(Diario Clarín) - Panorama empresarial. Axel Kicillof
estaría dispuesto a reconocerle a los Estados que le prestaron al país
una deuda de 9.000 millones de dólares, 3.400 millones más que los que
contabiliza el Banco Central.
Señales. Juan Carlos Fábrega, presidente del Banco Central, ayer. / NESTOR SIEIRA
Por eso, el lunes llevará a Francia una estrategia similar a la que utilizó para cerrar el convenio con Repsol: aceptar sugerencias de los acreedores y estar dispuesto a conceder fuertes beneficios, como los que Kicillof le otorgó a Antonio Brufau. Entre las cuestiones ya decididas se encuentra que la Argentina admitiría una deuda con el Club de París superior a las que se encuentra registrada en el Banco Central y el Palacio de Hacienda.
Kicillof tiene decidido aceptar obligaciones por unos 9.000 millones de dólares, cuando en los últimos registros confiables del BCRA era –incluidos punitorios– una cifra sensiblemente inferior. La última consolidación de esa deuda fue hecha por profesionales de carrera en 2007 y sólo llegaba a los 5.562 millones de dólares. Se hizo por pedido del entonces ministro Miguel Peirano, antes de dar un portazo.
La diferencia entre una y otra cifra alcanza la friolera de 3.400 millones de dólares, un 62% superior a la deuda original registrada en 2007. Hasta ahora no existe información concreta ni lógica que explique el crecimiento exponencial. Los punitorios sólo fueron a tasas internaciones del 2 al 3%.
Todos prefieren el hermetismo y se sabe que el salto en las obligaciones se produjo durante la gestión como ministro de Amado Boudou.
Fuentes del Banco Central sostienen que el ahora vicepresidente incluyó en la cifras compromisos no saldados de bancos y empresas que tenían garantía del Tesoro Nacional. Muchas impagas durante la privatización de bancos de provincias en la época del menemismo.
En otras palabras: parte del monto adicional sería fruto de la estatización de deudas privadas, como lo hizo Domingo Cavallo en 1982. Pero Kicillof tiene decidido no revisar la abultada diferencia de fondos y así facilitar las negociaciones.
El plan lo llevará adelante para cumplir compromisos secretos asumidos con Washington y tratar de abrir la posibilidad de que la Argentina vuelva a endeudarse en el exterior. El Tesoro de Estados Unidos sugirió que avalará la misión de Kicillof. Ponderan que haya dejado de lado sus creencias y llevado adelante el ajuste.
Aun así, el ministro tendrá que superar obstáculos internos en el Club de París. Entre ellos se cuentan:
–La falta de credibilidad en el gobierno de Cristina Kirchner.
–Que un grupo de países liderados por Alemania y Japón exigen que la negociación sea auditada por el FMI.
–Que otras naciones no quieren acordar ahora y prefieren dejar la negociación para el próximo gobierno.
–Que el acuerdo tiene que ser por unanimidad de todos los miembros.
En caso de que la negociación con el Club de París se complique, Kicillof tiene un plan “B”: traer dólares acelerando el endeudamiento de provincias y de YPF. Miguel Galuccio acepta la propuesta, porque tiene aspiraciones políticas para 2015. Ya Galuccio armó una alianza con Cristóbal López para apoyar la reelección de Martín Buzzi. Esta semana viajó a Chubut y respaldó al gobernador.
Clarín confirmó la intención de Kicillof en fuentes del Palacio de Hacienda y también es la información confidencial que maneja Ramón Fernández. El titular del Club de París ya tendría un adelanto –por intercambios de papers– de la flexibilidad con que el ministro llegará a Francia.
Kicillof cambiaría el relato del Gobierno porque está urgido en la búsqueda de préstamos: en su opinión es la única vía que puede evitar una nueva turbulencia cambiaria a partir de agosto.
La impericia técnica del equipo económico generó un hecho inusual: la actual intranquilidad del dólar en el período del año donde ingresa la mayor cantidad de divisas a la Argentina. Esta semana el billete pegó un salto y encendió las alarmas políticas. Lo hizo aunque las cerealeras ingresaron un extra de 3.000 millones de dólares. Ayer el Banco Central tomó una medida extrema para resguardar sus activos: no vendió dólares, para aumentar en forma ficticia las reservas.
Pero el problema es más profundo y obedece a las dudas que genera la política cambiaria, a causa de las disputas entre Kicillof y el jefe del BCRA, Juan Carlos Fábrega. El ministro de Economía quiere atrasar otra vez el valor del dólar, con la intención de frenar la escalada de los precios. Es el mismo error que cometió Guillermo Moreno y terminó en los apremios de enero.
En cambio, Fábrega pretende acelerar las minidevaluaciones para evitar otra devaluación brusca en el segundo semestre del año. Ambos cometen serios errores: el problema es la ausencia total de una política antiinflacionaria, que modere el alza de los precios. La mala praxis en la estrategia cambiaria alienta dos cuestiones que complican el stock de reservas: a retener dólares y a comprar billetes en el mercado blue.
La pelea que adelantó Clarín la semana pasada provocó un cimbronazo político. Cristina Kirchner se vio obligada a hacer –el martes– un careo entre ambos funcionarios para encontrar al responsable del problema. Kicillof acusó a Fábrega de dejar que los banqueros “copen” el BCRA.
Pero esta no es la única pelea que afecta al equipo económico. Hay una interna feroz entre la UIF y la AFIP.
José Sbatella sugirió ante la Justicia que no fue la UIF sino la AFIP la responsable de no denunciar operaciones sospechosas de lavado de dinero vinculadas al narcotráfico.
Copyright Clarín, 2014.
Fuente: http://www.clarin.com/opinion/Acordar-cualquier-precio-Club-Paris_0_1143485744.html
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