Podrían eliminarse secretarías y subsecretarías para dar señales de austeridad; el Ministerio del Interior ya prepara su reforma
En la Casa Rosada comenzó a escucharse un plan para reestructurar la administración pública. Podrían eliminar secretarías y subsecretarías de Estado para dar señales de austeridad y eficiencia. El caso más concreto es en el Ministerio del Interior. El ministro Rogelio Frigerio reformará el área de obras públicas y la de asuntos políticos.
Mientras tanto, está por verse si esa reestructuración se extiende a otros ministerios y en distintos despachos del Gobierno crecen versiones de posibles cambios de nombres en el equipo del presidente Mauricio Macri, según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales.
La Secretaría de Obras Públicas quedó vacante desde que renunció Daniel Chaín, a mitad de año. El actual secretario de Vivienda, Domingo Amaya, pasaría a ser secretario de Asuntos Municipales, cargo que dejó Aída Ayala para ser candidata a diputada en Chaco, donde ganó el domingo último.
Por ese motivo, las secretarías de Vivienda y de Obras Públicas conformarán una nueva estructura global aún no definida. Pero está descartada la idea de crear una agencia de obras públicas.
Eso se barajó cuando surgió el nombre de Jorge Macri, intendente de Vicente López, como nuevo integrante del gabinete. Pero el primo del Presidente fue descartado para ese cargo.
La nueva estructura, por definirse, tendrá dos grandes ramas: una para obras de infraestructura de gran envergadura y otra para obras municipales. Se redistribuirían en ellas las actuales subsecretarías de Hábitat (Marina Klemensiewicz), de Coordinación de Obras Públicas (Ricardo Delgado), de Recursos Hídricos (Pablo Bereciartúa) y de Vivienda (Iván Kerr).
sabe la tierra
También entrarán en ese nuevo esquema las subsecretarías de Planificación Territorial e Inversión Pública (Fernando Álvarez de Celis), de Obras Públicas (Jorge Sábato), de Desarrollo Provincial (Camilo Di Boscio) y la Comisión Consultiva del Área Metropolitana en Buenos Aires, Cocamba (Facundo Suárez Lastra, que asumirá como diputado en diciembre).
Por otra parte, la Secretaría de Asuntos Políticos, que dirige Adrián Pérez, quedaría probablemente sin subsecretarías a su cargo. Podrían pasar a ser direcciones generales: sólo se mantendría en pie la imprescindible Dirección Nacional Electoral (DINE), que dirige Fernando Álvarez Álvarez, un órgano técnico clave para organizar las elecciones y para instrumentar la postergada reforma electoral de boleta única electrónica que se debatirá en el Congreso.
Así las cosas, se eliminarían las subsecretarías que controla Adrián Pérez: la de Asuntos Políticos, a cargo del ex kirchnerista Julio Postiglioni; la de Asuntos Electorales, vacante desde que Ezequiel Fernández Langan se postuló como candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires. Se reconvertiría la Subsecretaría de Reforma Institucional y Mejoramiento de la Democracia, de Marina Carbajal, que impulsó la ley de acceso a la información y que creará un índice de transparencia de municipios para bajar el gasto fiscal.
Otro dato que se barajó en la cartera política es que Lucas Delfino, hombre de Rogelio Frigerio, mantendría la Subsecretaría de Asuntos Municipales pese a que salió electo concejal de Hurlingham. Asumiría su banca ad honorem y mantendría el cargo y la función de subsecretario, porque en Interior aseguran que no existe incompatibilidad legal.
En los pasillos de la Casa Rosada también deslizan que Macri aprovecharía el viaje a los Estados Unidos para definir el candidato a ocupar la embajada argentina en Washington, vacante desde la renuncia de Martín Lousteau.
En diciembre podría haber más cambios. Siempre está latente la posibilidad de que el ministro de Salud, Jorge Lemus, deba dar un paso al costado. Por otra parte, falta completar dos sillas en el directorio del Banco Nación, que dirige Javier González Fraga, porque sólo se reemplazó uno de los tres desplazados con el nombramiento de Juan José Gómez Centurión. Paralelamente trascendieron supuestas tensiones entre Alberto Abad y la Casa Rosada.
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