Una mujer forestó la Ruta 38, a la altura de la localidad tucumana de Río Seco. A las 5:30 recorre el camino para regarlos. "Si pasamos y no dejamos huellas, ¿para qué pasamos?", aseguró
Foto: Aída, en acción. Gentileza: La Gaceta
Foto: Aída, en acción. Gentileza: La Gaceta
La "jardinera" es Aída Ponce, una mendocina que desde hace 24 años vive en Tucumán. Hace 10 se le ocurrió la idea de recrear uno de los paisajes de su niñez y comenzó a forestar a la vera de la Ruta 38, en la entrada de la localidad de Río Seco, informó el sitio web La Gaceta."Si pasamos y no dejamos huellas, ¿para qué pasamos?" es su frase de cabecera.
La llegada a tierras tucumanas fue de la mano de su padre, en busca de trabajo. Pero nunca dejó de pensar en las alamedas que rodeaban los viñedos de su abuelo Ángel. "Nunca pude olvidar el aroma de sus hojas. El sol las pinta con la más bella gama de colores: verdes, amarillos, dorados…", relató Aída.Este sentimiento fue el que la motivó a comenzar a plantar álamos en la entrada de Río Seco, hace diez años. En 2004 le detectaron un tumor maligno en el útero, que lograron extirparle. "Pude curarme, y para agradecer, decidí devolver algo de lo que la vida me había dado", señaló.
Entonces, ya recuperada, continuó forestando a lo largo de la Ruta 38. De los casi 3.000 árboles que plantó, hoy sólo quedan 500, a cada uno de los cuales se acerca a las 5:30 todos los días para darles los 20 litros de agua que necesitan por semana."Todas las semanas los cuido y procuro que no los ataquen hongos, gusanos ni hormigas. Pero a muchos les hicieron daño otras personas", sostuvo. "Muchos de los árboles que plantamos fueron donados por José Luis González, un ingeniero agrónomo amigo; él mismo que me enseñó a cuidarlos", agregó.
En la ardua tarea de mantener esta obra colabora toda la familia de Aída: su esposo, Emilio, y sus hijos Emiliano, de 19 años, Daiana, de 18, Carolina, de 17 y Yasmín, de 15."Al parecer, la gente se admira al ver a una mujer plantando árboles, pero yo me admiro más cuando los veo plantando basura a la orilla de la ruta. Cuando me preguntan por qué lo hago, yo respondo: ¿por qué no hacerlo? Forestar es poner en práctica el sentido común. Si el cambio climático no nos dejó claro su mensaje, estamos muy mal. No podemos pedirle todo al Gobierno, pues el planeta es nuestro hogar y es de todos", finalizó.
Fuente: Infobae.com
Todo un ejemplo, y que hermosa manera de educar a sus hijos.
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