Por Nora Bär LA NACION
Estudian temas que van de la conservación de alimentos a la nanotecnología nuclear
Ahora que el sistema científico crece y se rejuvenece gracias al ingreso sostenido de becarios e investigadores, surgió otro problema acuciante: la falta de espacio. Los edificios y sistemas están al límite. ¡Hacía más de treinta años que no se ampliaba la infraestructura destinada a la investigación! Se necesitan no sólo más equipos, sino más laboratorios. Por eso, que esta semana se hayan inaugurado una decena en diferentes universidades y centros científicos, públicos y privados es sin duda una buena noticia.
Estudian temas que van de la conservación de alimentos a la nanotecnología nuclear
Ahora que el sistema científico crece y se rejuvenece gracias al ingreso sostenido de becarios e investigadores, surgió otro problema acuciante: la falta de espacio. Los edificios y sistemas están al límite. ¡Hacía más de treinta años que no se ampliaba la infraestructura destinada a la investigación! Se necesitan no sólo más equipos, sino más laboratorios. Por eso, que esta semana se hayan inaugurado una decena en diferentes universidades y centros científicos, públicos y privados es sin duda una buena noticia.
Dos de ellos son el Laboratorio de Tecnología Nuclear de la Comisión Nacional de Energía Atómica en el Centro Atómico Constituyentes, y el Centro Binacional Argentina-Italia de Investigaciones en Criobiología Clínica. El primero permitirá incursionar en el estudio de aplicaciones de la nanotecnología nuclear en medicina, combustibles, reactores, almacenamiento de elementos radiactivos y otras. El segundo estudia los efectos de las bajas temperaturas y del congelamiento sobre los organismos vivos, cuyas aplicaciones tienen importancia en preservación de órganos, células y tejidos.
Por su parte, la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó ayer en su campus de Puerto Madero las instalaciones de un nuevo centro de investigaciones que, según anticiparon, aspiran a que se convierta en un verdadero "polo científico", el Ucacyt. A un costo de 12.000.000 de pesos, abarca 3400 metros cuadrados e incluye siete módulos, cada uno compuesto por dos espacios de laboratorio de mesadas rutilantes, una oficina y un depósito de insumos. "La Iglesia nunca abandonó la ciencia -dijo el rector, monseñor Alfredo Zecca-. Quienes piensan que la fe se fortifica ante una razón débil se equivocan. La fe necesita de una razón vigorosa." Y agregó el doctor Joaquín Ledesma, director ejecutivo de la UCA, "Esto es un sueño realizado." Hasta ahora, alberga grupos de investigación en biología celular y molecular de la fibrosis quística, nanotecnología para el diagnóstico y el tratamiento, el cambio climático y su impacto en el desarrollo sostenible de la Patagonia y Cuyo, consecuencias climáticas y ambientales del desmonte y la quema de biomasa en el Mercosur, ingeniería de alimentos y bioética.
La Universidad de la Marina Mercante también pudo concretar un anhelo acariciado desde hace cuatro años: con la colaboración de la UBA y el Conicet, y la ayuda económica del Programa de Recursos Humanos de la Agencia de Promoción Científica, no sólo inauguraron un laboratorio de investigación de alto nivel en nano y microfluídica (cuya aplicación le permite a la industria farmacéutica, por ejemplo, disminuir la cantidad de reactivos), sino que también permitieron repatriar al jovencísimo Juan Martín Cabaleiro, que acababa de doctorarse en Ingeniería en la Universidad de Poitiers, en Francia.
Fuente: Diario La Nación
Ese es el camino correcto. Enhorabuena. Y muy correcto el razonamiento, nunca mejor dicho, de monseñor Zecca.
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