Por Jorge Oviedo - LA NACION
Macri analiza hacer una prueba este verano, con 500 bicicletas
"La ciudad es más linda en bicicleta", dice el lema del muy popular sistema de bicicletas públicas de alquiler de la capital francesa, que el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, quiere copiar. De hecho, ese servicio público, conocido como bicing , comenzaría a ser una realidad este verano en Buenos Aires.
Según los planes en estudio, el debut llegaría con un plan piloto, con no más de 500 bicicletas. Fuentes del gobierno porteño dijeron que en diferentes puntos de la ciudad habría estaciones de entrega y recepción de los rodados, pero no serían automatizadas, como en París, sino con personal. Y los puestos de amarre no estarían totalmente descubiertos: tendrían cercos para cerrarlos durante la noche. Cada estación dispondría de alrededor de 20 unidades. Con la experiencia lograda en el plan piloto se trataría luego de extender el esquema, para asemejarlo al francés.
En París hay unos 100.000 alquileres por día y cada unidad tiene en ese lapso entre cuatro y siete usos. Las propias autoridades porteñas admiten que falta mucho para poder tener algo tan extenso aquí, que logre, como en París, reducir 10% el tránsito automotor. ¿En qué consiste el sistema parisino? Se llama Vélib ( Vélos en libre service o Bicicletas a libre disposición) y permite encontrar cada 300 metros un puesto de estacionamiento, retiro y entrega de las unidades, que se alquilan. Se puede estar abonado por año, por semana o por día. Sirve para residentes y turistas. Se puede pagar con tarjeta de crédito o débito, y también con la Navigo francesa, que se utiliza para abonar en la red del extendido y eficiente sistema de transporte público, que incluye subterráneos, trenes y colectivos. Un plástico más completo y eficiente de lo que será el siempre demorado SUBE argentino.
Con sólo registrarse en el sistema -cuesta un euro por un día o cinco euros por siete- es posible retirar un vehículo. La primera media hora es gratuita. De modo que lo que se estimula y se subsidia es la utilización en tiempos y tramos cortos: completar un trayecto de la estación de tren o de subte al trabajo, o viceversa, o de casa a la parada de colectivos.
Las bicicletas son realmente de gran calidad. Poseen un pequeño generador de energía eléctrica que alimenta las luces trasera y frontal. Una pequeña batería asegura que sigan encendidas cuando hay que detenerse, por ejemplo, en un semáforo. La transmisión posee tres cambios y un sistema de seguridad propio permite bloquear la unidad si se la quiere dejar temporalmente en algún sitio donde no hay una estación de entrega y retiro.
La primera media hora adicional cuesta un euro; la tercera, dos, y, a partir de allí, se abonan cuatro euros cada media hora, una muestra clara de que la intención es que se usen las unidades por tiempos breves. Es posible ver todos los días a miles de personas circulando a bordo de las muy identificables vélos públicas. Los hay turistas, estudiantes, señores de saco y corbata y señoras elegantemente vestidas, pedaleando por las calles parisinas en los días de tiempo agradable.
Vélib tiene una enorme demanda los fines de semana, para paseos, si el tiempo es bueno. Pero también las bicicletas se agotan en las estaciones más demandadas en las horas pico de los días laborables. Un página en la Web ( www.velib.fr ) permite conocer el estado de la propia cuenta, abonar y conocer novedades, como las nuevas estaciones o las que están cerradas por mantenimiento u otra razón. Otro sitio web ( www.velivelo.com ) permite no sólo encontrar más fácilmente estaciones, sino también diseña los trayectos de manera más eficiente a pedido de los visitantes. Una página interactiva similar está disponible en www.parisavelo.net para manejarse en un Google Maps con un total de 1226 estaciones de la ciudad y sus alrededores.
Para quien no es residente, una tarjeta de crédito o débito internacional y un trámite de unos pocos minutos en un puesto de entrega y devolución de vehículos es suficiente. Se hace en la torrecita de la terminal automática, que tiene menús en varios idiomas, incluido el español, y se obtienen la tarjeta, las claves e instrucciones para retirar un vehículo. Un mapa indica las estaciones más próximas. Devolverlas es también muy sencillo. Basta con encontrar un puesto y colocarla en uno de los postes de fijación que esté disponible. El esquema funciona las 24 horas los siete días de la semana.
¿Es posible un sistema así en Buenos Aires?
Vélib parece orientado a completar un complejo, extenso y muy eficiente sistema de transporte público. Quienes quieren disponer de un vehículo de dos ruedas para hacer largos recorridos diariamente no encuentran ninguna ventaja y por eso se ve a muchos circular con sus propias unidades. Y también hay muchos lugares públicos para dejar amarradas esas unidades particulares.
En París, la red de subterráneos, colectivos y trenes está ampliamente disponible y permite combinaciones que a uno lo llevan rápidamente y con mucha mayor eficiencia que en Buenos Aires a cualquier punto de la capital francesa -que tiene apenas la mitad de la superficie que la argentina- y los alrededores. Hay también un amplio y extenso sistema de bicisendas, que son más estrechas que las porteñas, ya que van en un solo sentido. En muchos lugares, el carril para las bicicletas está incluido en la vía exclusiva para los colectivos y en otros, es parte de las veredas.
Otro tema es el de la seguridad. Las particulares y técnicamente muy completas bicicletas parisinas son una tentación para los ladrones. Quien las alquila con tarjeta de crédito o débito sufre una retención de 150 euros como garantía, que cesa cuando se constatan las correctas devoluciones. Pero el valor de las unidades es mucho mayor. Muchas son robadas por terceros y aparecen luego en venta en otros países. Y otras muchas unidades han sufrido el ataque y graves daños por parte de vándalos en los puestos de entrega, estacionamiento y recepción. Cabe pensar que todos estos problemas en Buenos Aires serían muchísimo mayores.
Con todo, Vélib parece un éxito. Comenzó en julio de 2007 y, a fin de ese año, ya había más de 20.000 unidades a disposición de los usuarios. En las horas pico de los días laborables, no es raro encontrarse con que en muchos de los miles de puestos no hay una sola "bici" disponible. El esquema se extiende en Francia. En septiembre Estrasburgo, que tuvo el primer sistema de ciclovías del país, inauguró uno propio, con unidades con las mismas características de las parisinas, pero que en lugar de marrones, son verdes.
Instalarlo exactamente igual en Buenos Aires requeriría de una colosal inversión y la superación de enormes desafíos, en el que la seguridad lógicamente no sería el menor. Si todo sale como Macri y su equipo quieren, habrá una suerte de plan de ensayo en el verano.
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lunes, 25 de octubre de 2010
El bicing , cada vez más cerca en la Capital
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Si, este sistema de bicicletas lo vi en París,es muy usado por todos, no hay edad, grandes y chicos, muy bueno para sacar autos de la calle. No creo que prospere en nuestro país, primero y principal, el robo, y otra de las causas, es el poco o nada respeto a las leyes de tránsito. Esto es para países con educación.
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