Por Matthew Green
Los documentos filtrados vinculan al líder de Al Qaeda con atentados suicidas, complots y operaciones financieras recientes. La falta de corroboración y las fuentes poco transparentes hacen más por fortalecer la mística del terrorista que por revelar su paradero.
Los archivos de los servicios de inteligencia estadounidenses publicados por WikiLeaks incluyen una serie que vincula a Osama bin Laden con los atentados suicidas en Afganistán, con un complot para asesinar al presidente afgano Hamid Karzai y con operaciones financieras con Corea del Norte. Por sensacionales que sean estas afirmaciones, la falta de corroboración y las fuentes poco transparentes sugieren que estos informes sin depurar harán más por darle brillo a la mística que rodea al líder de Al Qaeda que por revelar su paradero.
Si son verdaderas, desafían la opinión generalizada según la cual el disidente saudita se había visto forzado a abandonar el comando operativo para convertirse más bien en un icono para aspirantes a combatientes islámicos. Lo que puede decirse con más certeza es que el hecho de que Bin Laden hubiera podido huir de las bombas estadounidenses en Afganistán, en 2001, fue uno de los catalizadores que convirtieron las áreas tribales de Pakistán en uno de los más mortales calderos de violencia islámica.
Mientras EE.UU. enfrenta la guerra en Afganistán, el auge de una federación de militantes inspirada en Al Qaeda que se extienda desde las fronteras de Pakistán a las ciudades de ese país podría presentar una amenaza mayor para Occidente. “La nueva situación trasciende a Osama bin Laden. No sabemos si Osama sigue vivo, pero su legado está muy presente y se está multiplicando, y lo mismo ocurre con los militantes”, dijo Imtiaz Gul, un periodista paquistaní que es autor de The Most Dangerous Place (El lugar más peligroso), un nuevo libro sobre las áreas tribales.
Documentos incluidos entre los más de 75.000 archivos de la guerra afgana que aparecieron la semana pasada en WikiLeaks, un sitio web que publica información clasificada, detallan operaciones que han involucrado a Bin Laden desde 2004, aunque lo que se dice no puede ser verificado. Se lo vincula con un supuesto complot para usar terroristas suicidas para matar a Karzai, y también se lo sitúa en reuniones con el mullah Mohammed Omar, líder de los talibanes de Afganistán, que habrían tenido lugar en 2006. Otro informe sostiene que Amin al-Haq, quien administra dinero para Bin Laden, viajó a Corea del Norte vía Irán en 2005 para comprar cohetes antiaéreos.
Fuentes occidentales han dicho que la campaña de ataques con drones por parte de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. ha restringido la capacidad de los líderes de Al Qaeda para montar ataques. Una de estas fuentes afirmó que cualquier lugarteniente de alto nivel que tomara el liderazgo para dirigir operaciones probablemente será eliminado en el términos de seis meses.
Sin embargo, contener a Bin Laden podría ser más fácil que eliminar sus ideas. Gul sostiene que la invasión de Afganistán liderada por EE.UU. produjo el ingreso de combatientes de Al Qaeda que le enseñaron a militantes paquistaníes técnicas que incluyen los ataques suicidas con bombas y el uso de la propaganda en Internet. La ideología global de Bin Laden es el pegamento que facilita una cooperación más estrecha entre la guerrilla paquistaní de Tehrik-e-Taliban y las células extremistas sunitas de la populosa provincia de Punjab. El resultado es una red cada vez más fluida unida por el odio a la política exterior estadounidense.
“La realidad es que esto es una confederación de grupos. Las diferencias entre ellos nunca son tan claras como tendemos a hacerlas en nuestros informes”, comentó un oficial de EE.UU. Algunos analistas ven evidencias de esta colusión en los ataques mellizos a mezquitas en Lahore, en mayo pasado, en los que murieron más de 90 personas. Las actividades de estos grupos fueron fomentadas por la jerarquía de seguridad de Pakistán, que los consideraba herramientas en su carrera con la India, pero los sectarios se han vuelto contra los que los utilizaban, realizando ataques suicidas e incursiones estilo comando. Oficiales occidentales temen que EE.UU. y Europa puedan convertirse en blancos.
Los militares paquistaníes han lanzado su mayor ofensiva contra los talibanes paquistaníes y Al Qaeda en las zonas tribales. Pero en los documentos filtrados se dice que el hecho de que sus espías continúen brindando apoyo a los talibanes afganos volvió a plantear dudas sobre si el romance con los agentes en las sombras ya terminó. Para EE.UU., obtener el respaldo sin ambigüedades de Pakistán es una tarea más urgente que atrapar a Bin Laden.
Fuente: Cronista.com
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lunes, 2 de agosto de 2010
Los servicios secretos de EE.UU. alimentan el mito de Bin Laden
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