viernes, 23 de mayo de 2014

Un recorrido por el Valle de la Luna y Talampaya

Por Guadalupe Rodríguez
Para ir pensando en las vacaciones de invierno o para planear alguno de los feriados que restan en el año; conocé uno de los destinos argentinos declarados Patrimonio cultural o natural de la Humanidad por la Unesco
Un enorme, magnífico y multiforme desierto. Esta es la mejor manera de describir al Parque Provincial Ischigualasto (en quechua, "sitio donde se posa la luna") más conocido como Valle de la Luna. A 330 kilómetros de la ciudad de San Juan, este sorprendente y raro paisaje arcilloso es uno de los principales atractivos de la provincia.
En el período Triásico de la Era Mesozoica esto era un inmenso lago rodeado de abundante vegetación, hábitat de una gran cantidad de especies y también de dinosaurios. Hace 60 millones de años, las masas rocosas de la Cordillera de los Andes comprimieron esta región contra las Sierras Pampeanas, y el viento y el agua fueron erosionando la zona.
 
Dentro del parque, el circuito de 40 kilómetros lleva más o menos cuatro horas; se ingresa con autos particulares o con excursiones contratadas y un guía es el encargado del recorrido. La primera de las geoformas es "El Gusano", una elevación con capas muy finas de arenisca y carbón; luego se encuentra el "Balcón de Valle Pintado", una depresión blanca con rocas curvas y coloreadas.
 
La próxima estación es la "Cancha de Bochas", un sitio plano con piedras redondas ubicadas como si estuvieran listas para iniciar un juego. Muy cerca está "El Submarino" y también "El Hongo", el ícono del parque. Más allá aparecen "Los Colorados", que deben su impresionante color a la presencia de hierro. 
 
Como también es una reserva paleontológica de importancia mundial, en la entrada del parque está el Museo de Ciencias Naturales y Centro de Interpretación, en donde se exhiben los restos de dos dinosaurios de 230 millones de años, de los más antiguos del mundo.

Desde el año 2000, Ischigualasto junto con el Parque Nacional Talampaya (en La Rioja) fueron declarados bienes naturales por la Unesco, por eso es ideal aprovechar el viaje y visitar ambos. A 60 km de distancia, los dos parques tienen el mismo origen, pero si Ischigualasto se asemeja a la Luna, Talampaya es más parecido a Marte: un desierto interminable de tierra, con elevaciones y profundidades muy rojas.
 
El mayor atractivo del parque es el Cañón de Talampaya, que muchos se animan a comparar con el Gran Cañón del Colorado de los Estados Unidos. El recorrido se debe hacer sí o sí con un guía, y puede ser caminando por diferentes senderos, en bicicleta o en camioneta. Los imponentes paredones de 150 metros de altura, las diversas geoformas ("El Monje", "La Catedral", "La Torre", "El Pizarrón", "El Tótem") y los petroglifos —grabados rupestres sobre las rocas— son los puntos que más se disfrutan del paisaje. También el Jardín Botánico —un reducto de flora local—, el Cañón Arco Iris y la Ciudad Perdida. Se puede transitar el Sendero del Triásico, con reproducciones de los dinosaurios que habitaron allí, y realizar trekking entre cuevas y laberintos.
 
Hay que tomar un respiro y detenerse a admirar este sitio cargado de energía y con mucha mística, donde podemos vivir la experiencia única de cruzarnos con una tropilla de guanacos o seguir con la mirada el vuelo de los cóndores y sus magníficas alas..

Fuente:  http://www.revistasusana.com/1692711-un-recorrido-por-el-valle-de-la-luna-y-talampaya (Modificado)

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