Una promesa concreta de inversión y el interés de empresas estatales y privadas por participar en próximas licitaciones fue lo mejor que se llevó Mauricio Macri de la gira que finalizó ayer en China, el país que ya pesa en el mundo y va por más. Parece poco, pero tampoco se esperaba otra cosa. En la delegación había confianza y optimismo porque "se inició un camino" con los chinos, empresarios difíciles y meticulosos.
Macri llegó por la mañana a Shenzhen, una ciudad de ocho millones de habitantes a dos horas de Hong Kong. Allí el Gobierno porteño firmó una carta de intención con Huawei, que ya opera en la Argentina y Latinoamérica y este año prevé ventas por u$s 150 millones. La empresa, que fabrica desde modems hasta procesadores y es especialista en intercambio de información electrónica, analizará instalar un centro de desarrollo en el primer Distrito Tecnológico porteño.
Este Distrito se radicará en Parque Patricios después de que la Legislatura apruebe una ley, que según Francisco Cabrera, ministro de Desarrollo Económico, saldrá en setiembre. Huawei también hará donaciones en tecnología por unos US$ 500 mil. Macri, que también pasó por la histórica Beijing y por la cosmopolita Shanghai consiguió lo que vino a buscar: interesar en las licitaciones a las empresas, en su mayoría estatales asociadas a privadas, bajo el aparato del partido comunista.
Para Macri son grandes competidoras, con precios agresivos, y según comentó, buscó alentarlos a invertir. Las propuestas fueron, entre otras, las licitaciones para ampliar en 27 kilómetros la red de subtes se haría en el primer trimestre de 2009 , y para obras públicas, como la autopista ribereña.
La comitiva porteña aprovechó para ver cómo trabajan los chinos. Tienen una ventaja: políticas de estado. Lo que empiezan pueden terminarlo porque, con sus pro y contras, el gobierno siempre es el mismo en las distintas jurisdicciones de este enorme país de 1.300 millones de personas. Si sale bien, sería un hecho histórico que los chinos participen en las licitaciones porteñas.
Fuente: Por Daniel Fernández Quinti - Diario Clarín