Por Antonio Rossi - Diario Clarín
De Vido quiere reactivar la hidroeléctrica Chihuido, frenada por falta de financiamiento.
La demorada central hidroeléctrica Chihuido –cuyas obras están
sin arrancar desde hace tres años por la falta de financiamiento–
disparó una nueva disputa entre la Nación y la provincia de Neuquén. Para terminar con las demoras, el ministro de Planificación, Julio De Vido, quiere ceder en forma directa
la obra un grupo de empresas rusas que se han comprometido a financiar
la totalidad del proyecto, valuado en US$ 1.700 millones.
En tanto, la administración neuquina de Jorge Sapag –que es la responsable del proceso licitatorio– se opone a esa variante y no descarta anular lo hecho hasta ahora para llamar a una nueva licitación.
La jugada que impulsa De Vido implicaría un cambio sustancial y fuertemente polémico en la composición del consorcio que se adjudicó la obra en 2010 y que encabezan dos empresas con llegada directa al Gobierno: Electroingeniería (conducida por la dupla de Gerardo Ferreyra y Alberto Acosta) y CPC, la constructora de Cristóbal López, con múltiples negocios en los casinos, el sector de los alimentos y el ámbito petrolero.
Tras recibir una propuesta de financiamiento firme de las empresas rusas Inter Rao y Power Machines, De Vido quiere que estos nuevos jugadores ingresen al consorcio constructor. Para eso necesita que el grupo de Electroingeniería- CPC acepte y que los funcionarios neuquinos aprueben la modificación societaria. El cambio también incluiría la entrada de Helport, la constructora del grupo Eurnekian, que actúa como referente y socia local de las compañías rusas.
El proyecto de la represa Chihuido arrastra numerosos problemas y contratiempos. Tras una extensa y conflictiva pelea licitatoria, la obra fue adjudicada al consorcio que había presentado “la mayor proporción de financiamiento privado”.
Pese a que las ofertas de los grupos liderados por Pescarmona y Roggio habían sido más bajas, la usina quedó para Electroingeniería-CPC porque propuso financiar el 66% de la obra con recursos del brasileño BNDES, el Banco de Córdoba y la ANSeS. Ese esquema de financiamiento no se pudo armar por diversos incumplimientos de la Nación y la provincia. En vez de dar por caída la licitación, la provincia optó por mantenerla en pie para ver si afloraba alguna alternativa salvadora.
A fines de julio, entró en el escenario el grupo chino Gezhouba, que asociado con Electroingeniería logró quedarse con la megaobra de US$ 4.700 millones de las centrales santacruceñas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Con el respaldo del Banco de Desarrollo de China (CDB), Gezhouba le elevó a Neuquén una propuesta para financiar el 85% de la obra con un crédito encuadrado en los convenios de “Estado a Estado”. La provincia lo está analizando. Al igual que la variante rusa, ésta también prevé un reacomodamiento societario para que las riendas del consorcio queden en manos de los chinos de Gezhouba.
En tanto, la administración neuquina de Jorge Sapag –que es la responsable del proceso licitatorio– se opone a esa variante y no descarta anular lo hecho hasta ahora para llamar a una nueva licitación.
La jugada que impulsa De Vido implicaría un cambio sustancial y fuertemente polémico en la composición del consorcio que se adjudicó la obra en 2010 y que encabezan dos empresas con llegada directa al Gobierno: Electroingeniería (conducida por la dupla de Gerardo Ferreyra y Alberto Acosta) y CPC, la constructora de Cristóbal López, con múltiples negocios en los casinos, el sector de los alimentos y el ámbito petrolero.
Tras recibir una propuesta de financiamiento firme de las empresas rusas Inter Rao y Power Machines, De Vido quiere que estos nuevos jugadores ingresen al consorcio constructor. Para eso necesita que el grupo de Electroingeniería- CPC acepte y que los funcionarios neuquinos aprueben la modificación societaria. El cambio también incluiría la entrada de Helport, la constructora del grupo Eurnekian, que actúa como referente y socia local de las compañías rusas.
El proyecto de la represa Chihuido arrastra numerosos problemas y contratiempos. Tras una extensa y conflictiva pelea licitatoria, la obra fue adjudicada al consorcio que había presentado “la mayor proporción de financiamiento privado”.
Pese a que las ofertas de los grupos liderados por Pescarmona y Roggio habían sido más bajas, la usina quedó para Electroingeniería-CPC porque propuso financiar el 66% de la obra con recursos del brasileño BNDES, el Banco de Córdoba y la ANSeS. Ese esquema de financiamiento no se pudo armar por diversos incumplimientos de la Nación y la provincia. En vez de dar por caída la licitación, la provincia optó por mantenerla en pie para ver si afloraba alguna alternativa salvadora.
A fines de julio, entró en el escenario el grupo chino Gezhouba, que asociado con Electroingeniería logró quedarse con la megaobra de US$ 4.700 millones de las centrales santacruceñas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Con el respaldo del Banco de Desarrollo de China (CDB), Gezhouba le elevó a Neuquén una propuesta para financiar el 85% de la obra con un crédito encuadrado en los convenios de “Estado a Estado”. La provincia lo está analizando. Al igual que la variante rusa, ésta también prevé un reacomodamiento societario para que las riendas del consorcio queden en manos de los chinos de Gezhouba.
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