Debido a su menor tamaño y a su menor peso que otros UAV, como el Hunter o el Gray Eagle del Ejército, hasta la fecha no se habían armado; sin embargo, tanto el Ejército como los "marines" están considerando esta posibilidad para que las pequeñas unidades tengan el apoyo de fuego oportuno, en lugar de esperar, especialmente los "marines", a recibir dicho apoyo de medios de apoyo cercano conjuntos.
Los RQ-7B realizan misiones de vigilancia pero, al no estar armados, las unidades de infantería necesitan apoyo de fuego proporcionado de artillería, helicópteros o aviones para destruirlos. Esta forma de actuar presenta dos problemas, uno, la falta de precisión de los fuegos, si las unidades encargadas de ese apoyo no cuentan armas de precisión; y, segundo, el largo proceso temporal de planeamiento. De hecho, la falta de oportunidad del apoyo ha ocurrido varias veces, principalmente a los "marines". En 2009, durante seis meses, hubo 90 incidentes, en los que insurgentes instalando explosivos improvisados (IED), fueron localizados por los UAV de reconocimiento y pudieron escapar antes de que llegasen los aviones de apoyo de fuego. Y recientemente, durante una operación de una unidad de "marines", 94 insurgentes, "objetivos de gran valor", escaparon mientras los RQ-7B estaban sobrevolando el área.
La dependencia de los "marines" de medios de apoyo de fuego conjuntos ha impulsado a sus mandos a dar prioridad a armar los UAV, que podrían atacar directamente a los objetivos localizados, evitando la posibilidad de huida de los mismos. El Ejército, en cambio, dispone de los MQ-5B Hunter, con bombas guiadas GBU-44 Viper Strike, y MQ-1C Gray Eagle, con misiles Hellfire.
Los UAV de reconocimiento pueden designar objetivos enviando datos GPS de los mismos a unidades de lanzacohetes guiados (GMLRS), de cohetes de largo alcance ATACMS MLRS o de cañones de 155 mm con proyectiles Excalibur, que realizarán la misión de apoyo de fuego si son las apropiadas y los objetivos están dentro de su alcance. Sin embargo, emplear alguno de estos sistemas, como el ATACMS, contra objetivos limitados o en entornos urbanos no tiene mucho sentido. Y atacar con aviones tampoco.
Por ello, el Centro de Investigación, Desarrollo e Ingeniería de Armamento del Ejército ha financiado varios programas de investigación y desarrollo de armas ligeras y de bajo coste para el Shadow y otros UAV tácticos (ligeros); y la Armada está desarrollando misiles ligeros, de 2,2 kg. También varias compañías de armamento están desarrollando programas en este sentido, como Thales y Raytheon. Esta compañía está desarrollando la munición táctica pequeña (ha de 5 libras; asimismo, varias compañías están desarrollando sus propios programas, como Raytheon con la munición táctica pequeña (STM), de 5,4 kg, con un sistema de guía doble, GPS y láser semiactiva.
General Dynamics Ordnance and Tactical Systems ha propuesto la granada de mortero de 81 mm, con el sistema Roll-Controlled Fixed Canard (RCFC) y un kit de guiado y control con guía GPS, que se ha probado lanzándola desde aviones y desde morteros de 120 mm, y cuyo peso sería de 4,9 kg.
Los "marines" planean enviar 8 RQ-7B armados a Afganistán, para su evaluación en combate, tras haberse aprobado a armarlos en julio y firmado un contrato en diciembre, por valor de 10 millones de dólares para instalación y certificación de las armas, al que seguirá otro por valor de 7 millones. El sistema de armas que equipará a los RQ-7B ha sido desarrollado y desplegado en secreto y no es de ninguna de las armas antes indicado, ni el Saber de MDBA, ni el de ATK.
Sin embargo se ha planteado un problema a los "marines", el RQ-7B Shadow, según un informe del Centro de Lecciones Aprendidas de los "marines" cuando vuela a elevadas temperaturas pierde combustible. El Shadow está diseñado para operar hasta los 122 F (50º C), pero en verano en la provincia de Helmand la temperatura puede alcanzar los 135 F (57º C) en las horas centrales del día. Así, durante el verano de 2011, el escuadrón nº 1 de UAV de los "marines" tuvo que dejarlos en tierra debido al excesivo calor, que provoca la dilatación de las alas y la pérdida de combustible. Para solucionar el problema recurrieron a medidas de circunstancias, cubriéndolos con cubiertas protectoras y con ventiladores eléctricos y construyendo refugios para su protección. Sus misiones fueron realizadas por UAV más ligeros, como el ScanEagle, que no presentaba el problema de fugas.
Fuente: http://www.ateneadigital.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_7456_ESP.asp
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