El Banco Mundial acaba de proclamar a China como segunda potencia global por capacidad de compra, un cálculo que valora el tipo de cambio de las divisas. España desaparece del ‘top-ten’, según este barómetro.
El PIB chino se ha convertido en la segunda potencia del planeta, a tenor de las estimaciones recién realizadas por el Banco Mundial, y que revisan, al término de 2005, el tamaño de las economías, contabilizando las diferencias en el nivel de precios entre países; es decir, según la Capacidad de Poder de Compra –PPP, según sus siglas en inglés–, que contempla el tipo de cambio de las divisas.
Un método de cálculo que favorece a mercados que, como el chino, mantienen artificialmente el valor del riminbi a través de una política monetaria con bandas de fluctuación predeterminadas. O lo que es lo mismo, sin libre flujo de flotación, modelo instaurado en casi todos los países acogidos al liberalismo económico.
La revisión metodológica de la institución hermana del FMI en términos de PPP, también incluye en el top ten de mayores economías mundiales a otras áreas emergentes como India, Rusia o Brasil, que desplazarían a países como España de tan privilegiada clasificación. Sin embargo, si este diagnóstico se realiza en precios constantes de mercado, con el dólar como moneda de referencia –terminología más aceptada como radiografía fija de la realidad–, España preserva su condición de octavo PIB global, con un valor de 1,2 billones de dólares al término de 2006. Por delante, aunque a escasa distancia de Canadá, India, Brasil, Corea del Sur, México y Australia.
Pero el dato en PPP anticipa una simulación fidedigna del futuro a medio plazo. Un escenario que reserva ya cinco de los doce primeros puestos a mercados emergentes y que ya refleja el potencial de estos países. En el mismo informe, revelado ayer, durante la cumbre primaveral del FMI y el Banco Mundial, se constata la dimensión de la riqueza mundial, que alcanzó a la conclusión de 2006, los 59 billones de dólares, y la paulatina pérdida de peso de las economías industrializadas en el PIB global.
Las naciones en desarrollo acaparan el 41% del valor total, cinco puntos más que su cuota de 2000. El fuerte repunte de la prosperidad en los últimos años ha elevado el poder global a todas las zonas emergentes, excepto América Latina y los países de alta renta, que pierden un 5% de peso en la economía mundial.
El PIB chino se ha convertido en la segunda potencia del planeta, a tenor de las estimaciones recién realizadas por el Banco Mundial, y que revisan, al término de 2005, el tamaño de las economías, contabilizando las diferencias en el nivel de precios entre países; es decir, según la Capacidad de Poder de Compra –PPP, según sus siglas en inglés–, que contempla el tipo de cambio de las divisas.
Un método de cálculo que favorece a mercados que, como el chino, mantienen artificialmente el valor del riminbi a través de una política monetaria con bandas de fluctuación predeterminadas. O lo que es lo mismo, sin libre flujo de flotación, modelo instaurado en casi todos los países acogidos al liberalismo económico.
La revisión metodológica de la institución hermana del FMI en términos de PPP, también incluye en el top ten de mayores economías mundiales a otras áreas emergentes como India, Rusia o Brasil, que desplazarían a países como España de tan privilegiada clasificación. Sin embargo, si este diagnóstico se realiza en precios constantes de mercado, con el dólar como moneda de referencia –terminología más aceptada como radiografía fija de la realidad–, España preserva su condición de octavo PIB global, con un valor de 1,2 billones de dólares al término de 2006. Por delante, aunque a escasa distancia de Canadá, India, Brasil, Corea del Sur, México y Australia.
Pero el dato en PPP anticipa una simulación fidedigna del futuro a medio plazo. Un escenario que reserva ya cinco de los doce primeros puestos a mercados emergentes y que ya refleja el potencial de estos países. En el mismo informe, revelado ayer, durante la cumbre primaveral del FMI y el Banco Mundial, se constata la dimensión de la riqueza mundial, que alcanzó a la conclusión de 2006, los 59 billones de dólares, y la paulatina pérdida de peso de las economías industrializadas en el PIB global.
Las naciones en desarrollo acaparan el 41% del valor total, cinco puntos más que su cuota de 2000. El fuerte repunte de la prosperidad en los últimos años ha elevado el poder global a todas las zonas emergentes, excepto América Latina y los países de alta renta, que pierden un 5% de peso en la economía mundial.
por Escribe Ignacio J. Domingo
Fuente: http://www.expansion.com/edicion/exp/opinion/es/desarrollo/1111175.html
Fuente: http://www.expansion.com/edicion/exp/opinion/es/desarrollo/1111175.html