El Gobierno Nacional gastó de forma discrecional la friolera de 43.614 millones de pesos durante el 2008", según denunció ayer el radical Ricardo Gil Lavedra. La cifra del erario público que logra sortear los controles del Congreso de la Nación no tiene precedentes para el titular de los Equipos Técnicos del radicalismo. Equivale a 1.379 pesos por segundo, 26 mil dólares por minuto o 120 millones de pesos por día, y "fomenta el clientelismo y degrada el regimen democrático".
Gil Lavedra se despachó así ayer, en la presentación del 'Contador de los Gastos Deskontrolados', una especie de reloj que, segundo a segundo, muestra el avance de los pesos que el Ejecutivo puede gastar o invertir sin dar cuentas a nadie. Es que la administración kirchnerista, prosiguió el dirigente radical que integró el tribunal en el Juicio a las Juntas, se las ingenia para esquivar los controles a los que deberían ser sometidas todas las partidas presupuestas.
Puntualmente, hoy el Gobierno tiene vía libre sobre esa millonaria suma gracias a tres maniobras legales: incrementos de las autorizaciones de gasto por medio de Decretos de Necesidad y Urgencia, los superpoderes que el Congreso le otorgó al Jefe de Gabinete y el "notable aumento de los recursos administrados por fondos fiduciarios". Así se desprende de una investigación del equipo de Economía del Instituto Radical de Políticas Públicas, que coordinó el economista Adrián Ramos. Son todas cartas con que el Gobierno cuenta por tener mayoría de jugadores propios en el Congreso, por lo que se garantizó la aprobación de leyes que le permiten usar sin aclarar.
Gil Lavedra sostiene, de todas maneras, que la cifra "es escandalosa", aún cuando el estudio dejó de lado el análisis del reparto de los ATN y gastos reservados. "Es muy malo", repitió, y su calificación la vinculó con el progreso y proceso de cualquier sociedad en democracia, más allá de "quiénes lo hagan": "Tenemos una democracia con una concentración de poder muy grande y un manejo discrecional de recursos sin precendentes". El estudio se convertirá en la carta que el radicalismo muestre para conseguir la derogación de los superpoderes. Ahora, anhela Gil Lavedra, habrá razones para fundamentar la medida que el partido centenario espera: "No podemos permitir que los dineros públicos se manejen al antojo de un matrimonio".
Fuente: Diario Clarín
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