sábado, 7 de marzo de 2009

Dos imponentes máquinas cavarán bajo el suelo porteño

Por: Nicolás Pizzi
Son las tuneladoras y excavarán 15 kilómetros de canales de siete metros de diámetro. Construirán dos túneles que irán paralelos al arroyo Maldonado. Empiezan a hacer un enorme pozo por donde entrarán las máquinas.
La obra más importante que va a realizar este año el Gobierno porteño ya está en marcha. Es la construcción de los dos túneles aliviadores del arroyo Maldonado, que corre bajo la avenida Juan B. Justo, y beneficiarán a más de 260 mil vecinos a lo largo de nueve barrios.

Como todo gran emprendimiento, el del Maldonado tiene sus estrellas. Son las tuneladoras: dos enormes trencitos de 80 metros de largo con una cabeza enorme que excava, y a la vez retira la tierra y reviste los túneles con anillos de hormigón. Se trata de una obra muy esperada que ayudará a que la Ciudad soporte mejor las grandes lluvias. En 2005 el entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, anunció que estaba el crédito para construir los aliviadores, que disparó la obra.

Sin embargo, para los ingenieros la figura estelar es el pozo de 30 metros de profundidad donde van a desembocar los túneles. "Nunca antes se hizo algo similar", afirman. Las tuneladoras -las dos tienen entre cuatro y seis vagones- fueron fabricadas especialmente en Canadá, según especificaba el pliego de la licitación. Cada una necesita de 18 personas y consume 7 megavatios de energía. Mediante un complejo sistema, retiran la tierra hacia atrás y colocan enormes anillos de hormigón "unos diez por día", llamados dovelas. Cada uno de los anillos mide 1,5 metro de largo, tiene un espesor de 35 centímetros y deben quedar totalmente herméticos, por la calidad del agua que arrastra el Maldonado.

El túnel puede avanzar entre 15 y 20 metros diarios, a lo sumo. Estiman que van a estar en Buenos Aires en marzo, luego de pasar por los controles técnicos, que se realizarán a mediados de este mes con presencia de ingenieros argentinos. "Si todo sale bien, hay que desarmarlas en varios tramos ante de subirlas al barco. Luego, se vuelven a ensamblar cuando lleguen", explicó el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, durante una recorrida por las obras junto a Clarín.
Igualmente, no van a entrar a escena automáticamente. "La que se destinará al túnel más corto (de 4.565 metros), podría estar bajando entre mayo o junio. La otra recién comenzará a hacer el túnel largo en septiembre", agregó el ingeniero Eduardo Cohen, director de obra por parte de la Ciudad. A partir de ese momento, trabajarán en simultáneo a una profundidad que puede variar entre 16 y 26 metros. Aunque hay tramos sensibles, como el cruce con las líneas de subte B y D o los viaductos ferroviarios, ninguna estructura corre peligro. A medida que excava, el extremo de la tuneladora monitorea todo a su alrededor y reacciona automáticamente.

Igualmente, según los ingenieros italianos y argentinos que están a cargo, el suelo de Buenos Aires es ideal para trabajar. "No es muy duro, pero tampoco tan blando para desmoronarse", explican. Además de los túneles, de 6,90 metros de diámetro, la obra incluye decenas de conductos secundarios para vincular las alcantarillas de los barrios que derivarán hacia ellos sus líquidos, un sistema de descarga y bombeo (que permite la salida hacia el Río de la Plata a través de un canal); y dos cámaras de ventilación, una en cada túnel. En total, se van a extraer unos 860.000 metros cúbicos de tierra. ¿El destino?. Irán en parte a la Costanera Sur, cerca de la central térmica, y otro tanto frente al Aeroparque, donde se están haciendo obras para ampliar la pista de la estación aérea.

En el predio que rodea a Punta Carrasco, donde desaparecieron las clásicas piletas y se montó la base de operaciones, ya trabajan unas 150 personas, en dos turnos de doce horas. En un enorme galpón funciona la fábrica de dovelas. Adentro, hay decenas de moldes, un sistema de grúas que los transporta y una pequeña fábrica de hormigón. "Antes de arrancar los túneles tiene que haber un stock suficiente", explicó Cohen. En el otro extremo del predio ya está todo listo para empezar a cavar el pozo esta semana. Tendrá 30 metros de profundidad y 12 de ancho, aunque el paredón que lo contiene alcanzará los 54 metros para poder asentarse en el manto de arcillas azules.

Cuando los canales estén funcionando, el agua va a entrar al pozo y al llenarse saldrá por el extremo que está más cerca del río. Allí habrá unas enormes compuertas que pueden cerrarse si el río supera el nivel habitual por un temporal o una sudestada. En el lugar también hay cámaras de bombeo, pero sólo se usará para la limpieza de los túneles. "El agua llega al Río de la Plata por efecto de la gravedad", explica Chain. Aunque se hicieron esperar varias décadas, está previsto que los túneles, que en total recorrerán casi 15 kilómetros, tengan una vida útil de cien años.

Fuente: Diario Clarín

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