes. Augurios, nuevamente, de que la plata hoy a mano no alcanzará .
Y así como ahora le tocó a la energía y al transporte, pronto llegará el turno de Aerolíneas Argentinas y Austral. Más de lo mismo: al lunes pasado se había utilizado el 90 % del cupo que tienen. Como tantos otros, el Gobierno sabe que la montaña de subsidios suena a bomba de tiempo .
Según Asap, un instituto especializado en el análisis de las cuentas públicas, sólo en el primer semestre la factura completa ascendió a 32.366 millones, con un aumento del 63 % respecto del mismo período del año pasado. Del total, casi el 90 % lo absorbieron energía y transporte. Tampoco nadie descubrirá nada si asegura que en 2011 serán desbordados largamente los 48.800 millones de 2010.
Ese monto supera en un impresionante 1.380 % al de 2005. Durante los primeros tres años de Cristina Kirchner, fueron 112.700 millones y escalarán a muchos más al cabo del cuarto. Pero si la lluvia de números puede abrumar, abrumadoras son, al fin, las magnitudes en juego . Ni las retenciones a las exportaciones, con la soja como estrella, alcanzan ya para sostener semejante estantería.
La explosión de subsidios explica, en gran parte, que el gasto público aumente todos años arriba del 30 %. Y que sea necesario recurrir, crecientemente, al Banco Central, para afrontar vencimientos de la deuda y liberar, así, recursos para otros gastos. Eso, más el uso intensivo de los fondos de la ANSeS, del PAMI, la Lotería Nacional y de cuanta caja haya a mano.
Dado que el modelo luce insostenible, en el Gobierno ya piensan en recortes, montados sobre ajustes graduales en las tarifas de las capas de ingresos medios y altos . Pero será un tema para después de las presidenciales de octubre.
En el horizonte más próximo asoman otros problemas. Uno es Brasil. En realidad, la notoria desaceleración de su economía : había crecido 7,5 % el año pasado y ahora marcha al 3,6 %. También están replegándose el consumo y la generación de empleo. El cuadro puede pegarle a las exportaciones argentinas. Según su magnitud, con mayor fuerza en autos, hierro y acero, plásticos y maquinaria. Traducido: menor actividad en ramas clave de la industria .
Dentro de esa relación estrecha, un factor adicional asoma en la paulatina devaluación del real. Y aun cuando los especialistas le asignan un peso inferior al de la economía, el riesgo es que derive en aumento de las importaciones y en un déficit en el comercio bilateral aún más alto que el actual.
La fuga de capitales o, lo que es lo mismo, la avidez por el dólar son, también, cosas del presente. Por causas diversas, entre ellas el tembladeral internacional y expectativas puestas en el después de octubre, el proceso fue particularmente intenso a fines de agosto y comienzos de setiembre. Según cálculos privados, la salida habría pasado los US$ 15.000 millones en los ocho primeros meses y rebasaría los 20.000 millones en todo el año. Esto es, el doble de 2010 y cerca del récord de 2008.
Combinado con un superávit comercial en retroceso, el panorama implica caída en las reservas del Central. Y, eventualmente, menor poder de fuego frente a contingencias cambiarias.
La enorme masa de subsidios pega directo en las cuentas fiscales, desde hace un tiempo sostenidas con recursos que no provienen exclusivamente de la recaudación impositiva. Y la erosión de los activos del BCRA toca una caja poderosa, que el Gobierno estruja cada vez más.
No son las únicas luces amarillas encendidas hacia 2012, porque también están la inflación, el deterioro del tipo de cambio que ella provoca y la precariedad del sistema energético.
Así, si uno da por segura la reelección de la Presidenta, Cristina Kirchner gobernará con márgenes bastante más estrechos a los que tenía cuando asumió, a fines de 2007. Cualquier economista lo sabe, hasta quienes desde el poder levantan discursos siempre jactanciosos.
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domingo, 9 de octubre de 2011
Los subsidios son una montaña enorme y no hay plata que alcance
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