domingo, 5 de octubre de 2008

EE.UU. y la CIA: un legado de cenizas

Desde los años de la Guerra Fría hasta el 11-S e Irak, los servicios de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana han fallado en su principal objetivo: defender a su país. Periodistas, antiguos agentes y novelistas describen una organización plagada de vicios y errores, pero que sigue siendo poderosa

FOTO. Escena de la película Syriana, basada en testimonios de un ex agente: la CIA ha dejado también una profunda huella cultural.

Desde los años de la Guerra Fría hasta el 11-S e Irak, sus errores han sido antológicos. La Agencia Central de Inteligencia, los servicios de espionaje estadounidenses, han fallado en su principal objetivo: defender a su país. Periodistas, antiguos agentes de la Compañía y novelistas describen una organización que nunca fue tan poderosa.

El mejor amigo de James J. Angleton, el responsable de las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, el tipo encargado de detectar a los agentes dobles, fue durante décadas Kim Philby, espía soviético y el topo más famoso de todos los tiempos.

El 20 de septiembre de 1949, la CIA, con unos despachos que todavía olían a nuevo, informaba a Truman que la URSS tardaría al menos cuatro años en hacerse con armamento nuclear. Tres días más tarde, el presidente anunciaba al mundo que Stalin tenía la bomba.

El 30 de octubre de 1950, la CIA transmitía a la Casa Blanca que era "inverosímil" que China entrase en la guerra de Corea. Dos días más tarde, 300.000 soldados chinos cruzaron la frontera y casi echan a los estadounidenses al mar.

En noviembre de 1956, el entonces director de la CIA, Allen Dulles, informaba al presidente Eisenhower que "el 80% del ejército húngaro se había pasado a los rebeldes" que encabezaban la primera revuelta contra el poder soviético en Europa oriental. Los tanques de la URSS demostraron en pocos días hasta qué punto estaba equivocado: 2.500 húngaros murieron en la represión, 200.000 abandonaron el país, y se instaló en Budapest una dictadura de corte estalinista.

Bahía Cochinos y todos los intentos para acabar con Fidel Castro, la invasión soviética de Checoslovaquia, la revolución iraní de Jomeini o el auge del terrorismo islámico tras la guerra de Afganistán, la caída del muro y la desaparición de la URSS; por no hablar del mayor fallo de todos, el 11-S, ni de las inexistentes armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.

Esa interminable serie de fracasos es lo que el premio Pulitzer Tim Weiner llama Legado de cenizas , el título en español de su historia del espionaje estadounidense, que la prensa internacional ha saludado como el mejor libro sobre la Compañía. "La mala información destruye naciones", explica Weiner, reportero experto en espionaje de The New York Times , en conversación telefónica desde su casa de Manhattan. "¿Por qué los troyanos aceptaron el caballo de los griegos? Por falta de información. La buena inteligencia salva vidas, la mala inteligencia mata a la gente.

¿Qué hacemos en Irak? Llevamos más tiempo en ese conflicto que lo que estuvimos en la II Guerra Mundial. ¿Usted cree que si la CIA hubiese dicho: ´Saddam no tiene armas de destrucción masiva, las eliminó en los noventa , Estados Unidos hubiese ido a la guerra? Lo dudo". Y este veterano periodista, que lleva años informando desde frentes de la guerra contra el terrorismo como Afganistán o Pakistán, prosigue: "El espionaje es amoral y no se puede juzgar desde criterios morales. Es la segunda profesión más antigua del mundo. Todo el mundo espía a todo el mundo, enemigos, amigos, aliados Es lo que hacen todos los gobiernos, y es ingenuo escandalizarse porque es algo que necesitamos. Sin una buena inteligencia no existe la defensa ni la política exterior".

Como señalaba The Economist , "muchos libros se han empeñado en mostrar lo mal que se comporta la Agencia Central de Inteligencia. En este apasionante y persuasivo ensayo, Tim Weiner demuestra lo mal que hace su trabajo". A lo largo de años, este veterano periodista, que recibió el Premio Pulitzer en 1988 cuando escribía para The Philadelphia Inquirer y que desde hace dos décadas es el corresponsal para asuntos de seguridad nacional de The New York Times , ha recopilado una cantidad insólita de información inédita a través de documentos desclasificados o de entrevistas con cientos de agentes de la organización.

El resultado es apabullante y también desolador. No sólo por las acciones encubiertas en los cinco continentes, que han costado la vida a miles de personas, sino porque, según este autor, la agencia no ha llegado a cumplir su principal objetivo: defender a EE.UU. La frase con la que empieza su libro lo dice todo: "En el presente volumen se describe cómo el país más poderoso en toda la historia de la civilización occidental ha sido incapaz de crear un servicio de espionaje de primera línea, un fracaso que actualmente representa un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos".

El título del libro de Weiner, que recibió el National Book Award en EE.UU., recoge una frase de Eisenhower, que le espetó a Dulles al final de su mandato: "La estructura de nuestros servicios de información no funciona. Nada ha cambiado desde Pearl Harbour. He sufrido una derrota de ocho años en esto. Dejaré un legado de cenizas a mi sucesor". Sin embargo, sin este "legado de cenizas" no se puede entender el siglo XX; seguramente, tampoco el siglo XXI.

Fuente: Diario La Nación

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