lunes, 21 de julio de 2008

La ortodoxia, receta contra la inflación en América latina

La inflación es un problema compartido por todos los países latinoamericanos, aunque los distintos gobiernos de la región están muy lejos de ponerse de acuerdo a la hora de elegir cuáles son las mejores recetas para hacer frente a esta escalada del costo de vida.

Hace un par de meses, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) pronosticó que diez millones de personas en América latina caerán por debajo de la línea de la pobreza durante este año como producto de la suba de los precios, lo que obligó a los países de la región a buscar todo tipo de soluciones, que van desde la baja de aranceles a la importación hasta el control del gasto público, pasando por la suba de las tasas de interés o la reducción del IVA a los alimentos y los combustibles.
En la Argentina, en cambio, sólo se aplicaron hasta ahora supuestos controles de precios y aumentos de impuestos.

La receta ortodoxa de enfriar la economía fue la elegida por el gobierno colombiano, donde el Banco de la República -banca central de ese país- acaba de anunciar una serie de medidas para aumentar los encajes bancarios y, de esta manera, restringir el crédito. Las autoridades monetarias también buscan frenar el ingreso de capitales especulativos, disminuyendo los incentivos para invertir en el mercado financiero local. Las medidas del gobierno de Alvaro Uribe se conocieron poco después de que se informó que la inflación colombiana en junio había registrado la mayor suba mensual (0,86%) de los últimos diez años, impulsada por los fuertes aumentos en los precios de los alimentos, los alquileres y el transporte.

Venezuela es otro de los países que registran una aceleración de la inflación, y acaba de terminar el primer semestre con una suba de precios acumulada del 15%, cuando el objetivo del gobierno de Hugo Chávez para todo 2008 era un alza del 19,5%. Lejos de lo que podría pensarse, la receta del gobierno bolivariano para hacer frente a este problema es una apuesta a la ortodoxia, flexibilizando los controles de precios y restringiendo la liquidez.

La receta ortodoxa también está siendo aplicada por el gobierno brasileño, que acaba de subir la tasa interbancaria en medio punto y anunció que está estudiando reducir a cero los aranceles a la importación de varios productos industriales, apostando a que un aumento de la oferta en el mercado interno se traduzca en una baja generalizada de precios.

Perú, que acumula una inflación de tan sólo 3,5% en los primeros seis meses del año, también anunció una serie de medidas para contener el costo de vida. Alan García, que sufrió una hiperinflación durante su primer mandato en los años 80, ahora acaba de lanzar un paquete fiscal que incluye la reducción del impuesto selectivo al consumo (el IVA local) para los alimentos y los combustibles. En forma paralela, además, redujo los aranceles de importación para una partida de 600 alimentos y 300 insumos industriales. Alimentos sin barreras

La decisión de facilitar el ingreso de alimentos importados también fue tomada por el gobierno uruguayo, después de que se conoció que la inflación en su país acumulaba una suba del 5,4% en el primer semestre del año. En este caso, los funcionarios del Frente Amplio decidieron simplificar la importación de seis tipos de hortalizas y frutas, incluyendo manzanas, cebollas, ajos y papas.

Otro que batió un récord de inflación en junio fue Chile, que sufrió un alza del costo de vida del 1,5% en el último mes, en lo que significa el registro más alto en 17 años. La inflación se disparó en los últimos meses debido al fuerte avance en los precios del petróleo, que Chile importa casi en su totalidad, y en menor medida por las subas en los precios internacionales de los alimentos.
Para hacer frente a estos aumentos, el Banco Central chileno optó por aplicar una serie de subas en la tasa interbancaria y los analistas privados anticipan que el gobierno de Michelle Bachelet está dispuesto a seguir subiendo la tasa de interés con tal de frenar la inflación, que ya acumula una suba del 4,3 por ciento en la primera mitad del año.

Fuente: Por Alfredo Sainz del Diario LA NACION
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