martes, 13 de julio de 2010

Gran Bretaña sigue acumulando fracasos en Malvinas

Por Ernesto de Paola

Ahora le tocó el turno a la Falkland Oil & Gas, que es otro sello de goma, admitir su fracaso en aguas de Malvinas. Rockhooper Exploration demora desde hace meses un balance final de sus inversiones de riesgo.
La petrolera británica Falkland Oil & Gas informó anteayer por boca de su jefe ejecutivo, Tim Bushell, que “no se encontró ningún reservorio de hidrocarburos” en el pozo perforado en la cuenca Sur de las islas Malvinas.

En un comunicado entregado por la compañía se precisó que, al no obtener los resultados esperados, el pozo de exploración F61/5-1 del bloque Toroa será “sellado y abandonado”. Como consecuencia de esa noticia la compañía Falkland Oil & Gas vio caer hasta en un 65% el valor de sus acciones en el mercado de Londres. La compañía hizo notar en su comunicado que ahora se realizará una “evaluación detallada de todos los datos geológicos obtenidos para difundir una actualización pormenorizada” de los trabajos concretados.

También se admitió que si bien los resultados del pozo Toroa son “decepcionantes” , hay que recordar que “esta es la primera perforación ejecutada en una cuenca sin explorar”, dijo Tim Bushell. El directivo de Falkland Oil & Gas, en un lenguaje encubierto, en realidad no hizo otra cosa que faltar a la verdad sobre los resultados de esa fallida perforación porque en diferentes áreas marinas y etapas hubo una veintena de sondeos exploratorios, todos ellos francamente desalentadores.

En un mensaje que sólo evidencia verdades a medias, que denota el espíritu desprejuiciado que caracteriza a los sectores británicos que están embarcados en valorizar por cualquier medio su presencia en el Atlántico Sur, Tim Bushell destacó “que estos resultados han contribuido a reducir algunos de los principales riesgos de las obras (entiéndase exploraciones) en áreas de aguas profundas en las que tenemos licencias”.

Falkland Oil & Gas es, detrás de Desire Petroleum, la segunda compañía en informar resultados negativos en su campaña exploratoria en Malvinas. Todavía restan conocer los estudios finales de Rockhopper Exploration, que mantiene la incógnita de hace varios meses sobre si el petróleo que halló en la cuenca norte del archipiélago es comercialmente viable.

En una política unilateral de licencias exploratorias que no hace más que multiplicar los riesgos que siempre entraña una búsqueda de esa naturaleza, Gran Bretaña parece –tanto por su postura sobre Malvinas como sobre otros enclaves coloniales como el peñón de Gibraltar, donde al menos hay una comunidad de 20.000 habitantes– la comunidad kelper parece perder cada día mayores perspectivas demográficas, históricas y económicas de integrarse con la Argentina.

Ello confirmaría el vaticinio que lord Ernest Henry Shackleton formuló en la década del setenta como futuro para esa aislada comunidad implantada por el solo recurso de una fuerza militar que perdió su mayor etapa de esplendor a partir de la Primera Guerra Mundial. Con la apertura del Canal de Panamá y la difusión del petróleo en la Royal Navy que hizo perder a Malvinas su carácter de estación carbonera de la flota de guerra, sumado a la creciente difusión de las fibras sintéticas que desplazaron al uso de la lana, las Malvinas quedaron como un verdadero relicto colonialista del siglo XIX. En la industria petrolera recuerdan con frecuencia que los intereses del negocio petrolero sólo pueden tener futuro con base en el continente.

A Gran Bretaña y sus aliados de turno, tal como fue Francia entre 1845 y 1848, le costó mucho comprender que es la negociación y no la fuerza la llave de sus negocios con la Argentina. Y fue justamente en virtud de los esfuerzos que Juan Manuel de Rosas encaró en esos conflictos lo que llevó al general José Francisco de San Martín a disponer en su testamento que su sable fuera entregado al encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina por su actuación ante el bloqueo anglo-francés.

Además los estudios de las cuencas sedimentarias susceptibles de contener hidrocarburos sólo pueden tener adecuada interpretación a partir de los datos obtenidos en toda la amplitud de la plataforma continental.
El destacado periódico The Guardian precisó el 27 de febrero último que “los enclaves coloniales son un anacronismo posimperial y que Gran Bretaña tendrá que negociar con la Argentina porque ya todo el mundo le dio la espalda en los ámbitos de las Naciones Unidas, la Haya y la Organización de Estados Americanos.

Para mayor complicación, la siniestra actuación de Bristish Petroleum (BP) en el golfo de México vino a desacreditar en forma categórica todas las expresiones del capital británico, especialmente en lo que hace a la preservación del medio ambiente.

Y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner planteó como una prioridad absoluta la preservación de los recursos naturales de la región y, específicamente, de la Argentina en la proyección marina de su territorio sobre la plataforma que se ubica en forma inmediatamente adyacente al país.
 
Fuente: Diario El Argentino

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