La literatura -Sandokan y el Corsario Negro- nos llenó de estas fantasías sin tener idea de que, cinco siglos después de la época de oro de los piratas, el fenómeno podría darse nuevamente.
Como si se tratara de una carabela portuguesa lanzando cañonazos contra un galeón de bandera negra, esta semana una fragata rusa y otra británica se enfrentaron a un barco pirata somalí en aguas del mar Indico. Lograron salvar a un carguero danés del secuestro. Pero nada pudo impedir que unas horas más tarde los piratas se hicieran con un carguero filipino repleto de sustancias químicas que navegaba por el Golfo de Aden. En lo que va del año hubo en las costas somalíes al menos 183 ataques a barcos. El año pasado habían sido 263 los actos de piratería.
La guerra civil desatada en Somalia a principio de los noventa, la creación de cientos de ejércitos privados y la total despreocupación de europeos y estadounidenses por lo que ocurra en el Cuerno de Africa mientras no salgan de allí ataques terroristas, hicieron que grupos de milicianos, asociados a expertos pescadores desocupados, se encargaran de armar incursiones piratas contra los barcos que navegan desde el Indico al Mar Rojo.
Operan desde el puerto de Boosaaso. Y el gobierno local de la región de Puntland les da la protección a cambio de una porción del botín.
Los piratas son, en general, muchachos de no más de 25 años dirigidos por expertos navegantes de esas aguas. Operan barcos de buen calado y lanchas ligeras. Una vez que abordan el carguero piden a la empresa naviera un rescate. En abril, por el secuestro del velero de lujo Ponant se llevaron 5 millones de dólares.
Somalia está destruida y repleta de gente muriendo de hambre. Pero en Boosaaso hay un boom económico y se están levantando verdaderos palacios sobre la avenida costanera.
La Unión Europea aprobó la operación aeronaval Atalanta para intentar detener a la flota pirata. Nueve países enviarán naves. España, que quiere defender a su flota pesquera, participará con dos barcos y un avión y asumirá el mando de la flota. Los marinos europeos vuelven a tener la misma experiencia de sus antepasados del siglo XVI.
Fuente: Por Gustavo Sierra - Diario Clarín
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