SE ESPERARÁ A QUE BOLSONARO DEFINA LA RELACIÓN QUE SU PAÍS MANTENDRÁ CON EL MERCOSUR
Europa. El polaco Donald Tusk y el luxemburgués Jean-Claude Junker, los máximos referentes de la UE, presentes ayer en Buenos Aires.
Francia y el bloque europeo le dieron ayer a Mauricio Macri un guiño para avanzar con esta alternativa. Negociaciones comenzarían en 2019.
Argentina y la Unión Europea (UE) seguirán insistiendo en un acuerdo de libre comercio entre ese bloque y el Mercosur. Incluso buscarán iniciar una nueva ronda de negociaciones antes de fin de año. Sin embargo, las partes saben que el éxito de las gestiones es casi utópico y que para conocer si en 2019 puede haber lugar para discusiones de este tipo, se deberá esperar a que el brasileño Jair Bolsonaro confirme que no está dispuesto a continuar con las negociaciones, al menos dentro del bloque sudamericano.
Ante esta certeza, el Gobierno de Mauricio Macri recibió ayer un guiño doble para tomar una decisión histórica durante el año próximo: abrir la negociación para un acuerdo bilateral entre la Argentina y el bloque europeo, por fuera del bloque sudamericano. Esto se daría sólo si antes es Brasil el que decide romper las reglas de juego e iniciar un camino particular fuera del Mercosur, degradando al proyecto sudamericano a una zona de libre comercio en lugar de la idea actual (inconclusa) de una unión aduanera. Si Bolsonaro diera el primer paso, luego Argentina avanzaría con sus propias negociaciones con la UE, en el marco del acuerdo que ya se viene discutiendo desde mediados de 2016 y que a fines de 2017 estuvo a punto de cerrarse.
Los guiños hacia la alternativa vinieron de dos importantes visitantes que recibe en estos días la Argentina en el marco de la Cumbre de Líderes del G-20: el ministro de Economía y Finanzas de Francia, Bruno Le Maire (enviado especial de Emmanuel Macron para hablar del tema en Buenos Aires), el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Junker, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Sobre todo estos dos últimos, los máximos referentes políticos y económicos del bloque europeo, fueron los que avanzaron en el encuentro que mantuvieron con Mauricio Macri con la idea de una eventual negociación bilateral.
Con mucha diplomacia y discreción, el luxemburgués y el polaco le agradecieron al Presidente de Argentina en el encuentro que mantuvieron ayer, la voluntad de revivir el potencial acuerdo entre la UE y el Mercosur, un proyecto que dormía desde fines de los 90. Le Maire, Junker y Tusk hablaron sobre la necesidad de esperar a que Bolsonaro defina cuál es su verdadera intención con este acuerdo; y si, pese a sus amagues proteccionistas, defiende la continuidad de las negociaciones entre ambos bloques. Desde Buenos Aires se esperarán también definiciones rápidas sobre cuál es la verdadera intención del brasileño sobre la continuidad del Mercosur en la situación actual; o si la idea del jefe de Estado electo que asumirá en las primeras horas de 2019 es cambiar el status legal del bloque sudamericano, degradando el nivel de apertura y compromiso bilateral. Si es así, Macri sabe que no podrá torcer el destino, y que sería el momento de comenzar a sondear nuevas alternativas. Un acuerdo directo con la UE sería el primer, y más ambicioso paso en este sentido.
Ayer quedó en claro que no será en esta cumbre del G-20 la oportunidad para anunciar el cierre del acuerdo. Tampoco se cree que el 6 de diciembre, cuando se reúnan los cancilleres del bloque sudamericano en Brasilia, el momento del anuncio. En algún momento de los preparativos del temario del encuentro de Buenos Aires, se especuló con que se podría haber realizado el anuncio del demorado tratado. Se pensó que era el posible ante el anuncio del naciente tratado conocido como T-MEC que suscribirán los presidentes de Estados Unidos, México y Canadá, en reemplazo del NAFTA. Se pensó incluso que el acuerdo Mercosur-UE hubiera sido un mensaje positivo de la cumbre de Argentina ante los recientes mensajes proteccionistas y de apertura comercial de muchos de los integrantes del G-20.
Sin embargo, el fantasma de Bolsonaro frena cualquier intención. El brasileño es un enemigo declarado, al menos en campaña, de los acuerdos de apertura económica; al punto de prometer a sus votantes una era de proteccionismo moderno para la economía industrial de su país. Entre los sectores que prometió proteger se incluyen los electrodomésticos, los alimentos con valor agregado, los farmacéuticos, las autopartes, plásticos, químicos e insumos industriales, entre otros rubros. Todos estos se encuentran dentro de los sectores en los que ya había acuerdo con la UE, con lo que de aplicar Bolsonaro sus promesas industriales de protección expresadas en campaña; el acuerdo entre el Mercosur y la UE entrará en un cono de sombras.
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