La naturaleza de las amenazas a nuestra seguridad nacional son del tipo no tradicional, es decir, provienen de entes político-sociales de naturaleza sub nacional: grupos armados, terrorismo, delincuencia organizada, principalmente. Es decir, dichas amenazas no pueden entenderse en el esquema de relaciones entre Estados-Nación, sino entre grupos más individuales que le han quitado a éste el monopolio del uso de la fuerza.
Por ello la estrategia nacional para enfrentar estas amenazas debe ser innovadora, concibiendo nuevas tácticas y medios capaces de responder a un teatro de operaciones altamente flexible e inestable: un teatro de guerra de cuarta generación.
Pero qué es un conflicto de cuarta generación. Comencemos por explicar los “anteriores” tipos de conflicto.
Un conflicto o guerra de primera generación, se caracteriza por la utilización de líneas y columnas militares de tipo rígido, que chocan entre sí de manera frontal en campo abierto. Las Guerras Napoleónicas son un ejemplo de ello.
Los conflictos de segunda generación, consisten en la evolución natural de la guerra hacia un tipo de enfrentamiento un poco más flexible, donde las columnas realizan movimientos laterales y el uso de fuego indirecto (artillería) es altamente explotado. También se caracteriza por ubicarse, geográficamente hablando, en campos abiertos. La Primera Guerra Mundial es considerada como el ejemplo más fiel de este tipo de conflicto.
Una guerra de tercera generación, por su parte, es mucho más dinámica. Se basa en la utilización combinada de diferentes medios militares, de manera rápida y audaz, además de permitir cierto grado de iniciativa personal en el campo de batalla a los mandos medios (algo impensable en los conflictos anteriores). La Blitzkrieg o Guerra Relámpago del Ejército Alemán en la Segunda Guerra Mundial es el ejemplo por excelencia de un conflicto de tercera generación.
Aunque las anteriores tipologías guardan diferencias importantes, las tres comparten un elemento en común: la guerra se da entre Estados-Nación, no entre personas o grupos de ellas. Y eso es precisamente lo que origina el concepto de Guerra de Cuarta Generación: un conflicto donde los Estados han perdido el monopolio de la fuerza, y lo han cedido a grupos sub nacionales con igual o mayor poderío. Un Estado ya no se enfrenta a otro Estado, sino a fuerzas interiores que amenazan su estabilidad.
Una guerra de cuarta generación es, a todas luces, la antítesis a una guerra tradicional: se ejecuta primordialmente en ambientes urbanos, no en descampado; implica la utilización de fuerzas de naturaleza política, no únicamente militar; los grupos operan en pequeñas células, no mediante grandes ejércitos; entre otras características. Las guerras de guerrillas, el terrorismo y el crimen organizado son, por consiguiente, amenazas de cuarta generación.
Lo que vivimos por ejemplo, en México –ante la amenaza de un crimen organizado cada vez más poderoso y efectivo- es un conflicto de cuarta generación. Por ello, como decíamos arriba, la estrategia para “ganar” en este teatro de operaciones debe incluir elementos innovadores que garanticen efectividad de respuesta.
Dentro de estos elementos, la utilización de unidades militares combinadas, altamente móviles y conectadas entre sí a través de un efectivo sistema de comando y control unificado. Pero hay un tema que ha pasado desapercibido en los medios de comunicación: el uso de “Operaciones de Información” en la estrategia militar frente a un conflicto de cuarta generación.
Las Operaciones de Información se basan en cuatro pilares principales: operaciones psicológicas, relaciones cívico-militares, relaciones públicas e informática. En los conflictos de cuarta generación, como decíamos con anterioridad, no basta con buscar la “supremacía militar”, sino también la “supremacía informativa”. El objetivo de ganar el ámbito informativo es, primordialmente, asegurar el apoyo irrestricto de la población y de los poderes locales a las operaciones militares.
En este sentido, cualquier estrategia que busque eliminar un enemigo asimétrico habrá de considerar ciertos elementos informativos tales como: cultivar buenas relaciones con la prensa local, entablar un diálogo directo y respetuoso con los poderes locales, emprender obras de impacto social en conjunto con ONG’s, entre otros.
En un conflicto de cuarta generación, donde el enemigo es difuso y las victorias son poco perceptibles, el uso del espectro informativo de manera inteligente constituye un objetivo primordial para el éxito de la operación misma. De poco servirá desplegar un operativo militar de gran escala que incluso reduzca los índices de inseguridad en cierta población, si la sociedad no quiere más presencia de las fuerzas armadas en sus calles. Las guerras de cuarta generación no sólo se ganan con armas, sino también a través de la percepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.