Por Luciana Aranguiz - Clarin.com
La vida de la mejor tiradora argentina, que acaba de cumplir 18 años y ya logró una medalla panamericana y fue olímpica
Fernanda Russo fue olímpica en Río 2016. Foto: Maxi Failla
Fernanda Russo es una tiradora con experiencia internacional, que ganó una medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y tuvo su debut olímpico en Río de Janeiro 2016. Está probado, entonces, que puede pasar mucho tiempo casi inmóvil parada en la línea de tiro con su carabina a cuestas. Pero también es una adolescente inquieta de 18 años, que está todo el tiempo en movimiento, aprendió sola a tocar el ukelele y disfruta la vida al aire libre. Dentro de su cuerpo conviven en perfecta armonía esas dos versiones de sí misma, parecidas en muchísimos sentidos, pero al mismo tiempo muy diferentes, que la llevaron a transformarse en poco tiempo en una de los representantes más importantes del tiro deportivo argentino.
Tenía 15 años cuando se colgó la plata en Toronto y apenas 16 cuando terminó 20ª en la cita olímpica del año pasado, donde fue la más joven de la delegación argentina. Esa inquietud propia de su edad la hizo animarse a encarar desafíos cada vez más grandes. Y esa tranquilidad mental con la que afronta cada competencia le permitió ir cosechando buenos resultados y no dejarse apabullar por el torbellino de experiencias y sensaciones que atravesó en los últimos tres años, desde su participación en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014, donde ganó la plata en la prueba por equipos de 10 metros rifle de aire, junto al mexicano José Valdés Martínez. Y no paró más.
"Esos Juegos fueron como mi cuna. A partir de ahí todo pasó muy rápido. Después de Nanjing vino la Copa de las Américas para buscar la clasificación a los Panamericanos de 2015. Conseguí la plaza, fui a Toronto y de la nada me encontré en Río. Estos tres años fueron una locura. No tuve tiempo ni de ponerme a pensar en lo que me estaba pasando. Las obligaciones estaban enfrente y yo las quería afrontar. Me decían 'Hay que ir a Toronto' y mi posición era 'Bueno, vamos'. Creo que un poco por la inconsciencia y la inocencia y otro poco por las ganas de competir y de dar lo mejor de mí", recuerda en charla con Clarín.
Aunque aunque nació en Córdoba por una cuestión fortuita, ella es "más riojana que La Chaya, un festival que se hace acá", como cuenta con un acento que no la deja mentir.Y reconoce: "Río me hizo madurar mucho como deportista y como persona. Recién me cayó la ficha de lo que iba a ser esos Juegos Olímpicos en el evento test previo y ahí le dije a mi entrenador que tenía miedo, porque me sentía responsable de lo que iba a hacer. No quería sólo ir a hacer experiencia; quería ir a competir. Pero ahora miro para atrás y veo lo importante que fue. Todo lo que viví desde Nanjing me cambió la vida".
Fernanda comenzó a practicar tiro cuando tenía apenas 10 años. "En mi casa siempre me inculcaron que tenía que hacer algún deporte. Probé con natación y con karate. Hasta que un día mi papá me llevó al Tiro Federal de La Rioja y me enganché. Fue un viaje de ida", afirma. Y dice que eligió el rifle porque era el arma de su entrenador, Ricardo Brígido, con quien todavía sigue trabajando.
"Haber empezado de tan chica me ayudó, porque afuera de la línea de tiro soy un cohete, no me quedo quieta un segundo, pero a la hora de competir tengo que manejarlo porque éste es un deporte de precisión. Cuando arranqué era todavía una niña y no había entrado ni en la preadolescencia. La vorágine vino después y la aprendí a administrar. Me acostumbré desde el principio a cómo tenía que ser durante la competencia", reflexiona esta fanática de River.
-¿Trabajás ese aspecto con algún psicólogo deportivo?
