martes, 3 de junio de 2008

El conflicto por el oro blanco

En Texas, Estados Unidos, se conoce al algodón como el "oro blanco". Los subsidios al algodón en EE.UU. están afectando a agricultores africanos.S e dice que los interminables campos nevados han creado más riqueza y miseria a lo largo de la historia que cualquier otro producto agrícola legal. La ubicua fibra sustentó la esclavitud y disparó la revolución industrial en el Reino Unido y la guerra civil estadounidense.

Ahora, el algodón está en el centro de otra guerra. Esta vez el conflicto es entre las naciones ricas y pobres. El algodón estadounidense se convirtió en el símbolo de la desigualdad comercial a nivel global y en un campo de batalla clave en las conversaciones comerciales que se realizan en Hong Kong.

En la línea de fuego de esta la guerra se encuentra Rickey Bearden, un plantador de algodón que posee una hacienda de 6.000 acres (2.430 hectáreas) cerca de la población de Lubbock, en el norte de Texas. Es una soleada mañana de invierno. Las máquinas para recoger las cosechas -equipadas con computadores, monitores conectados a satélites y aire acondicionado- recorren los campos sembrados. Es una operación eficiente y altamente mecanizada. En un día, las máquinas pueden recoger suficiente algodón para fabricar 200.000 camisetas.

Sin embargo, a pesar de su eficiencia, esta plantación -como el resto de la industria algodonera de EE.UU.- no podría competir en el mercado mundial si no fuera por la ayuda que recibe de su gobierno. El 20% de los ingresos de Rickey Bearden no provienen del algodón sino de subsidios gubernamentales. En total, los subsidios para el algodón suman US$4.000 millones al año. Estas ayudas fueron declaradas parcialmente ilegales por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ahora, los países africanos quieren que sean reducidas aún más.

Todo esto preocupa al algodonero texano. "Sería devastador, no sólo para los productores de algodón como yo, sino para toda la economía texana, porque hay mucho involucrado en el algodón. Como mis trabajadores, o aquellos que laboran en las limpiadoras de algodón. Ellos y sus familias sufrirán", reflexiona.

Pero a miles de kilómetros de allí, en la empobrecida África Occidental (país del África subsahariana) hay 20 millones de pequeños productores que están sufriendo ahora mismo, aseguran las personas que hacen campaña por un comercio más justo. Los países que exportan algodón reciben menos ingresos y se endeudan mucho más. Los granjeros no pueden resolver necesidades básicas dijo Gawain Kripke, y aunque trabajan en pequeños sembrados y con equipos rudimentarios, su algodón recolectado a mano es de mejor calidad. Sin embargo, debido a los subsidios de EE.UU., no pueden obtener un buen precio para su producto en los mercados internacionales.

La agencia de ayuda británica OXFAM estima que los algodoneros africanos pierden un 26% de sus ingresos potenciales por culpa de los subsidios. Y asegura que, sólo en Benín, 60.000 agricultores han abandonado sus cultivos porque no pueden competir con los precios que se mantienen bajos de manera artificial.

Gawain Kripe, quien hace cabildeo a nombre de OXFAM en la reunión de la OMC en Hong Kong, argumenta que "los subsidios al algodón tienen un impacto negativo en millones de granjeros de los países en desarrollo". "Estos agricultores pobres están recibiendo mucho menos por sus productos. Los países que exportan algodón reciben menos ingresos y se endeudan mucho más. Los granjeros no pueden resolver necesidades básicas, como la salud, y en algunos casos no tienen ni para comer", agrega.

Kripe calcula que Estados Unidos gasta hasta tres veces más en subsidios para algodón que en lo que dona en ayuda para toda África, agregando que el daño que provocan los subsidios anula los beneficios de la ayuda.

El del algodón es uno de los temas álgidos en las conversaciones de Hong Kong. Malí, Chad, Benín y Burkina Faso, cuatro de los productores de algodón más pobres de África, entregaron una petición formal a la OMC para que se eliminen todos los subsidios estadounidenses, ya que los afectan severamente. En las limpiadoras de algodón de las praderas de Texas, esta clase de sugerencias no son bienvenidas.

La industria algodonera rechaza todos los argumentos de OXFAM y niega que el apoyo financiero de su gobierno distorsione el mercado mundial. También niega que la eliminación de los generosos subsidios vaya a hacer más justo el comercio. Roger Haldenby, portavoz de una asociación de productores, insiste en que "quitándonos el apoyo financiero va a afectar a los granjeros estadounidenses, pero no ayudará un ápice a los granjeros africanos". "Una reducción en la producción mundial sería de inmediato aprovechada por grandes productores como China y Pakistán, con lo que los precios volverían a caer y el nivel de vida de los granjeros africanos no mejoraría", asegura.

El presidente del la Oficina de Granjas de Estados Unidos, Bob Stallman, quien se encuentra en Hong Kong asesorando a los negociadores de su país, insiste en que el del algodón no debe separarse de otros temas del comercio agrícola. Una reducción en la producción mundial sería de inmediato aprovechada por grandes productores como China y Pakistán, con lo que los precios volverían a caer y el nivel de vida de los granjeros africanos no mejorará.

Roger Haldenby, portavoz asociación de algodoneros texanos argumenta que cualquier acuerdo para reducir los subsidios estadounidenses debe estar amarrado a un compromiso europeo para cortar sus tarifas y a la apertura de nuevos mercados. Cortar los subsidios algodoneros sin tales compromisos, dice, es una "imposibilidad política". Por eso, agrega que es poco probable que se llegue a un acuerdo en Hong Kong.

De regreso en la población texana de Lubbock, la ironía que representa el comercio del algodón está a la vista de todos en las tiendas locales, las cuales están repletas con camisetas y pantalones fabricados con algodón texano. Sin embargo, si se revisan estas prendas con cuidado, se puede ver que en las marquillas dice "Hecho en..." y sigue una lista de países que va desde China a Indonesia y de Vietnam a Honduras. Los subsidios estadounidenses pagan para que el algodón sea exportado a medio mundo, sólo para que regrese de nuevo en forma de camisetas para ser vendidas a los mismos granjeros que cultivaron ese algodón.

Fuente: James Westhead (BBC Mundo)
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