Por Andrés Oppenheimer
He aquí una teoría interesante: el desastroso derrame de petróleo de British Petroleum (BP) en el Golfo de México podría acercar a Estados Unidos y Cuba.
La Habana ha intensificado su exploración petrolífera a lo largo de su costa norte, y el gobierno del presidente Obama -que es objeto de duras críticas en su país por la tragedia de BP y que no puede permitirse sufrir un accidente similar en aguas cubanas próximas a las costas de Miami- está ansioso por prepararse para cualquier posible problema parecido, según dicen varios diplomáticos y expertos de la industria petrolera.
Repsol, el gigante petrolero español, se apresta a empezar en los próximos meses la exploración petrolera en la Cuenca Norte de Cuba, empleando una plataforma de aguas profundas de fabricación china, según un cable de la agencia Reuters. Además, Statoil-Hydro de Noruega, Petrobras de Brasil y otras empresas petroleras extranjeras están planeando empezar a explorar aguas cubanas en los próximos años.
Según las estimaciones de la oficina de Estudios Geológicos del gobierno estadounidense, Cuba tiene reservas no descubiertas de más de 5000 millones de barriles de petróleo, una cantidad similar a las reservas comprobadas de países productores de petróleo como Ecuador o Colombia. "A medida que Cuba siga desarrollando sus reservas de petróleo de aguas profundas y gas natural, las consecuencias que podría sufrir Estados Unidos de un accidente similar al de BP en aguas cubanas dejan de ser teóricas y se convierten en amenazas concretas´´, dice una nueva investigación de Brookings Institution, influyente centro de estudios con sede en Washington. "El hecho preocupante de que un derrame de petróleo cubano contamine cientos de kilómetros de la línea costera estadounidense y cause daños importantes a los hábitats marinos exige una planificación coordinada y proactiva por parte de Washington y La Habana´´, añade el reporte.
Jorge Piñon, ex presidente de Amoco Oil Latin America y coautor del estudio de Brookings, me dijo que el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba impediría que las empresas estadounidenses cooperaran con la isla, o con empresas extranjeras que trabajan allí, en caso de producirse un derrame de petróleo en aguas cubanas.
En el estudio de Brookings, Piñon y su coautor Robert L. Muse proponen una serie de medidas que Obama podría adoptar de inmediato, sin violar las reglas del embargo. Esas medidas incluyen "exportaciones temporarias a Cuba de cualquier equipo o tecnología necesaria´´ para prevenir y controlar los derrames de petróleo, la aprobación previa de los permisos de viajar a la isla para ingenieros, expertos ambientales y académicos estadounidenses que pudieran contribuir a prevenir desastres, y ejercicios conjuntos entre La Habana y Estados Unidos para coordinar respuestas de emergencia.
Cuando pregunté si el gobierno de Obama mantenía este tipo de conversaciones con Cuba, un vocero del Departamento de Estado me dijo que se estaban teniendo "conversaciones de trabajo´´ con el gobierno cubano sobre el derrame de petróleo del Golfo de México, y que también se había manifestado "el deseo de Estados Unidos de mantener una comunicación constante´´ sobre el tema.
Mi opinión: no me sorprendería que, así como el gobierno de Clinton eximió los productos agrícolas del embargo estadounidense en 2000, y poco después Estados Unidos se convirtió en el mayor exportador de alimentos a Cuba, el gobierno de Obama libere del embargo los productos y servicios relacionados con la energía y el medio ambiente. Cuba y Estados Unidos ya sostienen conversaciones oficiales sobre temas como la migración y los servicios postales, y ya se habla de que ambos países podrían sentarse a dialogar sobre terrorismo y drogas, de manera que las charlas sobre temas de energía y medio ambiente representarían una continuación de la tendencia actual.
Fuente: Diario La Nación
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