-Este año empecé a trabajar con Marcelo Roffé. Después de Río hicimos un balance y decidimos que había que incorporar un psicólogo. Él es un excelente profesional y los cambios se notan. Gané mucha seguridad y tengo otra forma de encarar la competencia.
-¿Te ayuda también para manejar el tema de la presión y las expectativas a veces desmedidas que llegan desde afuera?
Sí. Es muy difícil abstenerse de los comentarios de la gente. No me gusta generalizar, pero muchos hablan sin saber lo que se siente estar adentro. Se ve mucho en el deporte y en Argentina sobre todo. Acá somos recontra exitistas. Uno no puede juzgar si no está en los zapatos de la persona que está compitiendo. Es difícil superarse y mejorar. Entonces hay que tratar de hacer oídos sordos a eso y enfocarse en lo que uno sabe hacer. Al final, la que tira soy yo. El entrenamiento mental va aplicado a ese punto particularmente.
-Viviste los momentos más importantes de tu carrera en plena adolescencia. ¿Te costó sacrificar algunas experiencias propias de esa época de la vida por el deporte?
-Sé que hubo sacrificios, pero no los sentí de esa manera porque yo hice todo por convicción. No me molestaba por ejemplo no salir un sábado porque tenía que ir a entrenarme el domingo. Era natural. Los viajes al principio me costaban mucho, pero ahora no tanto. Soy re familiera y estoy todo el tiempo con mis amigas; entonces se siente la ausencia. Pero sé que estoy afuera con un propósito y trato de poner toda la atención en eso y olvidarme que estoy lejos de casa.
En su día a día se mezclan las actividades del último año de la secundaria en el Instituto Superior Albert Einstein de La Rioja, las salidas con amigas y las clases de inglés con los entrenamientos. Al trabajo técnico, típico de su deporte, le suma el que hace con el psicólogo y el físico. "Es importante por el peso del equipo y la carabina (La de ella pesa 4,5 kilos y ya es como una extensión de su brazo) y porque es fundamental estar lo más quieta y firme posible durante la competencia", explica.
En plena pretemporada, hoy está enfocada en terminar la secundaria y planificar su primer año como estudiante universitaria. "Me voy a vivir a Buenos Aires para estudiar bioingeniería. Yo soy recontra nerd y me encantan la matemática, la química, la física y la biología. Un bioingeniero puede hacer desde un órgano artificial hasta vacunas o remedios y experimentos genéticos, dependiendo de la rama. Es la parte de la tecnología que se dedica a las ciencias de la vida. Y me encanta porque es una combinación de las dos cosas que más me gustan", cuenta fascinada.
¿Podrá llevar de la mano la carrera universitaria con la deportiva? "No va a ser fácil, pero si Belén Pérez Maurice, por ejemplo, se recibió (de ingeniera en alimentos), ¿por qué yo no?", se plantea quien comparte los mismos sueños que todos los deportistas. "Quiero ser campeona olímpica y mundial y liderar el ranking por el mayor tiempo posible", enumera. Y luego agrega: "Cuando me retire sería muy lindo poder dar clases, transmitir lo que aprendí. Vivir el tiro desde otro ámbito y dejarle algo a este deporte, que es mi vida".
Fernanda Russo fue plata en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.
Después del sueño de Río 2016, Fernanda encaró la temporada 2017 con muchas ganas y consiguió un par de resultados destacados. En junio terminó sexta entre 131 competidoras en la prueba 10 metros rifle de aire del Mundial Junior de Rifle y Pistola de Suhl, Alemania. Y en septiembre, en el mismo escenario donde el año pasado tuvo su debut olímpico, se colgó la medalla de oro en el Campeonato Sudamericano.
"Conseguir esa medalla fue relindo. Mi objetivo más grande era sacarme el gusto de tirar bien en la peana de los Juegos. Lo había hecho bien el año pasado, pero tenía una pica interna que me quería sacar. El puntaje que conseguí no fue mejor, pero yo me di el gusto de intentarlo de nuevo y de estar allí otra vez. Y eso me movió un montón de cosas adentro", cuenta.
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