Una vez que se pasa el cabo Winship aparece la caleta Marian. Y lo primero que se ve en ese paisaje salvaje de hielo es una enorme grúa y un ferviente ritmo de construcción. Es la base King Sejong de Surcorea que está pasando de ser una pequeña colonia de científicos a un enorme complejo para albergar a decenas de personas.
Cruzando a los brincos el Mar de la Flota (Weddell), en la península Fildes, se puede ver otra gran construcción. Aquí ya no sólo son 3.000 metros de enormes edificios sino una inmensa bola de plástico que protege las torres de satélites. Es la base Gran Muralla de China. Y la misma situación se extiende por toda la Antártida. La mayoría de los países presentes allí están expandiendo sus bases y se preparan para lo que todos creen que se vendrá en cualquier momento. Una guerra por la posesión de los enormes recursos de este continente.
Rusia ya lanzó la primera piedra. El 14 de febrero de este año una misión plantó una bandera rusa en el lecho marino del Polo Sur geomagnético. Esa "simbólica" operación constituye la primera acción de soberanía explícita en la Antártida. Cuando visité en marzo la base rusa de Bellingshausen me encontré con Alexander "Sasha" Orup, el jefe del lugar, que justificó plenamente la jugada: "Estamos acá sólo para hacer ciencia pero no podemos dejar de prepararnos para lo que viene".
Chile mantiene en pleno funcionamiento su llamada "Villa de las Estrellas" donde viven once familias en forma permanente. Es la manera que tienen de hacer soberanía. Comenzaron con esta experiencia al mismo tiempo que lo hacía la Argentina en la base Esperanza en 1978.
Argentina reclama el sector que se encuentra entre los meridianos 74° O y 25° O como parte de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Chile y Gran Bretaña tienen pretensiones sobre casi la misma zona.
La Antártida permanece bajo un paraguas protector del Tratado Antártico hasta el 2048. Se supone que nadie puede reclamar ni territorio ni recursos y que el acuerdo va a ser ratificado por otros cien años. Pero una falta de agua planetaria, por ejemplo, podría desatar una guerra que echaría por tierra cualquier acuerdo previo. Para ese momento se están preparando coreanos, chinos y rusos.
Fuente: Por Gustavo Sierra (Diario Clarín).