El aumento imparable del precio del petróleo y las previsiones de agotamiento de reservas a los niveles actuales de explotación y de demanda, ha lanzado a varios países y potencias a una renovada ofensiva sobre áreas consideradas estratégicas.
Entre ellas, el Artico y la Antártida aparecen como regiones que pueden abrirse, de distinto modo, a disputas en la competencia por acceder a sus reservas y recursos naturales. En el caso del Artico, cinco países -EE.UU., Rusia, Noruega, Canadá- acaban de sellar un acuerdo que los habilita a reclamar una porción de su territorio en el marco de la Ley Internacional del Tratado del Mar.
Lo que atrae a los países con límites sobre el Polo Norte son las posibles cuantiosas reservas de petróleo y gas que habría bajo su superficie helada. Se estima que puede haber allí un 25% de las reservas sin descubrir que existen en el mundo. El calentamiento global provoca, por su parte, un derretimiento de los hielos que alienta este acceso a las áreas y sus recursos.
Quedarían expuestas a disputas de poder regiones consideradas como reservas de la humanidad, resguardadas de conflictos y explotaciones económicas. Esto tiene consecuencias geopolíticas: impulsa a redefinir áreas de influencia, además de afectar los equilibrios ecológicos del planeta. La Argentina debe estar atenta a estas apetencias y emprendimientos, especialmente en relación con las reservas naturales existentes en el Atlántico Sur y los recursos de la Antártida.
La extensión de áreas de exploración y posible explotación de recursos a regiones y zonas del planeta como el Artico o la Antártida puede desatar nuevos conflictos y encender disputas de soberanía.
Gran Bretaña y el conflicto Malvinas, no son lejanos a esta problematica.
Fuente: Diario Clarín