Brasil está decidido a iniciar un proceso de cambio social e industrial que lo lleve al nivel de una potencia internacional. Movimiento ascendente que puede encontrar obstáculos, provocar envidias o generar adversarios. Esas situaciones fueron tomadas en cuenta por quienes diseñaron el futuro de Brasil. "Si queremos abrir un nuevo camino en el mundo necesitamos un escudo de defensa", explicó a LA NACION el ministro de Asuntos Estratégicos, Roberto Mangabeira Unger.
"De todos los grandes países, Brasil es el más pacífico, el que tiene menos experiencias de guerras. Pero necesitamos poder decir no cuando tengamos que decir no", agregó el funcionario que presentó esta semana al presidente Lula Da Silva el plan para el desarrollo brasileño. Fortalecer el brazo militar es una de las decisiones tomadas en Brasilia, en un proyecto cuyo corazón bombea expectativas en las importantes reformas en los campos educativos, comerciales, de las relaciones del trabajo y del sostén a las pequeñas y medianas empresas como nuevo paradigma de crecimiento económico.
Mangabeira Unger llegará hoy a la Argentina para difundir los detalles del plan de Brasil. Su agenda tiene previstos encuentros en los ministerios de Defensa, de Planificación, de Interior, de Educación y de Ciencia y Tecnología, además de charlas en la CGT, en la Unión Industrial Argentina y en el Consejo Argentino de Relaciones Exteriores.
Si bien aún falta la aprobación presidencial, se estima que el presupuesto de defensa de Brasil pasará del 1,5 al 2,7 por ciento del Producto Bruto Interno (la Argentina destina el 0.9 por ciento) Mangabeira Unger optó por no dar cifras concretas de la inversión, pero sí entregó una definición a modo de señal: "La moneda de la defensa es el sacrificio"
"Trabajamos en el diseño de las fuerzas armadas, en configurarlas para tener una presencia fuerte en todo el territorio terrestre y en el marítimo distante. Vamos a reconstruir la industria de defensa, con regímenes especiales jurídicos y comerciales para las empresas. También se va a profundizar el servicio militar."
"En un país tan desigual como es el nuestro es necesario que exista una identificación de la nación con las fuerzas armadas, que no sean sólo un sector al que se le paga por ocuparse de la defensa, sino que sea el resultado de la propia nación en armas", indicó Mangabeira Unger.
"No trabajamos sobre amenazas o enemigos, sino sobre capacidades que necesitamos. No somos un país imperialista y el pacifismo forma parte de la identidad de Brasil, pero eso no exime de la responsabilidad de tener la capacidad de defendernos. El escudo de defensa evitará cualquier acto de intimidación", aseguró.
El armado de un escudo de defensa tiene en el pensamiento brasileño la razón de proteger un ambicioso plan de crecimiento estratégico. Uno de los pasos es dar un salto de calidad en la tecnología industrial. "Son las pymes las fuentes de las grandes innovaciones tecnológicas. Nos falta en Brasil esa periferia de empresas pequeñas vanguardias. Dentro de nuestra propuesta industrial queremos conversar con los argentinos sobre alternativas al régimen de patentes para incentivar la transferencia de tecnología."
"En la educación queremos crear un nuevo tipo de escuela media, no enciclopédica o informativa, sino técnica y profesional. La intención es fomentar a la pequeña burguesía emergente, que es el horizonte para la mayoría del pueblo. Tenemos un pensamiento formado en la izquierda, pero no queremos que se repita el error de pensar a la burguesía como enemiga".
Brasil piensa en su desarrollo y en la forma de defenderlo.
Fuente: Por Daniel Gallo De la Redacción de LA NACION