(LPO) - Junto a Holanda resisten la ampliación fuerte del préstamo al país. Las promesas incumplidas y los negocios con China.
Cuando muchos esperaban un apoyo unánime del Directorio Ejecutivo del FMI a la Argentina que se plasmaría en un aumento del crédito original en 20.000 millones de dólares, las negociaciones resultaron mucho más duras a lo imaginado. Francia, Alemania y Holanda lideran por estas horas las posiciones más duras en contra de ampliar el crédito al gobierno de Macri y son los que impulsan limitar el nuevo tramo en el rango de los 3.000 a 5.000 millones de dólares.
Los gobiernos de Emmanuel Macron y Angela Merkel, por distintas razones, arrastran decepciones con Macri. Holanda suma a esto su tradicional recelo con el manejo económico argentino, al que se suma su habitual alineamiento con las decisiones internacionales de Paris.
Es que a diferencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde cada país tiene un voto, el proceso de toma de decisiones en el FMI se creó expresamente para reflejar la posición relativa de los países miembros en la economía mundial.
El número de votos de cada país miembro está determinado por su cuota, es decir, su aporte al organismo internacional. Esta cuota se calcula en base a un promedio ponderado del PBI (50%), el grado de apertura (30%), la variabilidad económica (15%) y las reservas internacionales (5%). Los primeros cinco países con mayor porcentaje de votos son los Estados Unidos (16,52%), Japón (6,15%), China (6,09%), Alemania (5,32%) y Francia (4,03%).
Por lo tanto, a pesar del liderazgo norteamericano -que hoy se ubica como el mayor defensor del Gobierno argentino por su temor a una nueva avanzada de la izquierda en el continente que ya se observa en México y Brasil- los países europeos cuentan con una importante voz en la toma de decisiones.
Esta posición dura de las naciones europeas está motivada en parte por promesas incumplidas de Macri, pero hizo pie después del notable incumplimiento del acuerdo antes incluso de que se cumpla el primer trimestre, donde se dilapidó la totalidad de los 15.000 millones entregados para intentar, sin éxito, sostener el tipo de cambio -tal como se oponía el FMI- y donde se perforó ampliamente el techo de inflación acordado.
En consecuencia, más allá de la oposición de Francia, Alemania y Holanda que en conjunto acaparan el 11,12% de los votos y constituyen un actor de peso en el organismo, el nuevo acuerdo implica para el organismo un riesgo de reputación mayúsculo. Si se concretara el aumento en 20 mil millones del acuerdo inicial, significaría incrementar en un 40% el mayor préstamo de la historia del FMI, a un país que acumula una larga lista de defaults.
"El Fondo no acepta rebeldías. Si vos querés que te asista, entonces tenés que cumplir con todo. Si de 10 cosas incumpliste 9, es lógico que no te amplíen el crédito", subrayó el analista financiero Francisco Uriburu, en diálogo con LPO. El ejemplo más cabal de esa dureza fue la renuncia del presidente del Banco Central, Luis Caputo, que resistió las directivas monetarias del organismo y terminó eyectado del cargo.
La profunda desconfianza con el país es precisamente la posición de Holanda, que siempre ha sido muy dura con Argentina en las discusiones del Executive Board del FMI.
El trasfondo de la negativa, sin embargo, deviene de otra serie de incumplimientos en el ámbito bilateral. El diferendo con el gobierno de Macron viene de larga data. El primer mandatario francés viene demostrando su apatía desde que la administración de Macri decidió incumplir su promesa de concretar la compra de cuatro buques patrulleros OPV franceses (offshore patrol vessels) por 280 millones de euros. La operación había sido comprometida de palabra e incluso Macron llegó a realizar el anuncio que fue muy celebrado en la localidad francesa de Concarneau -donde se iban a construir las lanchas, en la región de Bretaña-, dado que el declive de la industria naval francesa es un tema muy sensible para ese país.
Las consecuencias del desplante no tardaron en manifestarse. Francia votó en contra del reingreso del biodiesel argentino a la Unión Europea y adoptó la posición más dura en los acuerdos de libre comercio con el Mercosur. De hecho, cuando Macri viajó a Francia diciendo que estaba "muy cerca de cerrar el acuerdo", Macron lo dejó en ridículo al determinar su negativa a posibles acuerdos "que favorezcan a un actor industrial o agrícola a miles de kilómetros de distancia que tenga otro modelo social o un modelo ambiental que hace lo contrario de lo que imponemos a nuestros propios actores", en referencia a los alimentos transgénicos que se producen en Argentina y que están prohibidos en Europa. Si bien posteriormente desde Cambiemos avisaron que se volvería a reflotar la compra de las lanchas, la misma aún no llegó a concretarse.
En cuanto a Alemania, desde Berlín recibieron con mucho disgusto la reactivación de todo el proyecto nuclear que Cristina había firmado con los chinos y que según los trabajadores de Nucleoeléctrica argentina había sido abandonado por"exigencias del FMI". La intención de Merkel era ratificar la influencia histórica de la tecnología nuclear alemana en la región, que lideró la construcción de los reactores de las centrales Atucha I y II en Argentina y Angra II y III en Brasil.
Pero Macri se vio obligado a ceder ante los intereses chinos, -lo que tampoco despierta la simpatía de Trump- a partir de las condiciones establecidas en la ampliación del reciente swap de monedas por el equivalente a otros 9.000 millones de dólares.
Desde la Secretaría de Energía negaron a LPO el interés alemán por participar de esos trabajos, pero reconocieron que en los próximos días llegará una comitiva china para evaluar el futuro de las centrales. El programa original contemplaba que la cuarta central tenga un reactor de uranio natural y agua pesada con tecnología Candu (canadiense), mientras que la quinta se realizaría en base a tecnología 100% china con un reactor de agua liviana y uranio enriquecido.
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