Próximamente, el Pentágono contará con un nuevo mando militar que se añadirá a los cinco ya existentes. Los mandos europeo, pacífico y central cederán entonces la supervisión de las operaciones militares estadounidenses en África al general William Kip Ward.
En principio, el ya bautizado Africom se centrará en combatir el terrorismo y en organizar operaciones de ayuda humanitaria. El problema es que lo que al presidente George W. Bush le pareció en su momento "la gran oportunidad de llevar la paz y la seguridad a la gente de África" se ha convertido en un gran dolor de cabeza para la Casa Blanca y el Pentágono.
Después de una serie de exhaustivas negociaciones con dirigentes de países afines a Washington, la sede central de Africom se instalará fuera del continente, en Stuttgart (Alemania). El pasado 19 de febrero, el vocero de Africom, Vince Crawley, disipó las dudas sobre la localización del cuartel general al anunciar que los empleados de esta unidad se quedarían en el complejo que alberga al mando europeo.
"El debate de dónde va a estar la sede central ha sido tan animado y tan peliagudo que está empezando a interferir en nuestros programas", dijo.
El secretario de Defensa, Robert Gates, anunció la creación de este nuevo mando en febrero de 2007. Puso así en práctica la voluntad de su predecesor Donald Rumsfeld de llevar a África al primer plano de la lucha antiterrorista. Los meses pasaron y sólo un país, Liberia, se ofreció a albergar la sede de Africom. El resto se opuso o ignoró las peticiones de Washington. Nigeria, Libia y Botswana rechazaron incluso la idea de que se construyera el cuartel en suelo africano.
El ministro de defensa sudafricano, Mosiuoa Lekota, llegó a decir que "África debe evitar la presencia de fuerzas foráneas en su suelo". Entre los argumentos más repetidos por oficiales de estos países reticentes figuraba que Estados Unidos sólo quiere explotar los recursos minerales y petrolíferos del continente. África Occidental proporciona un 15% del petróleo que Estados Unidos importa cada año. Se calcula que en el plazo de siete años esta cifra crecerá hasta el 25%.
Más adelante llegaron las sospechas de que se pudiera estar planificando la creación de una red de bases militares en África. En este momento hay unos 2400 soldados norteamericanos en suelo africano, sobre todo en Djibuti. Es ahí donde está la única base norteamericana en África. Durante una gira por el continente, en enero, Bush tachó la idea de "tontería". "Nuestra intención no es construir bases militares", dijo. Pero decenas de ONG y grupos de ayuda humanitaria de Washington han comenzado una campaña en contra de lo que tachan de "un paso adelante en la militarización del continente africano".
En Estados Unidos, el Estado depende en gran medida de organizaciones civiles independientes a la hora de lanzar operaciones de ayuda humanitaria. Son las ONG las que aportan personal sanitario, medicamentos, comida y educadores dispuestos a viajar a África. El hecho de que la gran mayoría de las que tienen relaciones con ese continente estén en contra del nuevo mando es una mala noticia que puede dificultar las misiones humanitarias que tenga la intención de desarrollar.
En principio, el ya bautizado Africom se centrará en combatir el terrorismo y en organizar operaciones de ayuda humanitaria. El problema es que lo que al presidente George W. Bush le pareció en su momento "la gran oportunidad de llevar la paz y la seguridad a la gente de África" se ha convertido en un gran dolor de cabeza para la Casa Blanca y el Pentágono.
Después de una serie de exhaustivas negociaciones con dirigentes de países afines a Washington, la sede central de Africom se instalará fuera del continente, en Stuttgart (Alemania). El pasado 19 de febrero, el vocero de Africom, Vince Crawley, disipó las dudas sobre la localización del cuartel general al anunciar que los empleados de esta unidad se quedarían en el complejo que alberga al mando europeo.
"El debate de dónde va a estar la sede central ha sido tan animado y tan peliagudo que está empezando a interferir en nuestros programas", dijo.
El secretario de Defensa, Robert Gates, anunció la creación de este nuevo mando en febrero de 2007. Puso así en práctica la voluntad de su predecesor Donald Rumsfeld de llevar a África al primer plano de la lucha antiterrorista. Los meses pasaron y sólo un país, Liberia, se ofreció a albergar la sede de Africom. El resto se opuso o ignoró las peticiones de Washington. Nigeria, Libia y Botswana rechazaron incluso la idea de que se construyera el cuartel en suelo africano.
El ministro de defensa sudafricano, Mosiuoa Lekota, llegó a decir que "África debe evitar la presencia de fuerzas foráneas en su suelo". Entre los argumentos más repetidos por oficiales de estos países reticentes figuraba que Estados Unidos sólo quiere explotar los recursos minerales y petrolíferos del continente. África Occidental proporciona un 15% del petróleo que Estados Unidos importa cada año. Se calcula que en el plazo de siete años esta cifra crecerá hasta el 25%.
Más adelante llegaron las sospechas de que se pudiera estar planificando la creación de una red de bases militares en África. En este momento hay unos 2400 soldados norteamericanos en suelo africano, sobre todo en Djibuti. Es ahí donde está la única base norteamericana en África. Durante una gira por el continente, en enero, Bush tachó la idea de "tontería". "Nuestra intención no es construir bases militares", dijo. Pero decenas de ONG y grupos de ayuda humanitaria de Washington han comenzado una campaña en contra de lo que tachan de "un paso adelante en la militarización del continente africano".
En Estados Unidos, el Estado depende en gran medida de organizaciones civiles independientes a la hora de lanzar operaciones de ayuda humanitaria. Son las ONG las que aportan personal sanitario, medicamentos, comida y educadores dispuestos a viajar a África. El hecho de que la gran mayoría de las que tienen relaciones con ese continente estén en contra del nuevo mando es una mala noticia que puede dificultar las misiones humanitarias que tenga la intención de desarrollar.
Fuente: Por David Alandete - EL PAIS, SL y Diario La Nación.