La concentración de nutrientes que algunos alimentos tienen es abrumadora: cantidad de vitaminas, minerales, fibras y antioxidantes y muy pocas calorías, de ahí sus beneficios. Aquí, seis súper alimentos
Para conseguir un equilibrio completo la clave está en la elección de lo que comemos. Todas las frutas y verduras son buenas para la salud, pero algunas son más poderosas que otras por la proporción de vitaminas, minerales y nutrientes que contienen y que el cuerpo necesita. Algunos alimentos frescos y sin procesar están llenos de increíbles beneficios que tienen un efecto duradero en el cuerpo. Los que tienen los efectos más positivos se denominan súper alimentos y son muy recomendables por sus propiedades desintoxicantes excepcionales. Pero no hace falta volverse un fanático ya que todos los pasos que demos hacia una alimentación saludable son importantes. Aquí, seis súper alimentos con muchas bondades.
Arándanos
También llamados blueberrys o uvas del bosque, son muy pequeños, de color azulado y sabor agridulce, tienen muchas vitaminas, fibras y minerales, muy poco sodio y cada 100 gramos sólo 30 calorías. Hay arándanos negros (que son los más comunes) y rojos de mejor sabor y aunque se pueden conseguir congelados durante todo el año, lo ideal es disfrutarlos ácidos y frescos en su temporada alta cuando están bien maduros, con la piel tersa y el color brillante. Hay que lavarlos antes de consumirlos y se comen crudos o en tortas, helados, jugos y tartas.
Quínoa
Aunque es considerada un grano pertenece a la familia de las quenopodiáceas (como la acelga y la espinaca) pero se la compara con los cereales por su contenido de almidón y su forma de cocinarla. Se la conoce también como arroz andino, trigo inca o quinua y se cultiva en el norte de Argentina y de Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Es muy pequeña, ligeramente dura y granular, y tiene sabor a nuez. Muy rica en hidratos de carbono, proteínas, grasas insaturadas, minerales y vitaminas del complejo B, C y E, además aporta fibras y no contiene gluten.
Naranjas
Una de las fuentes más seguras de vitamina C es la naranja. Se come cruda para que no pierda sus nutrientes en la cocción y también tiene fibra y flavonoides de la fruta. Aunque se crea que el jugo de naranja es una alternativa sana más rápida, es preferible comer la fruta entera ya que refuerza las defensas del organismo y contribuye a reducir el colesterol. Las ralladuras de naranjas frescas añaden sabor, color y acidez a ensaladas y a muchos platos cocinados y además son una buena fuente de potasio, calcio, ácido fólico y otras vitaminas del grupo B.
Paltas
En sentido estricto la palta es una fruta, pero se usa principalmente en platos salados y se la considera una hortaliza. Con una historia que se remonta al año 7.000 a. C., fue muy apreciada por los incas y los aztecas por su suave textura y posiblemente por sus propiedades saludables. Rica en aceites y en vitamina E (cosa poco frecuente en una hortaliza o fruta), también tiene varias vitaminas B y en términos nutricionales se dice que es un alimento casi completo. Aunque tiene un elevado contenido de calorías y grasas, la mayor parte son monoinsaturadas.
Huevos
Los de gallina son los que se consumen con más frecuencia, pero también pueden ser de pato o de codorniz. Todos ellos tienen distinto color, tamaño y sabor, y contienen los ocho aminoácidos esenciales, constituyentes básicos de las proteínas, tan necesarios para el crecimiento de los niños y los adolescentes y para mantener la buena salud de los adultos. Además, proporcionan vitamina D para ayudar al organismo a absorber calcio. Se preparan pasados por agua, duros, fritos o revueltos y se usan para hacer tortillas, panqueques, tortas y soufflés.
Espinacas
Conocidas por su contenido de hierro y antioxidantes, las hojas de espinaca también proporcionan calcio para los huesos y son la fuente más rica de folato (vitamina B). Además, son bajas en calorías y contienen una cantidad sorprendente de minerales y vitaminas. Una vez compradas se guardan lo antes posible en la heladera y antes de consumirlas se lavan con agua fría y se secan con un paño de cocina. Es mejor cortarlas con la mano que con un cuchillo, así se reduce la pérdida de vitamina C. Se comen crudas en ensalada, en tortillas o al vapor.
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