Por Coronel de la reserva del Ejército Brasileño Fernando Montenegro* (Dialogo)
Militares del Ejército de Brasil patrullan una de las entradas del Complejo Maré, en Río de Janeiro. (Foto: Coronel Fernando Montenegro)
Las Fuerzas Armadas Brasileñas redujeron de $15 millones de reales mensuales a $300.000 reales las ganancias provenientes del narcotráfico en la favela Complejo de Maré, en Río de Janeiro, desde el comienzo de la ocupación. Esa pérdida trajo como consecuencia un gran recelo entre los líderes de las tres principales facciones del crimen organizado carioca. En febrero un campanero o espía ganaba $700 reales por semana, pero actualmente solo cobra si tiene suerte. A pesar de esto, la situación está muy lejos de ser resuelta y no por culpa de los militares.
La mayor parte de la sociedad cree que el crimen organizado en las favelas es llevado a cabo por narcotraficantes con fusiles que venden drogas. Eso es solo la punta del iceberg de una red que oculta a miles de personas desarmadas que viven de la renta directa o indirecta de los estupefacientes en las comunidades.
Por eso, es fundamental que, antes de una ocupación militar de esta magnitud, el Estado entienda el impacto económico que provocará la asfixia del narcotráfico y ofrezca alternativas a las personas. Eso no se llevó a cabo en el Complejo de Alemão y, cuando las Fuerzas Armadas se retiraron, la situación volvió a ser crítica, lo que puso en tela de juicio la credibilidad del procedimiento.
Los habitantes del Complejo de Maré observaron esta situación y saben que la permanencia de las Fuerzas Armadas es pasajera. A esto se sumó el asesinato, a fines de 2014, de un líder comunitario que apoyó notoriamente a las tropas en Maré pero cuya seguridad no fue garantizada.
La ocupación de esta favela ha presentado características muy diferentes a las experiencias en Alemão y Haití, por la fuerte interacción de los militares con la población y con las organizaciones criminales.
En Alemão solo había una facción criminal; la invasión fue inesperada y no les permitió a los delincuentes armados escapar con las drogas y armas. Sin embargo, las otras estructuras del narcotráfico se mantuvieron, lo que permitió que funcionara después de la retirada del Ejército.
En la favela Maré, observamos que tanto el Ejército como otras tres facciones rivales del crimen organizado no abandonaron el área para no renunciar al territorio, ya que sabían que las Fuerzas Armadas no permanecerían allí eternamente. Dos de esas facciones se enfrentan desde 2009 en una violenta disputa por el territorio.
En Alemão, la clave para conseguir buenos resultados fue capturar una enorme cantidad de armas y drogas apenas comenzada la operación. Eso fue posible gracias a las órdenes de búsqueda y detención colectivas asociadas a una línea de denuncia.
En Haití, el Batallón de Brasil controla la situación, porque tiene “carta blanca” para revisar todas las casas y detener a cualquier persona que esté portando armas de fuego visiblemente. Operativamente, esta es la única forma de garantizar a la tropa el mismo grado de libertad que tiene el crimen organizado para entrar en todas las casas, valiéndose del terror que causan.
La decisión política de no conceder esas mismas facultades al Ejército en Maré ha causado un desgaste innecesario en los militares y el cumplimento de la misión se ve afectado. Como resultado de las reglas de enfrentamiento restrictivas para los militares, los estupefacientes se venden y consumen en el interior de las casas, se utiliza a los menores para que arrojen piedras a las tropas y los narcotraficantes ocupan terrazas desde donde preparan emboscadas para los militares después de las operaciones de detención y confiscación de armas y drogas. Los tiroteos suceden todos los días, duran horas y ya hirieron a cuatro militares, de los cuales uno falleció. Una guerra asimétrica en el patio de casa.
Todos saben que la presencia de los militares en Maré se debe al Mundial y, si dependiera de los políticos, se postergaría hasta las Olimpíadas. Así como sucedió en Alemão (donde se extendió por 520 días), una vez más afirmaron que sería por un espacio de tiempo corto, pero desde ya se puede percibir que no será así.
Podríamos analizar innumerables observaciones sobre las operaciones militares, pero la verdad es que la solución al problema se encuentra dentro de la esfera política. La sociedad tiene que entender que las Fuerzas Armadas deben ser una herramienta de decisión, porque son el último recurso que se emplea. Por eso, no pueden continuar actuando bajo los mismos protocolos legales que rigen a las fuerzas policiales. Es como usar la misma fórmula ineficiente para un medicamento, solo que con un paquete diferente, y esperar resolver el problema de esa manera. Es necesario reformular las reglas de enfrentamiento si se pretende lograr la eficiencia en las operaciones y preservar a las Fuerzas Armadas.
*Fernando Montenegro – Coronel R/1 Fuerzas Especiales del Ejército Brasileño – Fue comandante de la Fuerza-Tarea Sampaio en la ocupación y pacificación de los complejos de favelas Alemão y Penha en 2011.
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lunes, 1 de junio de 2015
Deben revisarse las reglas de enfrentamiento para ocupar las favelas
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