sábado, 3 de enero de 2009

Homenaje: Thierry Sabine y el nacimiento del Dakar

Lo que con el paso de los años se ha convertido en una de las carreras más duras del mundo, podría no haber existido nunca si la suerte de su creador, el francés Thierry Sabine, hubiera sido otra cuando se perdió en el desierto en 1977. Sabine, un apasionado de la hípica, del automovilismo y de las competiciones del motor en general, se encontraba disputando su tercer rally Costa de Marfil-Costa Azul, con inicio en Abidjan y final en Niza, cuando en la etapa Dirku-Madama se perdió en el mítico desierto del Teneré.
Thierry Sabine estaba compitiendo con una Yamaha XT 500, y era cuarto, hasta que erró la ruta y se desvió hacia el este, a una zona arenosa con pequeñas montañas. El propio Sabine lo explicaba en su libro “París-Argel-Dakar”: “Me doy cuenta de que mi situación es incómoda, difícil. Dos días después no tengo ni brújula ni reloj, que se estropearon en una caída mientras trataba de hallar la ruta perdida. [...] Son ya dos días y dos noches perdido en el desierto, bajo un sol que comienza a hacerme perder la razón.

La total ausencia de sombra es una sensación opresora, que engendra un sentimiento parecido al de la claustrofobia. Entonces decido alejarme de mi moto. En calcetines y succionando las piedras para provocarme saliva, comprendo que mi vida vale cada vez menos. Y es entonces cuando prometo que si salgo con vida de esta experiencia barreré cuanto de superficial contenga mi existencia”.Y, milagrosamente, la organización encontró a Sabine.

Bueno, el propio Sabine colaboró en el milagro: había hecho una cruz con piedras en el suelo, que sería la que el avión de Jean Michel Siné vio desde el aire, y la que le salvaría la vida, no sin ello dejar una huella en el francés que ya nada podría borrar: “El desierto me marcó profundamente y desarrolló en mí un instinto y una sensibilidad muy particulares. Y, sobre todo, unos deseos insuperables de volver. Pero, desde luego, ¡jamás volveré solo!”.
Menos de 2 años después, en el 79, la primera edición del Dakar ya era una realidad, pero no serían demasiadas las ediciones que podría organizar Sabine en persona: un 14 de enero del 1986, un helicóptero de la organización, donde viajaba el creador y organizador de esa tremenda aventura, se estrelló contra una duna de 30 metros de altura, estallando en mil pedazos, y muriendo sus 5 ocupantes en el acto. Las cenizas de Sabine fueron esparcidas por el Teneré, donde un árbol con una placa conmemorativa en su base recordará por siempre la figura del creador del Dakar.
Por S. Marcus
Bibliografia: El Libro del París-Dakar (Domingo García)

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